Para saber a qué se debe esta nueva ola de violencia e inseguridad PUBLIMETRO consultó expertos en el tema para tratar de encontrarle una razón a la situación de inseguridad por la que actualmente está atravesando la ciudad.
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Medellín desde hace varios años se ha transformado y se ha convertido en una ciudad ejemplo de resiliencia, sin embargo, todos los cambios positivos que ha presentado ante el mundo se han venido empañando lentamente durante los últimos meses.
La ciudad cuenta con un alcalde, Federico Gutiérrez, decidido a enfrentar la criminalidad. Desde el día uno de su gobierno ha mantenido el discurso de lucha frontal contra todas las estructuras que delinquen en la ciudad, que generan miedo y zozobra en la comunidad, razón por la cual su bandera principal ha sido la seguridad, pero hoy tiene al que fue su escudero en esta materia, Gustavo Villegas, ex secretario de seguridad, involucrado en un proceso penal y tras las rejas.
Es definitivo que algo no está funcionando. Constantemente se presentan las capturas como golpes contundentes a la criminalidad, se resalta la labor de investigación, las pruebas, el modo de operación y la relación jerárquica que tienen con las Odines, pero, del otro lado, la justicia los deja en libertad o les da el beneficio de casa por cárcel y estos delincuentes regresan a las calles.
Germán Darío Valencia, profesor del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia y director de la revista Estudios Políticos, considera que la captura del ex secretario de seguridad, Gustavo Villegas, para una ciudad como Medellín, en donde históricamente el conflicto, la violencia y el crimen organizado ha tenido una visibilidad pero también una lucha permanente, representa un fuerte golpe para la gobernabilidad.
“La gente no se siente confiada con la administración. El que una persona como Villegas esté destituido a causa de una supuesta búsqueda de negociación con las bandas criminales generó un vacío que la gente lo siente, una desconfianza de las autoridades y esto abre puertas para que sean aprovechadas por organizaciones criminales”, indicó Valencia.
Evidentemente en la ciudad el tema de la seguridad depende de múltiples instituciones, de la Policía, del Ejército, de la Fiscalía, del sistema judicial, sin embargo, la que encabeza el trabajo interinstitucional es la Alcaldía a través de la Secretaría de seguridad y justamente que su representante haya sido vinculado a un proceso de esta magnitud genera un impacto negativo en los ciudadanos.
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“Con la captura del exsecretario se desestabiliza la institucionalidad, aunque la responsabilidad sea muy amplia y que antes de él y después de él la seguridad siga casi intacta, lo que cambia es la percepción del ciudadano frente a la confianza que le tiene a una Alcaldía y a una administración”, agregó el profesor.
De acuerdo con el experto el tema que hoy tiene en problemas al exsecretario de seguridad está relacionado a negociaciones que estaría adelantando con las bandas criminales y que es justamente esa falta de claridad frente a ese tipo de acercamiento lo que ha generado mayor desconfianza en las personas.
Recientemente Semana.com publicó una fotografía en la que se observa a Gustavo Villegas en una reunión que se habría realizado en las oficinas de la Secretaria de Seguridad en Medellín, en agosto de 2016, en la que participaron Julio Perdomo, alias ‘El viejo’; Edwin Tapias, desmovilizado de las Auc; Mara Toro y dos integrantes de la corporación Sinergia.
Según el mismo medio, en esa reunión se establecieron acciones que permitirían a futuro el inicio de un proceso de acogimiento a la justicia a La Oficina de Envigado. En el momento de la reunión Perdomo y Tapias no tenían orden de captura. Pero Perdomo fue capturado en marzo de 2017.
“Lo que se maneja es que se estaba haciendo un esfuerzo por parte de la Alcaldía municipal para llegar a una negociación. Se habla de una negociación incompleta y una paz incompleta en el país. Todos sabemos que la paz con las Farc se llevó acabo y que está en proceso de implementación. Pero hay otro problema y es que en la ciudad hay una diversidad de conflictividades, sobre todo armadas, que requieren atención y por parte de la Alcaldía lo que se estaba presentando era una negociación posiblemente para que estas personas se pudiesen someter a la justicia y eso no fue bien visto por el Gobierno Nacional”, explicó Valencia.
“En una ciudad que tiene más 700.000 personas desplazadas, que llegan a Medellín creyendo que es la ciudad de las oportunidades, al no encontrar lo que esperan, se convierten en presas fáciles para ser reclutadas por esas estructuras delincuenciales”, Germán Darío Valencia, profesor del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia.
Sobre el futuro que le espera a Medellín, Valencia considera que “nosotros no vamos a más allá de para dónde va el país. Al igual que el resto de ciudades latinoamericanas las causas de la violencia, el desempleo, el abandono de ciertas zonas, permite el fortalecimiento de las bandas criminales. En una ciudad que tiene más 700.000 personas desplazadas, que llegan a Medellín creyendo que es la ciudad de las oportunidades, al no encontrar lo que esperan, se convierten en presas fáciles para ser reclutadas por esas estructuras delincuenciales”.
