Desde el siglo XIX, muchos autores plasmaban en la ficción la posibilidad de crear pastillas donde las personas pudieran ingerir todos los alimentos en uno. Pero solo desde hace más de una década comenzaron a darse avances para que la comida fuese producida a través de la ciencia, de manera sostenible. Precisamente ese es el ángulo que más defienden quienes se han dedicado a crear proyectos para producir alimentos sin impactar el medio ambiente.
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De hecho, según el último informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), se espera que la demanda alimentaria aumente en un 70% para 2050. Si se extrapola esa proyección a los productos ganaderos, estaríamos hablando de una actividad que genera 65% del óxido nitroso de origen humano, el 37% del metano producido por la actividad humana y también el 64% de amoniaco (que contribuye a la lluvia ácida). Esto sin contar el impacto de esta industria agrícola a los bosques y pastizales.
Es por ello que los científicos buscan otras alternativas para crear productos animales sin la primera parte de la cadena de producción alimenticia. De hecho, el científico danés Mark Post ha trabajado desde 2013 en una hamburguesa creada en el laboratorio. Post usó células del tejido bovino para replicarlas, de tal manera que el sabor de la hamburguesa se mantenga inalterado. El científico espera que en unos cinco años pueda ser comercializada. Las dudas y críticas surgen sobre su precio en el mercado y las reticencias de los consumidores al probar algo nuevo.
Desde el siglo XIX, muchos autores plasmaban en la ficción la posibilidad de crear pastillas donde las personas pudieran ingerir todos los alimentos en uno. Pero solo desde hace más de una década comenzaron a darse avances para que la comida fuese producida a través de la ciencia, de manera sostenible. Precisamente ese es el ángulo que más defienden quienes se han dedicado a crear proyectos para producir alimentos sin impactar el medio ambiente.
De hecho, según el último informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), se espera que la demanda alimentaria aumente en un 70% para 2050. Si se extrapola esa proyección a los productos ganaderos, estaríamos hablando de una actividad que genera 65% del óxido nitroso de origen humano, el 37% del metano producido por la actividad humana y también el 64% de amoniaco (que contribuye a la lluvia ácida). Esto sin contar el impacto de esta industria agrícola a los bosques y pastizales.
Es por ello que los científicos buscan otras alternativas para crear productos animales sin la primera parte de la cadena de producción alimenticia. De hecho, el científico danés Mark Post ha trabajado desde 2013 en una hamburguesa creada en el laboratorio. Post usó células del tejido bovino para replicarlas, de tal manera que el sabor de la hamburguesa se mantenga inalterado. El científico espera que en unos cinco años pueda ser comercializada. Las dudas y críticas surgen sobre su precio en el mercado y las reticencias de los consumidores al probar algo nuevo.
1800 galones de agua se van en solo una libra de carne, según un informe de National Geographic.
Sin embargo hay oportunidad de negocio y ya hay proyectos andando. Real Vegan Cheese, por ejemplo, crea queso vegano desde la proteína de la leche a través del génoma animal. Al insertarlo, se procesa la proteína y la leche a la vez. “La levadura es renovable y sostenible. Usar vacas como comida es ambientalmente irresponsable, así que al crear un camino alternativo de producción ayudamos al ambiente y también damos acceso a comida saludable”, dicen en su página web. Otros proyectos en esta corriente son Clara Foods, donde se fabrican huevos de pollo, New Harvest, una fundación donde se financian proyectos que son del mismo estilo e IndieBio, que financia startups con componentes biológicos.
¿Más saludable?
Se podría pensar que al ser producida sin pesticidas y otros componentes químicos y patológicos (como antibióticos y hormonas) tradicionales, estos alimentos pueden ser beneficiosos. Sin embargo, aún no hay estudios contundentes al respecto. Añadido a eso, ya hay un mercado que les ha precedido desde hace años, el de los suplementos alimenticios que ofrecen beneficios preventivos y/o curativos. De hecho, según un estudio de mercado hecho por Zion, muestra que solo en Estados Unidos, para 2022, habrán ganancias de 220.3 billones de dólares en este mercado. Y aunque hay múltiples estudios sobre sus beneficios, ninguna entidad autorizada mundial puede garantizar al 100 % la contundencia de su uso. Sin embargo, los suplementos también se han integrado en la creación de laboratorio y en la producción sostenible. Amway es uno de ellos y su vicepresidenta de investigación, Audra Davies, habló con Metro sobre cómo se crean nuevos componentes para sus productos.
“Investigamos por años para lograr el componente perfecto”
Audra Davies, vicepresidenta de investigación de Amway
¿Cuál es el diferencial biológico de sus productos?
Hace poco lanzamos un producto llamado “Double X”, un suplemento multivitamínico para Japón y Estados Unidos. Combinamos 22 vitaminas y minerales con 22 concentrados de plantas. Patentamos el producto con una mezcla de tres tipos de plantas: cúrcuma, romero y quercitina. Lo que vimos en esta combinación, luego de monitorear miles de materiales, es la respuesta ante el estrés oxidativo.
Hay un “boom” de suplementos nutricionales en el mercado. ¿Cómo es su proceso de producción?
Usamos materiales naturales y también granjas en México, Brasil y Estados Unidos. Cultivamos nuestros productos orgánicamente a través de procesos sostenibles. Siempre hacemos pruebas de manera constante, con prácticas de gestión certificadas y así garantizamos la calidad de nuestros productos. Hay también ciencia en la manera en cómo monitoreamos estos materiales, porque los agregamos a los productos basados en biotecnología para garantizar su beneficio.
¿Cuál ha sido su producto más revolucionario?
