Luego de 13 años Víctor Gaviria llega con la que sería su cuarta película, después de Sumas y Restas (2004), La vendedora de Rosas (1998) y Rodrigo D: no futuro (1990). En esta oportunidad y como testigo de la realidad, aborda una problemática que a pesar de los años se mantiene: la violencia de género.
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Con su estilo característico, Gaviria logra crear La Mujer del Animal luego de una exhaustiva investigación, en la que conoció los relatos de las mujeres de Medellín que han sufrido por estar bajo el dominio de un hombre que muchas veces se convierte en animal.
PUBLIMETRO habló con el director de cine sobre los detalles de su cuarta producción, sobre la reacción que espera en los espectadores y sobre el mensaje que quiere transmitir.
¿Cómo fue el proceso de la creación de la película?
Sufrí mucho haciendo la película, en la edición, porque tenía mucho material. Al final tuve que reducirla a dos horas, que ya es larga, entonces tuve que tomar muchas decisiones de quitar muchas secuencias, algunas que me parecía que hacían parte de la esencia de la película, pero tuve la experiencia de mostrar la película, en un momento todo el mundo se levantaba escandalizado y le parecía que la película era insoportable. Entonces le fui quitando, hasta que llegué a las dos horas y ya la gente a la que yo le mostraba la película ya no le parecía insoportable, les parecía que era una película durísima pero que se podía ver.
¿Cuánto duró la producción de la película desde que se escribió la primera letra?
Duró muchísimo, es increíble, desde el 2009 empecé a hacer el primer casting. Por ejemplo, a la protagonista la conocí cuando tenía 16 años y ella actuó de 21 años. Así que todo este proceso duró 5 años. La escritura del guión también, porque yo ponía algunas personas a leer el guión, porque a mí no me gusta llevarme el guión para mi casa y esconderme con él, a mí me gusta es mostrarlo. En este caso era un guión que no lo creían, que no era verosímil, que una mujer se dejara robar por un hombre durante tantos años, nadie lo creía.
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Pero, ¿por qué no lo creían?
Nadie creía que una mujer no pudiera volarse, salir corriendo e irse. Yo le creí al personaje, creo que hay personas en estas ciudades que tienen un lugar en el mundo muy estrecho y no se pueden salir de ahí, no tienen identidad sino en unos lugares y les da pánico salirse de ahí. Ella podía haberse salido a la vida de la calle, que era la prostitución, pero eso era peor porque ya no iba a ser víctima de un animal sino de todos los animales. Ella sabía muy bien que era peor afuera.
Esta es una historia real…
Totalmente real, yo lo que busco es que la dramaturgia real impacte al espectador.
¿Logró finalmente transmitir ese mensaje por el que nace ‘La mujer del animal’?
Ahora que la enfrento a los espectadores de algunos festivales en los que la he presentado, yo creo que sí se logró, porque veo que la gente se estremece viendo la película, pero no se sale. La gente ve que es una película seria, que no es morbosa. Estoy contento con el resultado.
¿Cuál es la expectativa de la llegada de la película a las salas de cine en Colombia?
Mucha expectativa, porque se ha filtrado la experiencia de la gente que la ha visto, el tráiler es de esos que se parecen a las películas, o sea que no te inventan otro cuento sino que te muestran cómo va a ser la emoción de la película y en ese sentido la gente quiere verla. Además la imagen, esas locaciones naturales y los actores naturales también atraen.
En la película se relata una historia que sucedió hace varias décadas, pero ¿qué tan distinta es a la Medellín de hoy?
Esa es la Medellín de hoy, nosotros rodamos en un barrio de invasión de hoy que se llama Nueva Jerusalén, todas esas cosas nosotros no las construimos, estaban ahí. Les quitamos algunos materiales que no eran de aquella época, pero esa es la Colombia de hoy, eso fue lo que sentimos cuando rodamos ahí.
¿En su investigación encontró que la violencia hacia las mujeres se sigue viviendo igual en Medellín?
Sí, de todas maneras la mujer ha evolucionado, no podemos desconocer que la mujer ahora tiene unos lugares a donde puede acceder, a donde pedir ayuda, se ha empoderado y las muchachas acceden a tener una vida, un oficio y aprenden en las universidades. Pero yo me encontré durante la investigación con mujeres, incluso universitarias, que me contaban como un enorme secreto muy triste, que algunas habían sido capturadas por los lugartenientes de las bacrines, que se paseaban por los barrios ostentando un poder grandísimo y que en cualquier momento las obligaban a ser amantes de ellos.
Pero… ¿todo sigue igual?
Los que conocen esos mundos de violencia, me han dicho que no, que la delincuencia se ha convertido en empresas organizadas, pero con respecto las mujeres eso sigue igual.