Esta cinta colombiana cuenta la historia de Julián, quien siendo apenas un niño termina involucrado en un asesinato. Al crecer se encuentra con que las comodidades con que vive no alcanzan para encubrir la violenta realidad en que viven él y sus amigos. Pronto se hastiará de la decadencia de la sociedad y caerá en el mismo juego del que huyó cuando era pequeño. Esto fue lo que nos contó el director Luis Alberto Restrepo sobre esta, su más reciente producción.
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¿De dónde viene esta historia, y por qué termina ocurriendo en Medellín?
Esta película sale de un libro que escribieron Juan José Gaviria y Simón Ospina, que recoge unos hechos reales y la leyenda urbana que se formó alrededor de ellos. También tiene un poco de la imaginación de los autores. Ellos escribieron una novela que cuando la publicaron se llamaba Para matar a un amigo, que es policíaca y recoge lo hechos que nombraba. Yo la leí hace algunos años y me interesó hacer una película con ella, me puse de acuerdo con ellos y comenzamos a trabajar en el guion. La película es un poco distinta porque es la vida de este muchacho, sus amigos y su familia cercana. Es diferente la construcción de la película que la del libro, pero cuentan básicamente la misma historia. Tiene mucho de nuestra imaginación, pero viene de unos hechos reales.
¿Cómo fue la creación del guion?
La película se sitúa a principios de los años 80 y después da un salto a los 90, no es una reconstrucción de hechos reales, pero sí una reconstrucción de la época y retrata eventos que sí sucedieron en esa época en Medellín y que fueron muy conocidos en todo el país, como por ejemplo una masacre en un bar, la bomba de la Plaza de Toros, ese tipo de hechos los vemos varias veces.
Vemos una especie de retrato de esta clase alta que está harta de sí misma, ¿la idea era hacer una crítica directa o no era esa la intención?
No, yo escogí esta anécdota porque es una que lo pone a uno como frente a un espejo de lo que fueron los 80 y 90 en esa crisis social tan desatada y tan fuerte que hubo en todo el país. La historia nos pone en frente de eso narrado a través de los ojos de unos muchachos de clase alta que supuestamente tenían todo en la vida para vivir una vida muy agradable, muy productiva y relajada. Y sin embargo terminan envueltos en ese remolino de violencia que había en el país en ese momento y destruyendo sus vidas.
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En la cinta, por momentos, se siente que es más fuerte lo que se calla que lo que se dice…
Sí, es una manera de narrar las cosas de una manera sutil, porque esta es una película que de alguna forma está hecha para los colombianos que vivimos esa época, o para quienes no lo vivieron pero escucharon a sus padres hablar de todo lo que pasó. Igual hay que ser claros en que este país no ha cambiado mucho, tampoco. Ha mejorado un poquito pero sigue siendo muy difícil, entonces los colombianos entendemos que este tipo de historias reflejan un poco la sensación que tenemos de que es un país que no avanza, que está como enclaustrado en la violencia, la corrupción y la injusticia social. Por eso está manejado con sutileza lo que no se dice, porque un poco lo que yo quería hacer con esa película es mostrar que mucho de la crisis que vivimos tiene que ver con nuestra forma de ser, la llevamos adentro de alguna manera. Esta película habla del racismo, del clasismo, el machismo, la xenofobia, de esa cultura del dinero fácil, que está en la estructura de este país. Aquí llegaron los españoles a buscar el dorado y como que nunca salimos de ese sueño del dinero fácil y del ‘yo defiendo mis intereses por encima de quien sea y del que sea’. Es un país que respeta muy poco al prójimo, y por eso la gente se defiende y solo piensa en cuidar y defender sus cosas, de eso habla esta película.
Es claro que se tocan temas y situaciones difíciles para muchos colombianos, ¿en algún momento tuvo temor de que se malinterpretara por alguna de las temáticas que se narran en la película?
Sí, yo siento que hay mucha gente que preferiría no mirar todo lo que ha pasado aquí, o no mirarse a sí misma. Pero yo creo que la misión de la creación artística es poner a la gente ante la vida que ha vivido y el mundo que lo rodea. Y así, la única manera que tenemos de cambiar este país es tener muy claro todo lo que ha pasado y lo que eso ha significado conociendo el daño que nos ha hecho. Realmente esquivar ese tipo de temas en Colombia no solo es muy fácil, sino que es absurdo. Yo entiendo que haya gente que diga ‘ya no quiero oir más esto’, pero la verdad esta es una película que mira el tema de una forma distinta. Una cosa es la gente que vive en la miseria, y otra cosa la gente que aparentemente tiene su vida organizada y que sin embargo también se ve envuelta en la problemática social y el remolino de violencia que vivimos en el país. Más que malinterpretar, entiendo que haya gente a quien no le guste, pero es que esto es necesario. Además esta es una historia muy sorprendente y extraña y en ese sentido creo que es entretenido para la gente.
De todas estas reflexiones, ¿con cuál le gustaría que se quedaran los que vean la película?
Creo que es el hecho de que de todas esas actitudes que tenemos los colombianos están los problemas que tenemos que vivir. Es por culpa de ese machismo, es por culpa de ese clasismo, es por culpa de ese racismo, esa xenofobia y esa manera tan egoísta de ver el mundo en el país que tenemos. Yo creo que ese es el mensaje. Tenemos que cambiar todos para que esto de verdad cambie.