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“Nuestro mayor éxito sería la alegría de desaparecer”: Patricia Espinosa

Brindar amor, protección y ambientes saludables a niños abandonados en las calles de Medellín ha sido la razón de ser del Comité Privado de Asistencia a la Niñez, PAN.

Cortesía PAN Cortesía PAN

Suena extraño que una organización tenga como fin su extinción, pero suena lógico si eso significa que nunca más existirá la necesidad de tener que estar para sustituir el amor, la protección y la confianza que debe generarle una familia a un niño.

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Hace más de 40 años en la capital antioqueña se vivía una realidad en la que los niños eran abandonados, deambulaban por las calles y era llamados ‘gamines’. Eran pequeños que por diferentes razones no estaban bajo la protección de ningún adulto, sino que estaban a su suerte.

Verlos en la calle, sucios, con la ropa rota, caminando descalzos y pegados a una botella de pegante para engañar su hambre física y moral, era común. Se habían convertido en parte del paisaje.

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Patricia Espinosa Garcés, Directora de Formación e Investigación del Comité Privado de Asistencia a la Niñez, PAN, recuerda que esa fue la chispa que encendió el motor de una institución que se creó para albergar, proteger y darle amor a todos aquellos pequeños que por alguna u otra razón estaban sin hogar.

“Hace 47 años el detonante fue una situación de ciudad, que era el reflejo de lo que estaba sucediendo en el país en ese momento y era la cantidad de niños y niñas que estaban siendo expuestos en las calles. Hace 50 años no se hablaba de niños y niñas en abandono, sino que se utilizaba una palabra terrible para referirse a ellos y era el gamín”, expresó Espinosa.

En ese entonces una mujer tomó la bandera de un grupo de personas que deseaban acabar con esta situación para poder sacar de las calles a estos niños y ofrecerles un espacio en el que lograran sentirse parte de una familia.

“Doña Luz Castro de Gutiérrez fue quien lideró el proceso con otras familias, que consistía en buscar un lugar para proteger a esos chiquitos que estaban en esa situación de abandono de los adultos”, reveló Espinosa.

Por esos años existía un lugar en Medellín que se llamaba ‘el muñequero’, que era a donde llevaban a las niñas, siendo muy pequeñas, para ser víctimas de abuso sexual. Ese fue entonces el primer objetivo que se trazó la naciente corporación.

“El muñequero era un lugar donde habían juguetes para las niñas, pero dolorosamente eran para atraerlas y luego ser prestadas a pervertidos. Esa fue una de las primeras acciones que nuestra organización desarrolló, por lo que se buscó un lugar para traer a las niñas y desde allí empezar a construir el sentido de protección que las niñas requieren. Así nace nuestra organización, con un programa que trabajaba con estas niñas, que eran muy pequeñitas, estaban entre 6 y los 12 años y requerían de un entorno protector”, relató la directora.

Cuatro años antes de creada la corporación, había nacido el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, ICBF, con quienes establecieron un trabajo articulado en beneficio de la niñez en la ciudad.

Piedad Socorro López, llegó al instituto cuando apenas tenía 6 años, sus padres biológicos decidieron que no podían hacerse responsables de ella y la dejaron bajo el cuidado de la abuela materna, quien al poco tiempo también sintió que no tenía los medios para cuidarla y ofrecerle lo que la pequeña niña necesitaba.

“Mi abuela ya tenía una avanzada edad y tampoco me podía tener, entonces buscó los medios y tuve el privilegio que el Bienestar me remitiera al Comité Privado de la Asistencia a la Niñez, PAN”, relató Piedad.

Aunque llegó con mucho temor al Instituto, porque le habían dicho que iba para un internado porque su abuela no la podía tener, ese primer día lo recuerda claramente, pues justamente todos los demás niños estaban en un paseo, así que se encontró de frente con un lugar enorme, era una casa campestre, habían muchos árboles, todo estaba muy ordenado y por primera vez conoció una piscina.

“Mamá Luz fue la que nos acogió, en el instituto tuve muchas mamás, muchos papás, muchos hermanos y eso hizo que muy rápido me adaptara. Mi abuelita me venía a visitar y a veces yo iba a donde vivía ella. La institución fue, es y será siempre mi hogar”, comentó Piedad.

Hasta los 17 años Piedad estuvo bajo la protección de la institución, luego de dos años de haber salido, regresó y hoy cumple 26 años trabajando para la misma. “Inicié como oficios varios y PAN me dio la oportunidad de estudiar, me preparé y hoy en día soy Auxiliar Administrativa en el área de la recepción del Programa Hogares Sustitutos”.

Piedad es solo un ejemplo de los 20.945 niños que por situación de abandono y vulneración de derechos han estado vinculados a PAN durante los 47 años de su existencia solo en la ciudad de Medellín, porque en total durante las casi cinco décadas han atendido a 70.985 niños, niñas y adolescentes en los diferentes programas que desarrolla la corporación.

«Si nosotros nacemos de una necesidad de dolor, nuestro mayor éxito sería la alegría de desaparecer, porque ese dolor ya no exista en nuestro país” Patricia Espinosa, Directora de Formación e Investigación del Comité Privado de Asistencia a la Niñez, PAN.

Curiosamente PAN espera dejar de existir, porque como dice su directora de Formación, su mayor logro sería “que desapareciera la necesidad de proteger a los niños por parte de las organizaciones. Porque si nosotros nacemos de una necesidad de dolor, nuestro mayor éxito sería la alegría de desaparecer, porque ese dolor ya no exista en nuestro país”.

Actualmente PAN tiene el Programa de Protección de Atención Especializada, en el que se encuentran los internados, los hogares de paso, los hogares sustitutos y Construyendo futuro; y el Programa de Protección Preventiva Integral, en el que están los Centros de Desarrollo Infantil, el Jardín Infantil y los Hogares Infantiles.

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