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“Me considero una mujer hermosa”: Gina Potes

La colombiana, primera víctima de ataque con ácido en el país, pasó por 26 cirugías reconstructivas y más de 70 procedimientos quirúrgicos. Ahora está dedicada a su fundación Reconstruyendo Rostros.

«Actualmente nuestra fundación cuenta con el apoyo de especialistas del sector salud que colaboran de manera gratuita con cirugías recontructivas, tratamientos odontológicos y demartológicos. Dado el incremento en el número de ataques, la Fundación Reconstruyendo Rostros hace un llamado tanto a empresas como a personas naturales para que se unan a defender esta problemática”, Gina Potes, directora de la fundación Reconstruyendo Rostros.

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Kleenex, en alianza con la Fundación Reconstruyendo Rostros, se une a la campaña ‘Luce tu belleza sin maquillaje’. Por la compra de las nuevas toallitas desmaquillantes para los ojos y las toallitas húmedas de limpieza facial, se hará una donación del 4% del valor para ayudar las mujeres de esta fundación a recuperar sus rostros.

 

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Asimismo, las mujeres que suban una foto desmaquillada con el hashtag #sinmaquillaje  y la comparta en Facebook o en la página de Kleenex Latinoamérica se hará una donación de 1.000 pesos.

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Mujeres en Colombia han sido víctimas de ataque con ácido a lo largo de 20 años. Esto convierte al país en el primero con más víctimas que ha dejado este tipo de agresión.

Gina Potes nunca pensó que su belleza la condenaría y la convertiría en la primera víctima de ataque con ácido en el país. “Fue el 26 de octubre de 1996, primero golpeó una señora a mi casa preguntando por un jardín infantil y después un hombre que me lanzó una sustancia en la cara diciéndome ‘quién la manda a ser bonita’”, comentó.

Gina tenía 20 años, sufrió quemaduras de tercer y cuarto grado, el ácido se ‘comió’ su ropa, y su hijo y su hermana de 12 años también resultaron heridos; desde ese momento empezó una lucha que lleva casi 20 años y que poco a poco ha dado resultados, pues creó la fundación Reconstruyendo Rostros, en donde tocando puertas ayuda a  más 50 mujeres víctimas de este flagelo en el país.

Cada vez que se acuerda de todo lo que tuvo que pasar durante los últimos años se le corta la voz, piensa en sus hijos, en su familia que fue un apoyo constante y en la falta de leyes que condenen este tipo de violencia. “Siento que necesito hablar, ayudar a todo el mundo, tocar puertas y mostrar fotos porque no es fácil para una mujer superar esto”, agregó.

Sin embargo, a Gina le ha tocado a traspiés, pues el Estado no le ha otorgado ningún tipo de ayuda y más bien han llegado a su vida ángeles, como ella los llama, como el doctor Alan González, los médicos Sergio y Alexandra Rada, el oftalmólogo Eugenio Cabrera y el odontólogo Ciro Garnica, quienes le han dado a una mano a ella y las víctimas de la fundación.

¿Cómo nace la fundación?  

La fundación nace en el 2012. Sin conocimiento, pero sí desde el amor más grande y con las ganas de luchar, mientras que de alguna manera me permitieran a mí y a las sobrevivientes tener una vida distinta, oportunidades frente a la salud, a la vida. Ahí empecé a tocar puertas, aprendiendo, estudiando, instruyéndome, qué era un estatuto, en dónde la conformaba, ante quién se radicaba.

¿Cómo es el trabajo con las mujeres de la fundación?

Las chicas siempre han estado ahí al lado mío, obviamente ellas tienen su vida y hacen lo que pueden, pero tenemos muchas esperanzas puestas en esto. Esto es un proyecto de vida para mí y con nuestros ángeles ayudamos en la medida de lo posible a estas mujeres; también reciben ayuda psicológica, porque somos víctimas, pero debemos seguir luchando.

¿Cómo fue ese proceso de reconocimiento de ser la primera víctima de ataque con ácido?