Medellín desde hace muchos años se está vendiendo nacional e internacionalmente como una ciudad atractiva para visitarla, pero sobre todo para vivir, sin embargo, es esa atracción justamente la que favorece que se presenten mayores dificultades socio-económicas.
“Una ciudad como esta tiene grandes ventajas, presupuesto alto, es innovadora en lo social, ofrece oportunidades a la gente, eso no es nada raro. Se le ofrece al que llega salud, educación, posibilidades de empleo, porque es una ciudad fuerte en lo económico, pero donde hay más, la gente quiere ir más y es por eso que llegan muchas personas y también encuentran primero posibilidades en los negocios ilícitos que en la legalidad”, puntualizó el experto.
Por otro lado Pablo Emilio Angarita, investigador del observatorio de Seguridad Humana de la Universidad de Antioquia, considera que la situación actual de seguridad de la ciudad no se le puede atribuir de manera directa a la captura del exsecretario de Seguridad y que por ende se presente un incremento en los homicidios, para él existen muchas más razones que sumadas tienen como resultado lo que vive la ciudad.
“Indudablemente es un factor que influye, pero hay otra serie de problemas más complejos y es la política de seguridad que tiene la actual administración, si es que se puede hablar de política de seguridad a algo que se reduce simplemente a un discurso y a una práctica de perseguir delincuentes, incluso, refiriéndose en un lenguaje bastante inadecuado para un mandatario al usar una serie de calificativos para las personas que están al margen de la ley o delincuentes”, afirmó Angarita.
La preocupación principal radica en que durante la administración de Aníbal Gaviria se había trabajado en una política estratégica de seguridad que fue pagada por toda la ciudadanía y que contenía, según Angarita, elementos para el tratamiento a la violencia y a la inseguridad, pero esa policía se abandonó.
“Frente al tema de los acuerdos de paz, mientras en todas partes se está discutiendo cómo implementar esos acuerdos, aquí hay una actitud de la administración simplemente de rechazo, de no querer saber nada de eso y por otro lado sí unas relaciones no muy claras, por lo menos, con algunos de los grupos criminales”, dijo el investigador.
Dentro de las principales falencias que Angarita encuentra en la administración respecto al tema de seguridad es que “no hay políticas educativas en la ciudad que vayan más allá del elemento represivo, no hay políticas de prevención, no se le ha consultado a los actores de la sociedad sobre lo que está pasando. Es preocupante que durante el 2016 bajo la alcaldía de Federico Gutiérrez se incrementaron los homicidios frente al 2015 y en lo que va de este año, al paso que vamos, vamos como mínimo a repetir la situación del 2016 o incluso a quedar peor en materia de homicidios”.
Durante los primeros 10 días del mes de agosto de 2017, el Sistema de Información para la seguridad y la convivencia, SISC, han registrado 20 muertes violentas, lo que corresponde a un 111% más que las registradas en el mismo periodo durante el 2016. En lo corrido del año van 328 homicidios, 2,5% más que en el 2016.
«La mayor parte de la ciudad está tomada por estas organizaciones criminales, si en algunas partes no ocurren los homicidios, quienes ejercen la autoridad y el control son estos grupos criminales. Eso es algo alarmante, a través de las extorsiones, que ya se ha tomado como un hecho natural, sino también a través de negocios legales que les proveen grandes recursos para su accionar criminal”, Pablo Emilio Angarita, investigador del observatorio de Seguridad Humana de la Universidad de Antioquia.
La lectura que Angarita le hace a los homicidios, además del número, es que representa otro problema y es que «la mayor parte de la ciudad está tomada por estas organizaciones criminales, si en algunas partes no ocurren los homicidios, quienes ejercen la autoridad y el control son estos grupos criminales. Eso es algo alarmante, a través de las extorsiones, que ya se ha tomado como un hecho natural, sino también a través de negocios legales que les proveen grandes recursos para su accionar criminal”.
Angarita considera que se está ante un incremento evidente de los asaltos callejeros, en los taxis, en carros, en moto, a pie; que suceden en el centro de la ciudad, pero también en sectores como El Poblado y en los barrios populares, por lo que “es una situación preocupante, porque es muestra que los grupos delincuenciales se están aprovechando de la crisis de gobernabilidad en materia de seguridad que hay en la ciudad”.
Según el reporte del SISC el hurto a personas desde el 1 de enero hasta el 22 de julio de 2017 registró 6.850 casos, lo que representa un aumento del 8,6% respecto al mismo periodo del 2016 y el hurto de celulares aumentó 29,9%, pasó de 2.840 en el 2016 a 3.689.
El futuro para Medellín, según Angarita, de seguir en la misma dirección permitirá que la inseguridad, la violencia y los homicidios sigan creciendo, por lo que hace un llamado a que se reflexione, “¿Qué más estamos esperando?, a que se llegue a cuántos homicidios para tomar medidas más serias, más radicales y de conjunto, que vayan más allá de simplemente la militarización o la represión de la ciudad”.