«En el fútbol, la verdadera competencia se juega afuera de la cancha», con esta frase se nos presenta el tráiler de El presidente, una serie dirigida por Armando Bo y creada por Pablo Larraín, protagonizada por Andrés Parra en la piel del corrupto expresidente de la Federación de Fútbol de Chile, Sergio Jadue.
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¿Cómo contar una historia que tuvo tanta tela por cortar? Hablamos con el director Armando Bo, quien nos aseguró que, lo primero, era entender que esto no tenía otra forma de hacerse sino en forma de parodia. Para este cineasta argentino ganador del Óscar (Birdman, 2014), esta historia debía reflejar el manejo que existía de la Conmebol a modo de «embajada», donde todos tienen una especie de inmunidad diplomática. «Estos viejos manteniendo todo un negocio en una posición de poder… creo que es algo fascinante y algo que al mismo tiempo, para mí, tenía mucho humor», comentó.
Algo particular que notarán quienes vean la serie, es que el narrador no es otra figura sino el expresidente de la AFA, Julio Grondona. «En algún punto el FIFAgate explotó cuando murió él, y fue una especie de prócer del mundo del fútbol», cuenta este director. «Creo que también tiene la autoridad por haber sabido cómo es esta historia, y nos pone en un lugar de parodia donde nos muestra todos los secretos de cómo fue manejado todo, era muy interesante para contar. La verdad, fue una decisión acertada porque nos pone en un lugar de realidad y de ficción, que juega un poco con el tema y tiene esa autoridad. Al no tener que perder puede ser muy entretenido».
La serie, que lleva pocos días al aire desde que se estrenó este 6 de junio, ya ha causado algo de controversia. Sin embargo, para Armando Bo esta no es una historia nueva, sino «algo que estuvo en los medios, fue escrito en los libros, hubo notas periodísticas», y asegura que solo están «contando esta posible realidad paródica sobre la situación». A quienes se molestan con el tema, este director sugiere que busquen los documentos oficiales que se escribieron sobre el caso. «Nosotros lo que hicimos fue agarrar la información y ponerla en la pantalla, articulara en el modo de la parodia y la sátira para jugar un poco con este tema y que no sea un escándalo más de corrupción», agregó.
Un reto a la medida de Andrés Parra
Para el público colombiano también hay un atractivo adicional y es que un actor de la talla de Andrés Parra sea el protagonista de la historia. Armando Bo lo describió como un «genio y un actorazo, un tipo con una calidad humana espectacular», pero también como un talento del cual la cámara se enamora: «Andrés tiene esa cosa de poder hacerte reír y emocionar, pero al mismo tiempo que tengas ganas de verlo. Creo que le dio una realidad a ese Jadue, que en realidad no sé si están querible, de alguna manera lo puso en un lugar muy especial. Eso lo hacen solamente los grandes actores y él es un gran actor. Para mí fue un orgullo trabajar con el», comentó este director.
Desde una postura de humildad, Andrés Parra nos cuenta del reto de aprender a hablar como chileno, para lo cual trabajó con dos entrenadores de voz diferentes. «¡Qué bollo! ¿Sí o no? Yo agradezco mucho que la gente crea que yo tengo como una facilidad», dice este actor, el mismo al que ya le han encomendado personajes como Pablo Escobar y Hugo Chávez en su carrera: «creo que tengo un oído medio atento, pero la verdad es que paso mucho tiempo frente al computador estudiando, oyendo, acostumbrándome a le melodía, tratando de pillarme como qué palabras, qué consonantes se comen, cuáles no. Pasó una cosa muy bonita que es que, cuando ya llegas a rodar, sientes mucha vergüenza, es como uno aprende a hablar inglés pero no suelta la lengua, superar el oso es súper importante. Cuando ya logras superar el oso que te da hablar chileno, porque da mucho oso al principio, empiezas a darte cuenta que de pronto no suena tan mal y te vas llenando como de confianza y ya llega un momento en que uno suelta la lengua y uno se apropia de ese acento y aparece».
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Además del acento de Jadue, Parra se enfrentaba a un personaje polémico, al cual intentó no caricaturizar: «todavía tengo ese miedo. Hay que tener presente que el resonador de Jadue, donde está ubicado, hace que hable de una manera muy particular, tiende a ser nasal. Eso sobre todo me daba como susto. En algún momento de pronto me lo plantee, dije: ‘¿será que sacrifico eso? La gente que no lo conozca puede pensar que me estoy burlando o que lo que quise hacer fue una caricatura’. Pero al final dije ‘no, no o sea yo no tengo la culpa de que el man hable así, si logramos entre todos crear un personaje creíble, con el departamento de arte, vestuario, maquillaje y demás, eso no tiene que pasar’. Pero sí es la gran preocupación, y cuando acepto un personaje de estos conocidos, ese es el gran problema al que yo me enfrento», agregó Parra.
Pero además, este actor caleño nos habla de cuál es ese Jadue que pudo conocer entre las líneas del libreto, inspirado en el ser humano real que tiene un deseo de superación, pero que recibió un castigo social luego de ser una persona víctima de matoneo en su juventud.
«Hay una revancha, un deseo de no ser él. Y en eso se parece a mí. Yo, al final, de pronto creo que soy actor también por no querer estar demasiado tiempo conmigo mismo», dice Parra. «Jadue es un tipo que no quiere ser él, que no le gusta de donde viene y que se casa con esta mujer ambiciosa. Tiene la mala fortuna, además de que por cosas de la vida cae parado en la presidencia. Se empieza a codear con el poder, descubre la corrupción porque no hay otra opción, le coge gusto al poder. Creo que sobrevivir al poder es muy difícil, yo ya he transitado por tres, cuatro personajes poderosos y digo que no es fácil tampoco. La tragedia de este hombre es que no quiere que nadie sepa su verdad y de repente, de un día pa otro se revela de una manera absolutamente escalofriante y esa es la caída de este man. Eso pa’ un actor es un viaje muy sabroso».
Para Andrés Parra, hacer este tipo de personajes «difíciles» se convirtió en una marca personal que agradece, pues este tipo de retos lo mantienen apasionado por la actuación. «Debe ser que Dios oye mis oraciones, yo todas las noches le digo: ‘ay, que me llegue uno así bien tenaz’. A mí me fascinan. Si me llega un personaje medio ‘ni fu ni fa’, prefiero quitarme. Si yo no tengo un reto que me implique un trabajo complejo, no sé qué hacer con mi tiempo. Para mí es mucho más difícil abordar un personaje de la ficción, sufro mucho más con un personaje no conocido, que con un personaje conocido. Con los personajes conocidos digo: ‘ya sé qué tengo que hacer, ya conozco la receta, ya sé cómo se agarran’ y hasta ahora no me han abandonado. Pero me llega un personaje de ficción y yo no sé que ponerme a hacer. El tema me encanta… los personajes que incomodan, que enfrentan al espectador consigo mismo o con su entorno. Siento que para eso es que soy actor, ese es mi aporte. Y si se entretienen, pues también chévere», comenta.
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