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‘Raya y el último dragón’, una lección sobre la confianza y las segundas oportunidades

Hablamos con las mentes detrás de esta película animada, que se inspiró en toda la mística del sudeste asiático

Raya y el último dragón
Raya y el último dragón Raya y el último dragón - Cortesía

La nueva cinta de Disney cuenta la historia de Raya, una joven guerrera de la antigüedad que sueña con lograr la unificación de los pueblos de Kumandra, un lugar inspirado en diferentes puntos del sudeste asiático. La traición de algunas personas hacia Raya y su familia, además de la persecución de los seres conocidos como Drunn, desencadenará una tragedia que pondrá a prueba sus habilidades de supervivencia, pero también su nobleza y la capacidad de perdonar, un tema que será recurrente en toda la película.

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En la cinta también vemos cómo la magia de las creencias ancestrales es protagonista, y la historia nos habla sobre la divinidad y majestuosos poderes de los dragones, seres que creían extintos pero cuya invocación será clave para los propósitos de Raya.

Para entender cómo se hizo toda esta película, PUBLIMETRO conversó con el director Carlos López Estrada (quien codirigió junto a Don Hall) y con la productora Osnat Shurer.

Para empezar, el mexicano Carlos López nos contó cómo llegó a hacer parte de esta producción como una apuesta de Disney por incluir directores extranjeros jóvenes. Gracias a su película Blindspotting (2018), lo descubrieron y lo llamaron para hacer parte. «Para mí, entrar a Disney fue un reto y una sorpresa especial en mi carrera. Yo crecí viendo películas de Disney pero nunca me imaginé estar de este lado haciendo una», comentó. «La forma en la que Disney Animation construye sus historias es totalmente diferente a todos los proyectos donde yo he trabajado, es muy colaborativo, hay muchas personas involucradas creativamente en el desarrollo de la historia. En el estudio hay más de 1000 empleados trabajando en todas las películas». Y entre esas personas, López trabajó de la mano con la productora israelí Osnat Shurer, quien traía experiencia de películas como Moana y quien además fue directora de Pixar Animation Studios.

El mundo de Kumandra

Esta productora fue una de las mentes detrás del mundo colorido y místico que vemos en esta cinta, de la cual habla como un proyecto que abordó desde el respeto y la admiración por las culturas del sudeste asiático. «Teníamos una historia de cómo había cinco pueblos separados y cómo se habían dividido y se habían vuelto diferentes entre sí. Hablamos de que teníamos de inspiración un área muy grande del planeta, son 11 países y muchísimas culturas, religiones y tradiciones. Algo que nos encantó fue las diferencias entre ellos se encuentran y se unen de una forma maravillosa. Nos sentamos en cada una de estas tierras y nos preguntamos por sus paisajes, quiénes son, qué tan conectados se sienten a sus tierras… y después, teníamos qué pensar cómo conjugar esto en nuestra historia de fantasía, trabajo que hicimos con muchos antropólogos, expertos en textiles y arqueólogos de la región. Teníamos que preguntarnos, por ejemplo, cómo se construye en una región de alta montaña donde solo crece el bambú. Con cada cosa que diseñamos tuvimos que aprender de nuestros expertos y mezclarlo con lo que la historia requería y lo que imaginábamos para el relato», cuenta Shurer, quien también participó del guion de esta historia.

Con esto en cuenta, tanto López como Shurer nos hablaron de algo que no puede faltar en las películas de Disney: un buen compañero y personaje secundario, amigo de aventuras del personaje principal (Raya), que es en este caso es un armadillo-pug llamado Tuk Tuk. «Es gracioso porque este personaje surgió de una conversación en la que dijimos, ‘bueno, ella necesita un transporte, un caballo o algo’. Entonces alguien sugirió una cochinilla, estos insectos que ruedan, pero en una versión de armadillo con cara de perro pug, por aquello del componente tierno, y ya después le agregamos la silla donde se sienta Raya. Inicialmente, no iba a ser parte de toda la película, pero lo dejamos porque Raya necesitaba alguien con quien hablar al comienzo, necesita compañía… y bueno, después resultamos incluyendo todos estos personajes curiosos que ven en la cinta y que nos divertían mucho», explica Shurer.

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«Uno de nuestros escritores fue quien sugirió, de la nada, que viéramos una versión de Tuk Tuk como bebé, y eso cambió toda la historia. Pero creo que algo muy especial de este personaje es que Tuk Tuk representa una de las pocas cosas que Raya puede llevarse consigo de su hogar y de su hogar, es su única conexión con el pasado y con su niñez, entonces el personaje existe por razones prácticas, pero también emocionales», agrega López.

Una lección sobre la confianza

A la larga, esta historia plantea la posibilidad de que la única manera de resolver el conflicto con nuestros vecinos y con quienes viven y piensan de manera diferente a nosotros, es confiando y dando nuevas oportunidades, explica este director. «La confianza fue el ingrediente secreto. Cuando estábamos desarrollando la película nos dimos cuenta que antes de poder meternos en rollos diplomáticos, filosóficos, políticos, lo primero que necesitas es tener la intención de querer establecer una conexión. Si existe una fractura, una división, necesitas confianza para poder decir ‘vamos a intentar reestablecer este puente’. El viaje en que se embarcan depende de la confianza, y la película muestra cómo estamos fracturados por no poder confiar en el otro».

*La película estrenó el pasado 5 de marzo y puede verse en salas de cine autorizadas o en la plataforma de Disney+ desde la opción de premier access (cuyo costo en Colombia es de $49.900). Hará parte del catálogo general de dicha plataforma a partir del 23 de abril.

Raya y el último dragón, una lección sobre la confianza y las segundas oportunidades

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