Tenía todo para quedar en la historia del fútbol italiano como un gran jugador, pero el destino quiso que Luciano Re Cecconi entrara a los registros como uno de los protagonistas de las muertes más absurdas.
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Re Cecconi era volante de la Lazio, donde había levantado un scudetto de la Serie A. También había llegado a la selección de Italia, con la que participó en el Mundial de Alemania 1974.
El llamado “Angel Rubio” era uno de los líderes de un plantel único, marcado por una rudeza y potencia física que doblegaba a todos. Re Cecconi había cumplido un sueño al llegar a la escuadra celeste, un equipo en que las líneas fascistas y la violencia en la cancha era su sello.
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Subieron a la primera división en la temporada 1972-73 y en una carrera meteórica, al año siguiente lograron el primer título nacional para la escuadra favorita de Benito Mussolini. Un honor que los laciales no repetirían hasta la temporada 1999-2000, de la mano de Marcelo Salas.
En 1977 Re Cecconi lo tenía todo: era un referente de su equipo y disfrutaba de la vida, hasta el 18 de enero de ese año, cuando visitó a su amigo Bruno Tabocchini, quien era dueño de una joyería. Pero la visita no sería cualquiera. El volante quería darle un susto a su amigo… Se subió el cuyo de su abrigo, se trató de cubrir lo más posible el rostro e irrumpió rápidamente en la joyería.
Sus últimas palabras fueron el detonante de la peor (y última) broma de Re Cecconi: “¡Esto es un asalto!”, gritó. Tabocchini estaba de espaldas y sin dudarlo, sacó del bolsillo una pistola alemana Walther PPK (la que usa James Bond), que siempre portaba precisamente para evitar robos, giró y disparó… Re Cecconi falleció a los 28 años de edad.
El joyero fue sometido a juicio, pero terminó absuelto de todo cargo.