El propósito era poder expresar, una vez más, que ese dolor se siente propio, que es un abrazo en la distancia a todas las familias que en pocas horas recibirán los cuerpos de quienes les brindaron tantas alegrías y que habían volado por última vez detrás de un sueño que quedó atrapado en las montañas.
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Con pañuelos blancos decenas de ciudadanos dejaron de lado sus rutinas para acercarse al punto de partida, para demostrar su solidaridad, para acompañar a las víctimas en el último recorrido por las calles de una ciudad que les brindó lo mejor de su gente.
Con lágrimas en los ojos, con la fortaleza quebrada, con la nostalgia de lo que no pudo ser, pero sobre todo con el agradecimiento en su máxima expresión se despidió Luciano Buligon, alcalde de Chapecó, de Medellín.
“Muchas, muchas gracias” le repetía Buligon al alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, mientras lo abrazaba, “gracias por todo” le reiteraba, a lo que Gutiérrez le contestaba “era lo mínimo que podíamos hacer, de todo corazón aquí estamos”.
Con gritos de “vamos, vamos Chape”, “somos hermanos” y “viva Brasil”, se despidieron los medellinenses del alcalde Buligon, mientras recorría las calles del centro de la ciudad, antes de salir rumbo a Rionegro para emprender el viaje de regreso a casa.
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