Ella es Carolina Rojas, una mujer emprendedora que desde pequeña tuvo que cargar la responsabilidad del hogar a raíz de la muerte de su padre. Es la menor de ocho hermanos y la luz de los ojos de su madre.
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Desde niña se interesó por el maquillaje, sin pensar que esa pasión la convertiría en una de las influencers más fuertes que tiene Colombia. Todo comenzó hace cuatro años, cuando decidió abandonar la empresa donde trabajaba. El estrés y la responsabilidad la estaban perjudicando, su salud se vio afectada con una parálisis facial y fue ahí donde decidió hacer un alto en su vida.
Siempre tuvo una pregunta en la cabeza, ¿Dinero o felicidad?, pues la situación económica por la que pasaba le impedía responder eso que tanto la aquejaba. Pero como buena creyente, le encomendó a Dios despejar el camino y hubo una luz de aliento que le ayudó a esclarecer la respuesta, “desde chiquitica mi mamá me decía: “de la necesidad, nace la creatividad” y fue ahí donde me di cuenta que salir adelante no era difícil, simplemente es ser disciplinado para que las cosas salgan bien”, expresó la influencer.
Fue en ese momento que le dijo chao al marketing y bienvenido el mundo digital. Si, esta joven de 25 años le entregó su vida a las redes sociales, al comienzo la llamaron loca, pero su perseverancia siempre la mantuvo con la cabeza en alto ante cualquier adversidad o comentario.
La familia, el eje central de su carrera, pues sin importar los escasos recursos con los que vivían, encontraban una solución para todo, “mi primer reflector era una maceta que mi mamá me hizo con un cuchillo caliente y le puso un bombillo”, agregó Carolina. El primer video fue un éxito total sin pensarlo, “simplemente me hice frente a la cámara y empecé a maquillarme, a la gente le encantó. Ahí me di cuenta que este sería el enfoque de mi contenido”, expresó.
Con el tiempo empezó a mejorar cada publicación, ya que su comunidad le exigía un contenido más elaborado. El día a día era más agitado, el corre corre le impedía grabar y editar como lo hacía al comienzo, por eso vio la necesidad de contratar un equipo de profesionales para que le facilitaran su trabajo, “luego de ver que me podía comprar la última cámara, los últimos reflectores, montar mi oficina y dar empleo fue gratificante para mí y mi familia”, concluyó.
La experiencia cada vez era más grande al igual que su reconocimiento. Las marcas y las empresas la empezaron a contratar como imagen y embajadora, pues veían un elemento diferenciador en esta chica. Su sencillez y humildad la estaban llevando muy alto.
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Creció en una zona vulnerable en el Sur de Bogotá, por ende el entorno donde vivía no le enseñó a cómo comportarse ante una comunidad diferente. “Al principio fue incómodo, varias marcas me empezaron a invitar a eventos y yo no tenía ni idea de cómo coger un tenedor, por eso tuve que hacer un curso de protocolo, para aprender a expresarme y comportarme como las personas del entorno en donde ahora estaba, obviamente sin perder mi autenticidad y humildad”, agregó.
Las redes sociales son tan sólo un escalón en su promisoria carrera, ahora vienen dos proyectos que desde hace dos años le está apostando toda su pasión. El primero, ‘Cambio Extremo’, una miniserie que cambiará la vida de muchas seguidoras, y el segundo, crear su marca de maquillaje OHCA con la que espera crecer como persona y profesional.