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Denunció la desaparición de su hija, pero la verdad era absolutamente aterradora: la mató de un golpe en la cabeza y luego ocultó el cuerpo en el bosque

Las hijas mayores de la mujer confesaron luego de 5 años lo que había hecho su madre.

¡Culpable! Ese es el veredicto que pronunció un jurado de Virginia Occidental que tiene a Lena Lunsford Conaway cerca de pasar el resto de su vida tras las rejas.

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La mujer de 35 años fue condenada por el asesinato de una de sus hijas el año 2011, en un caso que tuvo un giro hace sólo dos años y que pasó por la confesión de las hermanas mayores de la pequeña fallecida, señala wvmetronews.com.

Según se detalla en la investigación, Lunsford golpeó en la cabeza a Aliayah con una tabla de madera, la pequeña de tres años quedó inconsciente y la mujer no hizo nada por reanimarla.

Al día siguiente, cuando la fue a despertar a su cama, lugar donde la dejó tras agredirla, la menor no respondió y al ver que estaba muerta, metió el cuerpo en un canasto, lo llevó hasta el bosque y ahí lo hizo “desaparecer”. Todo su accionar lo realizó ante la mirada de sus hijas mayores de 9 y 11 años, a quienes las obligó no contar nada de lo sucedido.

Lunsford llamó un par de horas después a la policía y denunció la desaparición de su hija. Dijo que la había ido a despertar y que la menor no estaba. Los uniformados iniciaron una búsqueda por toda la ciudad, sin embargo nunca pudieron encontrar los restos.

Sin embargo, 5 años después del asesinato, las hijas de la mujer contaron la verdad y Lunsford fue puesta a disposición de la justicia.

Durante el juicio, muchos se sorprendieron con la actitud de la mujer, que en ningún momento mostró algún tipo de emoción, aún cuando sus hijas relataron entre llantos la muerte de su hermana menor.

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La fiscal que llevaba la causa, aseguró que “Aliayah fue tratada peor que un perro” y que “el hecho de que un asesino disponga de un cuerpo no le da derecho a un veredicto de inocencia”.

Uno de los principales argumentos que esgrimió la defensa, fue que el cuerpo de la menor nunca fue encontrado, por lo que no se podía condenar a Lunsford por asesinato.

Además, los abogados señalaron que Aliayah «había sido vista” en noviembre del año pasado y para darle más peso a sus palabras llevaron a la testigo, una gerente de un restaurante de Louisiana.

Becky Disotell aseguró que “no tenía duda” de que la pequeña que había visto era Aliayah y le pidió al jurado que no culparan a Lunsford, porque de esa forma se asumiría que la niña está muerta y “nunca más la buscarían”.

La defensa no logró su cometido y finalmente Lunsford fue condenada por asesinato, abuso infantil y ocultamiento de un cadáver fallecido y ahora sólo queda establecer si la mujer podrá optar a algún beneficio o si deberá permanecer lo que le queda de vida en una prisión.

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