No fue nada fácil. En el año 2012 cuando yo decidí hablar y saber qué estaba pasando en el país, me di cuenta que así como mi caso quedó en la oscuridad, el de otras mujeres igual. Después de tanto luchar tuve el reconocimiento, pero igual se quedan cortos porque las víctimas han aumentado.

¿Cómo se involucró su familia en este proyecto?

Mi familia siempre ha estado conmigo. Ellos me apoyaron desde los primeros años impulsándome a seguir viviendo; tuve unos hijos que crecieron viéndome en una cama, con una depresión grande porque nunca fueron a un cine, a un parque conmigo, en fin… yo no quería salir por lo que me había pasado.

Cuando decidí emprender la causa de la fundación, les dio duro y pensaron que iba a ser difícil porque estuve encerrada desde los 20 años hasta los 35. Aunque había conocido la maldad del mundo, me había encerrado; igual me apoyaron al cien por ciento, especialmente mis hijos que ya están grandes, uno de ellos que es Andrés, que sufrió quemaduras como yo, está en octavo semestre de sociología y es mi mano derecha, mi todo.

¿Hay hombres involucrados en la fundación?

Sí hay hombres en la fundación, pero yo trabajo con las mujeres y para las mujeres, primero porque me pasó y porque tengo 57 chicas que necesitan ayuda. Tu ves las noticias y de esas 50 personas quemadas con ácido, 48 son mujeres; la intencionalidad de la agresión de una mujer que quema a un hombre es totalmente distinta, por supuesto deja secuelas, pero hay que dejar claro que esta es una agresión de género, es por el hecho de ser mujer.

¿Qué pensaba la Gina de hace 20 años y que piensa la que está ahora acá?

La Gina de hace 20 años era muy soñadora, a pesar que fui madre joven tenía muchos sueños y expectativas, me consideraba una mujer muy bella físicamente y en algún momento pensé que la belleza lo era todo, pero de alguna manera me he dado cuenta que estaba errada en mucha cosas.

Los sueños no son los mismos, los pensamientos absurdos que la belleza es enmarcada en un cuerpo perfecto ya no son las mismas y me enorgullece decir esto porque por más cicatrices que tenga me considero una mujer hermosa que no demerita nada frente a otra. Los sueños cambian, y la perspectiva de la vida y de uno mismo cambia. Ahora soy más consciente y más sensible, y me mueve el actuar para ayudar a las personas porque esto no es cuestión de Gina sino de todos en la sociedad.

Conservo mi feminidad, esa esencia de ser mujer no se pierde por más cicatrices que tengamos, esto es más bien cómo Gina potes se va reconstruyendo en una sociedad que le dio lo que le dio, como sobreviviente.

¿Cómo ser víctima pero no victimizarse?

Es algo que se aprende con el tiempo, porque seremos víctimas siempre, pero no hay que sentir pesar de nosotras. Además los que nos victimizan en su mayoría son el los entes del gobierno que no atienden, ni proporcionan ayuda, y las demás personas indolentes.

Para ser víctima simplemente hay que ser mujer y ser blanco de algún tipo de violencia. Pero no hay que victimizarse, más bien pensar en salir adelante, pensar en que ya pasó y que aunque quedarán secuelas el mundo sigue rodando y siguen viviendo. Hay que sentirse capaz a pesar de lo que pasó, sentirse bella, valiente y sentirse la dueña del mundo y que me lo puedo ‘comer’ a dos manos; así el día que yo entre a algún lugar lo diga con un voz firme.

Todos somos seres humanos y merecemos que se respeten nuestros derechos, pero la cuestión es creérselo. Por supuesto que hay personas indolentes, pero hay otras que entienden el problema y quieren apoyar; es más la actitud que uno tome frente a la vida.

Ya no le da miedo mostrarse…

No, cuando uno empieza a soltar el drama con el que se vivió y el que la gente no conocía, todo va saliendo. No digo que sea fácil, para nada, pero creo que de alguna manera esto ayuda a pararme frente a una cámara, si se me ven o no las cicatrices no importa. Pero todo esto ha sido un paso a paso, porque uno aprende todos los días, conoce gente y mujeres maravillosas que han luchado por la erradicación de la violencia desde años atrás y por eso hay que dar la cara.

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