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Los árboles colombianos y su mensaje de sostenibilidad en ‘Los secretos olvidados del bosque’

*Para todas las edades: a través de este libro, dos escritoras comparten un mensaje de conservación a través de los relatos que cuentan los árboles que se encuentran en el territorio nacional.

Catalina y Natalia Zuleta, dos educadoras, viajaron por todo el país con la premisa de que no se puede apreciar aquello que no se conoce. Los árboles que conforman los bosques colombianos podrían ser la clave para que las personas reconozcan su entorno, que más que un paisaje es un ecosistema vivo del cual todos dependemos para subsistir. Así lo expresaron en este libro, del cual le hablaron a PUBLIMETRO.

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¿Por qué escribir Los secretos olvidados del bosque?
Catalina Zuleta: Surge de esa conexión que tenemos como educadoras y personas que trabajamos en contextos de transformación, de dar respuesta a todas las problemáticas que enfrentamos en esta era tan compleja en relación a la sostenibilidad. ¿Qué nos dirían los árboles, si hablaran, sobre nuestra relación con la naturaleza y la manera en que nos hemos desprendido de una relación armónica al punto de causar daño. La intención es reconstruir una nueva consciencia de ser humano y de especie que nos permita relacionarnos de una manera más equilibrada, que todo lo que tomemos de la naturaleza tenga un sentido y que no saquemos más de lo que ella nos puede dar.

¿Cómo generar esa consciencia a través del libro? Por ejemplo, para quienes viven en las ciudades y están algo desconectadas de la naturaleza…
Natalia Zuleta: lo que hacemos es tratar de acercar a las personas a los conceptos de sostenibilidad de una forma inspiradora para su vida cotidiana. Yo siento que el haber elegido árboles que son representativos de diversas regiones y ciudades del país hace que la gente comprenda un poco más lo que está pasando en su entorno inmediato. En el caso particular de Bogotá, una ciudad con tantos problemas con su calidad del aire, hablamos del encenillo, que es un árbol que está en el bosque alto Andino y que, por ejemplo, rodea Bogotá en territorios como Guasca y que es el responsable de absorber las partículas de carbono que hay en la atmósfera.

Si las personas empiezan a entender la relevancia de los árboles en los contextos urbanos los van a valorar más. A nivel también de políticas públicas y de gobierno, es una oportunidad para llamar la atención de los gobernantes y volcarla hacia el tema de cómo conservar esa diversidad que aún existe en fauna y flora en medio de las ciudades que están en vías de desarrollo.

Creemos que es un momento definitivo en donde la crisis climática cada vez nos toca más en nuestra cotidianidad. El tema de la pandemia definitivamente, como la que estamos viviendo ahora, no es aislada de lo que sucede. En el prólogo del libro, el ecólogo y ambientalista Gustavo Wilches dice que lo que sucede ahora es el sistema inmunológico de la tierra tratando de defenderse. Creo que el libro es clave en acercar a la gente ese tema de sostenibilidad que a veces se siente tan lejano y que sentimos que es responsabilidad exclusiva de los gobiernos o las organizaciones.

¿Cuál es el público objetivo de este libro?
N. Z.: Cualquier persona. Desde un adulto hasta un niño. Es un libro que no es técnico aunque tiene información precisa sobre objetivos de desarrollo sostenible y características de los árboles. Tiene historias, relatos y enseñanzas sobre sobre la vida misma, sobre cómo podemos recuperar la conexión de la naturaleza y a través de ella hacernos más humanos, más sensibles y responsables de lo que está sucediendo hoy en el mundo.

¿Cuál es la sensación que les gustaría generar en las personas que lean el libro?
C. Z.: Yo lo resumo en una frase: ‘somos naturaleza’. Creo que uno de los grandes problemas es que nos hemos visto fuera de ella y en esa misma medida nuestras acciones son irresponsables porque no no la valoramos en la dimensión que es. El mensaje es entender el planeta como un sistema complejo en donde cada uno de sus componentes interactúan en una armonía donde si no se tiene cuidado se puede vulnerar la vida de cualquier especie. No solamente de los árboles y de los animales, sino la nuestra propia. En ese sentido, los bosques son una representación real de la existencia.

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Queremos que haya una sensación de reflexión y de consciencia, pero también de esperanza y de no delegar nuestra responsabilidad a otros, sino a cada uno de nosotros, desde qué comer, cómo vestirnos, qué usar, qué comprar y dónde comprarlo.

N. Z.: Es darnos cuenta que somos parte del problema, pero al mismo tiempo somos parte de la solución.

C. Z.: Y como es un diario de viaje, queremos transmitir esa sensación de que lo que no conocemos no lo podemos querer. Cuando salimos a caminar estamos en contacto con alguna forma de vida que nos está comunicando que somos parte de algo más grande que nosotros mismos. Por eso el libro tiene tantas referencias al arte, a la literatura, a la danza, porque además está conectado con grupos indígenas que tienen una cosmovisión compleja e integrada: ellos no dividen la naturaleza de la cultura ni de la política. Recordar cómo vivían nuestros ancestros en relación a la naturaleza es supremamente importante para recuperar esa forma de relacionamiento equilibrada y armoniosa que tenían.

 

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