Era una imagen repetida y por eso no extrañó a los gendarmes en la Penitenciaría del Estado de Oregón.
Melissa Ann Blair se dio un largo y tierno beso con su novio Anthony Powell luego de que terminara el horario de visitas.
A los pocos minutos, Powell comenzó a sentirse mal y pese a los esfuerzos terminó muriendo en lo que parecía extrañas circunstancias.
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Sin embargo, pronto se supo la verdad. En ese último beso, Melissa traspasó siete pequeños ovoides con metanfetaminas que tenía en la boca y Powell se los tragó en la larga despedida, según indica The Independent.
Dos de los ovoides se rompieron en el estómago del sujeto, lo que le terminó causando la muerte.
Powell estaba sentenciado a cadena perpetua por el asesinato de su madrastra y trataba, junto a otros delincuentes, de iniciar un negocio de drogas en la cárcel.
Según el abogado de Melissa, el hombre tenía el “control total sobre la vida» de la mujer y “ella tenía que hacer lo que él dijera”.
La mujer finalmente fue sentenciada a dos años de prisión.