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Así se cuenta Venezuela desde la literatura

Hablamos con la escritora venezolana Karina Sainz Borgo en el marco de la XXXII Feria del libro sobre su primera novela, ‘La hija de la española’.

Esta periodista de Caracas habla de su país con la franqueza de quien recuerda una historia conocida por todos, pero de la cual se tiene un sentir personal que necesita ser contado. Hace 13 años, cuando dejó Venezuela, la desazón era el sentimiento que la abordaba, y se demoró 11 años más en digerir lo que sucedía en su tierra natal para escribir esta, su primera novela.

La hija de la española cuenta la historia de Adelaida Falcon, una mujer que pierde a su madre a causa de una enfermedad en Venezuela y pronto se enfrenta con que esta no será la única pérdida: pronto tendrá que dejar su país en busca de una nueva vida donde la violencia y la incertidumbre no sean protagonistas.

«Hay mucho de mí en esta novela», dice Sainz, y explica cómo esa desconexión con su país la llevó a buscar en la literatura un lugar donde replicar las situaciones que muchos de sus compatriotas viven yendo más allá del reportaje periodístico. «Hay historia de pérdida y de desarraigo, pero también diría que hay una necesidad muy profunda de hacer un homenaje al país, de hacer una carta de amor al país, porque de alguna u otra manera está contada la historia de la tragedia venezolana, es verdad, pero si te fijas está contada como un escenario. Quería contarlo en clave universal, y La hija de la española pretende contar la gran tragedia venezolana dotándola de belleza y de literatura para emocionar al lector. Un proceso de pérdida tan fuerte como este no puede conseguir otro mecanismo que no sea la literatura para llegar a las personas. Me considero una persona que ha sobrellevado esta larga travesía gracias a ella, era la mejor arma que tenía para reconstruirme y reconstruir mi relación con el país era escribir sobre el tema».

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Sin embargo, esta catarsis no vino de la noche a la mañana. En la década que se tardó en escribir la novela, Sainz se enfocó en buscar la manera de convertir la agonía en letras, y en marzo de este año pudo publicar esta historia, que ya se ha vendido en más de 22 países. «Sentí que ya no reconocía al país, ni él a mí. Eso me generó un proceso muy profundo de desarraigo con la propia Venezuela, que no solo me generó un dolor muy fuerte, sino también ira y malestar. Fueron 13 años en los que intenté escribir dos manuscritos más que iban sobre el tema de la pérdida, la herrancia y la migración. Cuando Venezuela entra en el ciclo de protesta más fuerte, en 2017, con el regimen de Nicolás Maduro contra los estudiantes, viene todo un proceso de colapso emocional y dije que tenía que sentarme a escribir. El desarraigo fue madurando hasta que yo me di cuenta que era capaz de lidiar con el país como tema, además del dolor que me generaba. Tenía que usar el dolor para hacer algo bello, tenía que enfrentarme a este hecho y hacer una novela con una motivación profundamente literaria», dice.

La culpa del superviviente

Uno de los temas que aborda Sainz es la culpa, entendida como la comprensión de los propios privilegios incluso en situaciones donde conseguir algo es más una cuestión de suerte. «Hay dos vertientes en esta culpa», explica la escritora, «por un lado, la protagonista debe dejar atrás un montón de cosas para poderse ir, sin embargo ve cómo otros se quedan sufriendo. Por el otro está la culpa del superviviente en lo cotidiano; aquel que se queda siente culpa cuando logra conseguir algo que el otro no, en tener algo que el otro no (como un pedazo de pan, o medicinas). Es una tensión constante. La culpa del superviviente es una de las grandes metáforas del Siglo XX, de la cual han escrito varios autores».

 

Por último, la escritora cuenta que su obra va dedicada a sus compatriotas, no los que aparecen en titulares periodísticos, sino aquellos nombres y rostros que solo conocemos como cifras. «Me gustaría que un venezolano se sintiera retratado. La novela no tiene nombres de políticos, ni fechas. La historia de ellos está contada hace mucho, pero la que no se ha contado es la de las víctimas. Hay cientos de miles de Adelaida Falcon cruzando a pie la frontera colombiana en este momento. Hay cientos de miles como ella pidiendo dinero en las calles de Bogotá. Cientos de miles que tuvieron que olvidar quiénes eran para ver cómo sobrevivían, quiero que esas personas se sientan reflejadas en ella, y creo que hay mucho de ella en muchos de nosotros. Uno se puede sentir expulsado de muchas partes, pero debe intentar sobrevivir, y yo quería que toda esa pérdida y dolor le hablara a mucha gente, si logro más que hablarle a los míos me daré por satisfecha», cuenta.

 

 

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