‘VIVO’ sigue la historia de un singular kinjajú (una martucha de la selva tropical), que pasa sus días tocando música para las multitudes en una plaza de La Habana con su querido dueño Andrés. Aunque no hablan el mismo idioma, Vivo y Andrés son el dúo perfecto gracias al amor que comparten por la música, ese mismo amor que enlaza la historia cuando el pequeño animal debe entregar una romántica carta escrita en forma de canción a una mujer en las lejanas costas de Miami, todo con la ayuda de una preadolescente que tiene una particular forma de ser.
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El filme es una manera de mostrarle al mundo la belleza que hay en La Habana y La Florida, lo rica que es su cultura, música y lo profundas que son sus tradiciones, y podemos ver claramente el gran trabajo de investigación que realizaron para hacer cada detalle de esta película.
Para saber más de la creación de ‘VIVO’, hablamos en exclusiva con el diseñador de producción Carlos Zaragoza y el director artístico Wendell Dalit, quienes nos contaron que su mayor objetivo era crear algo fresco y único, basados y apoyados en la visión del director.
“Tuvimos tres fuentes principales de inspiración que surgieron desde el principio: la primera fue el diseño de los musicales, contemporáneos, clásicos y la forma en la que encuentran el ritmo musical en el decorado. La segunda fue el estilo gráfico de los pósters de viaje vintage de los 50 y 60, ese sentido de vibración del color y la luz. Y la tercera fue el motivo principal que se usa en toda la historia, la yuxtaposición de lo clásico y lo contemporáneo. ¿Cuál es la historia detrás de la guitarra Tres (el instrumento que toca Andrés en la película), y qué hace que su sonido sea tan único? Las respuestas a esas preguntas explicadas por un músico cubano desde su propio estudio en casa” contó Zaragoza.
Y es que para obtener inspiración de primera mano sobre las ubicaciones y culturas originales de la película, parte del equipo creativo viajó directamente a Cuba, “nuestro viaje a La Habana incluyó un encuentro con músicos y bailarines locales, expertos en arquitectura y personas que nos abrieron las puertas de sus casas. Todo ello fue de gran ayuda para comprender las cosas en contexto. Algunas elecciones estéticas de la película se inspiraron en esas realidades específicas: como la razón detrás de las coloridas fachadas en mosaico de LaHabana Vieja, o un antiguo palacete dividido en varios departamentos pequeños” agregó el diseñador.
Los realizadores también buscaron el asesoramiento de un equipo de reconocidos expertos en música y cultura cubana para asegurarse de que la película mostrara una representación auténtica y sincera de la cultura, la música y las tradiciones de ese país.
Además, como el filme cuenta con otras localizaciones principales: Cayo Hueso, los Everglades de Florida y Miami, también estuvieron allí en busca de inspiración para el estilo que figuraría en la película, “nuestra intención era extraer los aspectos mas icónicos de cada lugar y crear algo nuevo con ellos, a veces algo más teatral, otras más exagerado”.
Por su parte Dalit aseguró que con todas las ideas extraídas, desarrollaron una herramienta que les permitía recrear todo lo visto en 3D “la herramienta distorsionaba el fondo con una técnica de pincelada que ayudó a dar a nuestros decorados la sensación de que son un fondo pintado a mano, muy parecido a lo que se vería en un teatro musical.
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Esto realmente le dio a los personajes un escenario para actuar. La primera imagen que veremos es un concepto temprano de La Habana, esta pieza ilustra todas esas ideas en una pintura”.
A medida que los personajes avanzan en su aventura hasta Miami, la película cambia también visualmente. «Cuando Vivo llega a Cayo Hueso, la paleta de color ha cambiado a azul. Y con los Everglades queríamos que fuera atractivo y exuberante al principio, pero a medida que los personajes avanzan, se encuentran en un laberinto misterioso. Por último, el destino final de nuestros personajes, Miami, es como la Ciudad Esmeralda de nuestra película” agrega Dalit.
Como si fuera poco, el trabajo de Zaragoza y Delait jugó un papel clave al idear todas las imágenes perfectas para lograr que la música de Lin-Manuel Miranda cobrara vida en forma de animación, por eso Zaragoza hizo un repaso por clásicos animados como Fantasía y algunas obras de artistas como las del Oskar Fischinger. “Quisimos ir más allá de todas las convenciones y el realismo, y experimentar con las formas y la música…En esta película buscamos crear un mundo que fuera creíble para nuestros personajes, sin apuntar al realismo” .
Por último una de las secuencias a destacar es el número ap ‘My Own Drum’, protagonizado por Gabi (la preadolescente). Esta canción brindó al equipo artístico otra oportunidad para experimentar creativamente, «nos inspiramos en videojuegos, vídeos musicales y gráficos en movimiento, cosas que a Gabi le gustarían», apunta Dalit.