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‘Distrito Federal’, un álbum que suena a la vieja Ciudad de México

Hablamos con Camilo Lara, la mente detrás de Instituto Mexicano del sonido, a propósito de este nuevo álbum que verá la luz el 5 de febrero

Distrito Federal, el nuevo álbum de Instituto Mexicano del Sonido
Distrito Federal, el nuevo álbum de Instituto Mexicano del Sonido Distrito Federal, el nuevo álbum de Instituto Mexicano del Sonido - Foto: Andrés Navarro / Cortesía

Camilo Lara inició Instituto Mexicano del Sonido (IMS) en 2006, y desde entonces se unió a un movimiento de creadores que querían reencontrarse con los sonidos tradicionales aprovechando el boom de las fusiones y la llamada world music. En esa movida, IMS se abrió paso con sus cumbias rebajadas enmarcadas entre sintetizadores.

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Ahora, Camilo Lara presenta Distrito Federal (estilizado como D.F. en la portada del disco), un álbum lleno de nostalgia y algunos guiños a la cumbia colombiana con colaboraciones como la de El Antídoto junto a La perla, un trío de músicas caribeñas.

¿Qué significa este disco para Instituto Mexicano del Sonido?

El disco se llama Distrito Federal. La ciudad de México se llamaba Distrito Federal y hace un par de años cambió de nombre a CDMX, que es la Ciudad de México. El cambio fue un síntoma de una ciudad que tenía tiendas de barrio y cosas increíbles, aunque también cosas horribles, que pasó a ser una ciudad moderna con algunas cosas que trae la modernidad, como el hecho de ser una ciudad bastante estándar; se ve como cualquier otra ciudad. Quise contar la historia de la ciudad donde viví, son historias pequeñas. Es también la historia de la gentrificación. Esto que le pasó al D.F. le pasó a Bogotá, yo he visto (risas) y le ha pasado a Los Ángeles, a todas las ciudades que empiezan a tener un crecimiento. Se van estandarizando y las cosas preciosas que tenían se pierden, así como las cosas feas se van volviendo mejores.

Una impresión que deja este disco es que se trata de una exploración a modo de paisaje sonoro, ¿fue esa la intención?

Sí, totalmente, son pequeñas postales, ideogramas de que cada canción es una idea muy concreta en cuanto a sonido y letra. Entonces no quería contar como historiador, ni me paga el gobierno del Distrito para hacer nada de eso (risas) entonces quise contar algo muy personal, que son mis pequeñas postales de la ciudad.

Este álbum tiene momentos de nostalgia de esa vida de barrio, pero también momentos de alegría, de baile, ¿en qué espacios se imagina sonando este disco? ¿Es un álbum para poner en la casa o en las fiestas?

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Sí, supongo que cuando hago los discos me imagino que los escuchan en sus casas, pero ya cuando salgo a tocarlos como que pienso que me gustaría hacerlos totalmente diferentes para que bailen. Entonces la experiencia con esto era hacer un disco a ver dónde me llevaba el sonido y es un disco que estuve un par de años haciendo en diferentes partes del mundo. Me llevé todas las canciones en una maleta, y en cada oportunidad que tenía me metía en un estudio y grababa con gente. Por eso hay colaboraciones tan particulares. Por ejemplo, me eché una semana grabando en Bogotá después de un show con un montón de artistas. Al final se quedó la de La perla, pero grabé con un montón.

Como medio colombiano tenemos que preguntar qué papel jugó la cumbia colombiana, la tenemos presente en diferentes momentos del álbum junto a las cumbias mexicanas…

La cumbia colombiana está en el top tres de cosas que me definen, me encanta y siempre le he tenido mucho respeto. De hecho, la primera vez que fui a Colombia me pareció rarísimo ir a tocar a un lugar donde efectivamente tenían mucho mejor cumbia de la que podríamos tener en México, entonces pues, es parte de mi vida, siempre ha sido. En esto en especial, el tema de La perla (El antídoto) amalgamó el sonido de un sonidero mexicano, pero que al mismo tiempo tiene todo lo orgánico de la cumbia colombiana, y además la energía de ellas, que son súper poderosas. Al final, cuando ellas metieron su parte, la canción tomó otra dimensión; de ser una canción electrónica pasó a ser un rito pagano.

«La cumbia colombiana está en el top tres de cosas que me definen, me encanta y siempre le he tenido mucho respeto»

– Camilo Lara

En cuanto a la parte lírica de las canciones, ¿podríamos decir que todas tienen un mensaje que las une?

Mucho de la letra eran mías, al inicio, y después los colaboradores fueron metiendo sus cosas, pero la idea inicial, la chispa, está basada en la ciudad romántica, como algo que ya no tienes. A partir de ahí empecé a desarrollar las letras y obvio hubo cosas que yo no esperaba que pasaran, pero que al final tomaron sentido. Las canciones que no tomaron sentido pues las dejé fuera del disco, eventualmente las sacaré, o ahí se quedarán (risas).

Tenemos esta canción, My America is Not Your America… ¿cuál es la America del IMS?

La América que conocemos tú y yo de los indios mapuches, de los canadienses, de todos los que habitan el continente. La América que no creía que pasaba en Estados Unidos es la de la inclusión, la de pensar que todos somos americanos y que estamos en el mismo lado del mundo. De repente con el muro y todo eso parecía que Estados Unidos se estaba creando su propia «raza» de americanos sin contemplar a los demás. Y eso era, un mensaje de unidad, por un lado, y por otro, de pensar que las cosas tenían que cambiar, eso es América.

Este disco llega en un momento donde políticamente hay grandes cambios. Sin ánimo de ser muy inocentes, sí se siente un alivio por el cambio administrativo en Estados Unidos, ¿cayó en cuenta de esa sincronía?

¡Uy! ¿Cómo no va a haber alivio? (risas). El video de My America se hizo en las marchas de Black Lives Matter, y tenía toda la intención de ser más que un video, quería que fuera una herramienta que cambiara esa administración, que saliera Donald Trump. No es que con este video se fuera (risas), pero creo que por lo menos sí, con muchas otras cosas, fue cambiando la polaridad. Era importante. La verdad, la historia tuvo un buen desenlace. Pero si no, estaríamos en una posición de haber estado haciendo todo eso para luego pagar las consecuencias de haber alzado la voz. Era algo que se tenía que denunciar. A cada rato me pasa que no tengo barreras entre lo político y lo musical, es parte de mi vida. En Latinoamérica todos vivimos muy cerca de la política, era un tema muy sensible para mí, especialmente, porque vivo entre México y Estados Unidos. Sí era una cuestión de jugarse el pellejo pa’ que pasara.

¿Cómo se suma este disco a sus otros trabajos, Méjico Máxico y Disco Popular y qué nos dice de la identidad de Instituto Mexicano del Sonido?

Son momentos de vida, yo cada disco lo hago en un periodo de tiempo y luego de un rato volteo y veo de cómo cada uno era una bitácora de lo que pasaba y lo que pensaba, lo que me preocupaba y lo que no, cuánto fiestié y cuánto no, entonces este es eso. Pasan los años y vas viendo que tu carrera y tus discos hermanos se parecen en ciertas cosas. Va a ser interesante ver D. F. en unos años y decir, ‘ah, mira, eso es porque estaba obsesionado con el Distrito Federal y con la nostalgia de donde vengo’.

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