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‘Lapü’, un sueño wayúu en la pantalla grande

Una exploración de la cosmogonía de este pueblo al norte del país revela cómo hay necesidades y preguntas espirituales que no cambian con el pasar de los años

Lapü, con un acento en la ‘u’, no es un documental. Tampoco es una cinta de ficción, razón por la cual funciona mejor definirla como un híbrido entre ambos géneros, un punto en el que convergen la contemplación cinematográfica y el sentimiento de estar aprendiendo algo nuevo sobre los wayúu a través de sus relatos.

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Esta película es la ópera prima de los directores colombianos César Jaimes y Juan Pablo Polanco, cuyo estreno mundial tuvo lugar en el Festival de Cine de Sundance (2019) y posteriormente hizo parte de la sección Forum del Festival de Cine de Berlín. Las calificaciones que ha recibido Lapü (palabra que significa «sueño» en wayuunaiki) por parte de la crítica incluyen grandes halagos con frases como «poema visual» y «una oda a la belleza de la muerte», entre otras, y al verla queda la sensación de que estas descripciones se quedan cortas.

«Soñé que andaba perdida, y me encontré con los muertos»

La cinta lleva al espectador a conocer a Doris, una joven wayúu que después de un sueño comprende que su prima, que ha muerto hace diez años, le está pidiendo que exhume sus restos y los vuelva a enterrar en el cementerio de la familia en la alta Guajira. Este ritual, llamado el ‘Segundo Entierro’, es un evento importante en la vida de estos indígenas, y será un proceso de catarsis que hará que Doris entre en contacto directo con la muerte, el mundo de los espíritus y los recuerdos de su prima. La historia es real, y Doris la compartió con estos cineastas para ilustrar parte de su manera de ver el mundo. Lo que vemos en la película es una recreación de lo sucedido.

 

«Lapü tiene muchos elementos documentales, pero también muchos de ficción», dice Juan Pablo Polanco, uno de los directores de la cinta. «La idea nace de una necesidad que hemos sentido desde la infancia de encontrar diferentes maneras de relacionarnos con el proceso de morir, la pérdida y la memoria, viene de estas preguntas abstractas», agrega.

Este proceso comenzó hace seis años, en un rodaje en el que ambos directores se encontraron y dialogaron sobre estos temas cuando presenciaron un entierro típico de San Basilio de Palenque, más conocido como Lumbalú. Allí, notaron las enormes diferencias que existían en la manera como se trata la muerte al interior del país versus la manera en que coexisten otros pueblos colombianos con la misma. «Este ritual contrastaba y nos daba otra mirada diferente a los hospitales y las cifras de los noticieros, la frialdad con la que a veces tratamos la muerte», agrega Polanco.

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Una investigación sobre el tema los llevó a interesarse por los wayúu y a interesarse por la manera en que el mundo de los sueños es un puente para comunicarse con los muertos, al menos desde las creencias de este pueblo guajiro. «Eso fue vital para enamorarnos de esta peli, y luego fue un proceso como de un año y medio yendo y viniendo para empezar a construirla con las comunidades de allá», dice Polanco. «Hay algo que nos llama la atención de la Guajira como lugar. Es un punto donde se mezclan muchas religiones, creencias, culturas, es una tierra donde hay muchas cosas para crear, donde se chocan ideas distintas. Todas esas cosas que uno define en un punto se mezclan. La relación que tuvimos allá con las personas fue de crear muchas amistades, nuestra relación con Doris siempre pasó por el juego, por el hecho de ser jóvenes, fue algo muy bonito».

Uno de los puntos fuertes de esta cinta, a propósito de las palabras de Polanco, es el retrato de una generación wayúu que como cualquier otra generación de jóvenes se distancia de cierta forma de lo que hacen sus antepasados. Sin embargo, uno de los grandes momentos de la cinta es que Doris se reconoce en ciertos rituales a pesar de sentirlos algo lejanos. «Al comienzo antes de la peli algunas cosas le parecían pasadas de moda a Doris, pero a través del ritual tuvo un contacto con algo que le podía ayudar a procesar las cosas que estaba sintiendo. Vimos cómo mutan esas barreras generacionales para ellos».

Lapü llega a salas de cine de todo el país este 31 de octubre.

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