Juan Viloria muestra que la paternidad va más allá de una etiqueta: también es una labor que incluye ayudar a varios de sus compatriotas que, desde el país vecino dejaron todo atrás y tratan de vivir dignamente.
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Sea de sangre, sea por que la vida los trajo, hay padres de padres. Una guía, un referente, un hombre que estuvo ahí, al lado de muchos, para enseñar, para alegrar la vida, para querer. Por eso, no hay un homenaje que esté a la altura, ni hay regalo que salde una deuda impagable. Y, no, un «tercer día de junio» no es suficiente para ello.
Por esta razón, en este Día del Padre, se pueden contar las historias de muchos de ellos, que en miles y diversas maneras llegaron a ser una luz en la vida de sus hijos. Incluso, los que no son padres biológicos y que, con su sacrificio, han mostrado que padre es aquel que está presente para cambiar la vida de inmensidad de personas, así los separen mundos de distancia. Y ellos, sin importar edad, o circunstancias, han logrado transformar e impactar a seres que sin su apoyo, hubieran tenido vidas más difíciles en todo sentido.
Este es el caso de Juan Viloria, de 29 años de edad. Él no tiene hijos de sangre aún, aunque espera poder tenerlos en un futuro, sin embargo eso no ha significado un impedimiento para que este médico colombo-venezolano que vive en nuestro país desde hace 11 años se hubiera convertido en el padre de muchos migrantes venezolanos que sortean grandes dificultades para sobrevivir y tener una existencia digna luego de dejar todo atrás .»Simbólicamente, soy papá de la Asociación Venezolanos en Barranquilla, de la coalición por Venezuela y de todas las personas que hemos apoyado en este tiempo» afirma con convicción, a la vez que se encarga de explicar que su trabajo por dar una mejor calidad de vida a sus compatriotas es algo que le llena el corazón.
Su historia data de 2012, cuando leyó en un artículo de convocatoria de Pilín León, quién fue Miss mundo en el año 81 y que, a su vez, es una figura pública muy importante en Venezuela y a nivel internacional. Su gran trabajo social fue la mayor inspiración para que Viloria se involucrase en temas de ayuda a la comunidad.
«Fuimos creando una Red de contactos desde el 2012. Y, así como también acentuamos las actividades, ibamos conformando aún más la comunidad y seguía creciendo. Pasamos de hacer actividades de calle, a unas actividades con más incidencia en lugares como las universidades, centros sociales, y clubes. Así comenzamos a incidir en esos espacios, incluso en el 2014, desde Venezolanos en Barranquilla, conociendo ya a otros líderes de otras ciudades, convocamos a toda la comunidad de venezolanos organizados en Colombia a una comisión. Allí fue cuando nos unimos con Venezolanos en Cúcuta, Medellín, Bogotá, Cartagena, Santa Marta y Cali. Luego, en 2014, viajamos a Bogotá, en una comisión de los venezolanos en Colombia para hacer la misma incidencia que estaban haciendo los venezolanos en Buenos Aires, Chile, España, liderados para llegar al Congreso de la República y decirles ‘oigan, lo que está sucediendo en Venezuela no es un juego, puede llegar a verse muy mal la situación’, eso lo decíamos nosotros hace seis años, y mira que lo que nosotros advertíamos en ese momento está sucediendo desde el 2016 y se ha agravado en los últimos tres años», enfatiza.
Precisamente, con esa entereza de querer brindar una mano fue que comenzó una cruzada por conseguir apoyo para todos y cada uno de los niños, jóvenes y adultos, enfermos, mujeres en estado de embarazo, personas en situación de discapacidad o con necesidades económicas para ayudar, con alimento, con la creación de un comedor comunitario y hasta de actividades culturales para contribuir a su distracción. Viloria también asegura que llevan cartillas, funcionarios, profesionales de la salud, psicología, y otras áreas, que hacen con los migrantes todo tipo de actividades psicosociales y jornadas de salud, entre otras, que son útiles para identificar las necesidades que ellos tienen.
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«Formalizamos la idea de construir la asociación venezolana en Barranquilla con el fin de ayudar no solo a esta ciudad, sino a muchas más: nos comenzamos a reunir en septiembre, octubre, noviembre, diciembre de 2017; y en marzo del 2018 la constituimos. Pilín León como presidente, yo como vicepresidente, y Rocío Ruiz, una empresaria venezolana, como secretaria general. Adicionalmente, hay una dirección con siete cargos, desde lo social, recreativo, financiero, cultural, y la asistencia social y voluntariados que son nuestro motor. Ahí tenemos a 15 líderes, y la característica de estas personas que nos brindan su apoyo es que todos son colombianos, son personas que nos han llamado, y nos han dicho por todos los canales, sea WhatsApp, redes sociales como Twitter, Facebook, o Instagram; o a través del correo electrónico: ‘oigan, tenemos vecinos venezolanos ¿qué podemos hacer por ellos?´. Esas pequeñas acciones han pemitido que pueda ayudar a mi gente» asegura Viloria.
Además, agrega con orgullo que » esto es algo que nos ha motivado mucho más, porque hemos visto esas ganas y solidaridad del pueblo colombiano por querer ser parte de la respuesta, pues está muy alineado con su sentir. Y ahí, es donde nosotros nos hemos manifestado como asociación Venezolanos en Barranquilla: nosotros estamos demostrando, no solamente a Barranquilla, al departamento del Atlántico, a Colombia, sino también al mundo, que la sociedad civil organizada está dispuesta, trabajando con profesionales, con estudiantes y amas de casa, a ser parte de la respuesta. Y que nosotros no somos meros receptores de ayuda humanitaria, sino que también somos parte de esa solución, somos ese cúmulo de oportunidades para el desarrollo de nuestras comunidades, de nuestra ciudad, de nuestro país, y hemos venido impulsando, incidiendo en políticas públicas para que puedan permitirles a los migrantes integrarse de mejor forma en sus sociedades», explica.
Ahora bien, el joven médico también afirma que no solo la sociedad civil y los voluntarios los han ayudado a socorrer a los migrantes del país vecino. «Entendiendo que la población migrante tiene muchas necesidades, nosotros como asociación procuramos hacer una atención integral de la mano no solamente de nuestros profesionales, sino también de las distintas organizaciones. Y allí quiero resaltar las buenas relaciones que hemos construido con gobiernos locales, departamentales, nacionales, y con organizaciones internacionales como USAID, quienes confían en este trabajo y que nos han permitido crear una red de apoyo junto con otras organizaciones en Colombia», afirma.
Así, a través de un trabajo diario e inacabable, el joven voluntario muestra que ser padre, más aún en tiempos tan difíciles, y plagados de tragedias y éxodos, no es solamente una etiqueta que se da a una persona en una familia. El idilio es la grandeza, la resiliencia y la voluntad de ayudar a miles de personas que, desarraigadas de su tierra, tuvieron que despedirse de sus propias vidas, sus propios amigos, sus propias familias y sus propios padres. Ahora Juan es el suyo y trata, todos los días, de que Colombia, para ellos al menos, sea su nuevo hogar, su nuevo nido y nunca más una tierra extraña.