Amway tiene una historia larga con materiales botánicos. Uno de ellos es la acerola, la cultivamos en Brasil y la procesamos en Estados Unidos. Tiene un uso amplio en nutrición y en cuidados cosméticos: en la piel da efectos antioxidantes y esto ayuda para las líneas de expresión y arrugas.
¿Cómo es todo el proceso de investigación?
Monitoreamos muchos materiales. Primero desarrollamos un modelo (una simulación de la reacción natural del cuerpo). Esto lo hacemos en un sistema celular y luego lo probamos en un laboratorio, viendo la bioactividad de los materiales. Todo se demora entre 18 y 24 meses. También hacemos investigación agrícola: en los últimos años hemos invertido en un centro de investigación en China donde identificamos material botánico a través de su medicina tradicional. Ahí evaluamos cómo cultivar materiales orgánicamente e identificamos la parte de la planta que arrojará la mayor concentración de fitonutrientes. Ese conocimiento lo transferimos y hacemos pruebas en nuestras granjas para determinar cuál es el mejor sitio para cultivarlo. Esto toma entre cinco y seis años de investigación antes de su comercialización.
¿Cuál es la ventaja de un producto vegetal versus uno hecho de base animal?
Nuestra filosofía se basa en los fitonutrientes: consideramos que hay compuestos en las plantas que hacen una diferencia en la salud humana. Y al investigar con productos botánicos, también pensamos en la sostenibilidad y el medio ambiente.
Sin embargo hay oportunidad de negocio y ya hay proyectos andando. Real Vegan Cheese, por ejemplo, crea queso vegano desde la proteína de la leche a través del génoma animal. Al insertarlo, se procesa la proteína y la leche a la vez. “La levadura es renovable y sostenible. Usar vacas como comida es ambientalmente irresponsable, así que al crear un camino alternativo de producción ayudamos al ambiente y también damos acceso a comida saludable”, dicen en su página web. Otros proyectos en esta corriente son Clara Foods, donde se fabrican huevos de pollo, New Harvest, una fundación donde se financian proyectos que son del mismo estilo e IndieBio, que financia startups con componentes biológicos.
¿Más saludable?
Se podría pensar que al ser producida sin pesticidas y otros componentes químicos y patológicos (como antibióticos y hormonas) tradicionales, estos alimentos pueden ser beneficiosos. Sin embargo, aún no hay estudios contundentes al respecto. Añadido a eso, ya hay un mercado que les ha precedido desde hace años, el de los suplementos alimenticios que ofrecen beneficios preventivos y/o curativos. De hecho, según un estudio de mercado hecho por Zion, muestra que solo en Estados Unidos, para 2022, habrán ganancias de 220.3 billones de dólares en este mercado. Y aunque hay múltiples estudios sobre sus beneficios, ninguna entidad autorizada mundial puede garantizar al 100 % la contundencia de su uso. Sin embargo, los suplementos también se han integrado en la creación de laboratorio y en la producción sostenible. Amway es uno de ellos y su vicepresidenta de investigación, Audra Davies, habló con Metro sobre cómo se crean nuevos componentes para sus productos.
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“Investigamos por años para lograr el componente perfecto”
Audra Davies, vicepresidenta de investigación de Amway
¿Cuál es el diferencial biológico de sus productos?
Hace poco lanzamos un producto llamado “Double X”, un suplemento multivitamínico para Japón y Estados Unidos. Combinamos 22 vitaminas y minerales con 22 concentrados de plantas. Patentamos el producto con una mezcla de tres tipos de plantas: cúrcuma, romero y quercitina. Lo que vimos en esta combinación, luego de monitorear miles de materiales, es la respuesta ante el estrés oxidativo.
Hay un “boom” de suplementos nutricionales en el mercado. ¿Cómo es su proceso de producción?
Usamos materiales naturales y también granjas en México, Brasil y Estados Unidos. Cultivamos nuestros productos orgánicamente a través de procesos sostenibles. Siempre hacemos pruebas de manera constante, con prácticas de gestión certificadas y así garantizamos la calidad de nuestros productos. Hay también ciencia en la manera en cómo monitoreamos estos materiales, porque los agregamos a los productos basados en biotecnología para garantizar su beneficio.
¿Cuál ha sido su producto más revolucionario?
Amway tiene una historia larga con materiales botánicos. Uno de ellos es la acerola, la cultivamos en Brasil y la procesamos en Estados Unidos. Tiene un uso amplio en nutrición y en cuidados cosméticos: en la piel da efectos antioxidantes y esto ayuda para las líneas de expresión y arrugas.
¿Cómo es todo el proceso de investigación?
Monitoreamos muchos materiales. Primero desarrollamos un modelo (una simulación de la reacción natural del cuerpo). Esto lo hacemos en un sistema celular y luego lo probamos en un laboratorio, viendo la bioactividad de los materiales. Todo se demora entre 18 y 24 meses. También hacemos investigación agrícola: en los últimos años hemos invertido en un centro de investigación en China donde identificamos material botánico a través de su medicina tradicional. Ahí evaluamos cómo cultivar materiales orgánicamente e identificamos la parte de la planta que arrojará la mayor concentración de fitonutrientes. Ese conocimiento lo transferimos y hacemos pruebas en nuestras granjas para determinar cuál es el mejor sitio para cultivarlo. Esto toma entre cinco y seis años de investigación antes de su comercialización.
¿Cuál es la ventaja de un producto vegetal versus uno hecho de base animal?
Nuestra filosofía se basa en los fitonutrientes: consideramos que hay compuestos en las plantas que hacen una diferencia en la salud humana. Y al investigar con productos botánicos, también pensamos en la sostenibilidad y el medio ambiente.