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‘El dictado’: el suicidio visto como una decisión responsable

Pedro Miguel Rozo, dramaturgo, nos habla de su última creación teatral, en la que muestra un lado diferente del suicidio.

Hablar del suicidio sigue siendo un tema tabú para muchas personas en nuestro país. Un tema que se debe callar, hasta que de nuevo, alguna noticia vuelve a impactar y a colarse en nuestras mentes. Varias personas continúan pensando que es un tema ajeno a su hogar, pero la realidad, es que, en este mismo instante, alguien cercano a nosotros podría estar emitiendo señales de alerta sin que lo estemos notando. Siempre se ha dicho que el arte es una forma de hacer catarsis frente a los problemas de la vida, y al mismo tiempo, en una manera de contar nuestra realidad. Por eso, más y más artistas han sumado la temática del suicidio en sus creaciones y Pedro Miguel Rozo, dramaturgo, lo ha hecho con sus diferentes obras de teatro.

Justamente, hace pocos días lanzó su último montaje, El dictado, en el que habla del suicidio como una decisión de vida cuando una persona ha llegado a la madurez tanto física, como mental.

«El tema del suicido siempre ha sido una constante en todas mis creaciones desde Club suicida busca… Parodia de la fatalidad en un acto, que la escribí en el 95, y desde entonces le he dado vueltas a la idea del suicidio como una alternativa a la triste existencia de los personajes que abordo. Siempre me ha interesado ese tema y lo había abordado desde la parodia y el humor negro, pero esta vez, para este montaje, quise tocarlo desde el drama y desde la decisión consumada. Casi siempre los personajes de mis obras eran suicidas frustrados, que nunca lo lograban, que a veces, usaban esto como una herramienta para alardear y llamar la atención, más que para realmente decir adiós. Pero en El dictado es la primera vez que encaro el suicidio como una decisión plena y consciente», le contó a Publimetro Pedro Miguel Rozo.

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“Lo que muchas veces no comprendemos es que vivir, al igual que morir, es una decisión”, Pedro Miguel Rozo, dramaturgo.

La obra de Rozo centra su trama en Nora, una mujer que recibe la visita de su hermana Adela, quien le pide ayuda para inventarse una vida ficticia por medio de fotos y cartas que sirvan para ocultar su suicidio a los ojos de su madre. Nora decide ayudarle, pero con la secreta intención de hacer que su hermana se enamore de la vida otra vez.

«La vida te obliga a encarar las ideas de una manera diferente y más madura, menos histérica y fatalista. Como lo había dicho, siempre alrededor del suicidio había como una parodia, un montón de sarcasmo y mucha histeria. Y cuando el tiempo va pasando, te das cuenta que después de cierta edad, ya no eres víctima de tus emociones, eres una persona que está tomando decisiones de una manera consciente, y eso era de lo que me interesaba hablar en este momento, más que de los arranques emocionales, que son propios de otras etapas de la vida. Siento que cuando uno llega a la mitad de la vida se encuentra en la cima de una montaña pensando si se quiere bajar, si se quiere quedar ahí o se quiere interrumpir, y es entonces cuando se toma la decisión de manera consciente. Y es que creo que cuando no se ha vivido lo suficiente, es decir, cuando se tiene 15 años, y se toma la decisión de suicidarse, realmente no se sabe cuáles son las consecuencias que tiene ese acto, si realmente es la mejor decisión y si hay otras opciones que se pueden tomar. Entonces, Adela, el personaje de El dictado, es una persona que tiene la madurez suficiente, ha visto distintos panoramas y entiende que lo mejor para ella es la muerte».

Querer morir debe ser una decisión madura

Y es por eso que para Pedro, varias son las reflexiones que pueden suscitar después de ver este montaje, pero una de las principales, es ver el suicidio como una decisión responsable, no consecuencia del impulso, del arrebato o de una crisis en caliente.

«Hasta qué punto está uno consciente de la responsabilidad de querer seguir viviendo o no, porque vivir, al igual que morir, es una decisión. Y es que uno todos los días decide seguir viviendo, y cada día que uno decide no matarse, es un día más para entender la profundidad de la vida. Y la verdad es que nunca nos damos cuenta de esa decisión, y los asumimos como si estuviera dado. Por eso en esta obra vemos los dos lados, la mujer que ha decidido la vida, y la mujer que ha decidido no seguir adelante. Las dos opciones igual de válidas. Y dejando el lado más trágico, es importante que veamos la decisión de morir como una determinación madura, reposada y meditada. Hay una frase que me gusta mucho de Sartre: ‘El hombre está condenado a ser libre’, y justamente, por esa frase considero que más allá de la vida y de la muerte, El dictado habla de la libertad, es decir, estoy listo para asumir el suicidio, y con eso me refiero a que esto no se trata de hacerlo porque se nos dio la gana, sino asumir las consecuencias de eso y ser completamente responsables de eso que deseamos hacer. La vida y la muerte no deberían ser producto de la inercia».


1974 fue el año en que nació Pedro Miguel Rozo, quien ha creado obras como Memorias de un difunto, Purgatorio Express y Nuestras vidas privadas.


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