Hay cosas que a veces consideramos inútiles, pero que tienen su razón de ser. Y cosas a veces tan insignificantes, que parecen estar ahí todos los días. Y no nos damos cuenta de todo lo que toma para que estas funcionen. Sobre todo, con algo tan trivial como los candados. ¿Qué hay de especial con ellos aparte de que sirven para asegurar una casa?
Una cosa muy pequeña: su hueco, el que está al lado. ¿Servirá para algo? ¿Por qué está ahí?
La ingeniería de lo sencillo
Si se han preguntado -o si hasta ahora han notado- para qué sirve eso o cuál es su razón para existir, es muy fácil. El hueco del candado permite que el agua se drene. Y también, gracias a este, es posible lubricar las piezas de su interior.
Además, como muchos candados se ven expuestos a varias condiciones metereológicas, están expuestos. Cuando llueve se mojan y gracias a este agujero, el agua que entre por el candado y sus partes puede salir por ese agujero y evaporarse.
De hecho, este se fabrica para armar el candado y se deja para que el mismo no se oxide. Pero no todos los candados tienen ese agujero, ya que están hechos para interiores o de otro material inoxidable (muchas veces derivado del plástico). Además, si se mojan, no afecta su funcionamiento, ya que tienen partes que no permiten que entre el agua.
Eso también pasa con los crocs, por ejemplo. Creados en 2007 y expresamente para usarse en deportes náuticos, estos zapatos que media humanidad detesta por “feos” son un éxito en ventas. Tienen agujeros precisamente para evitar que el agua se estanque y llegue a infectar el pie. Se quiere evitar, a toda costa, que se haga una sopa con la temperatura del zapato y de ese calzado.
Irónicamente, en la Semana de la Moda de Londres fueron la pieza estrella gracias a Christopher Kane.
Es algo pequeño y parece insignificante. Pero, ¿de qué sirve en verdad ese agujero que parece inservible, tan misterioso, en los candados?