Háblenos de ¿Y dónde está El Dorado?, ¿cuál es el tema de esta obra?
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Es una locura. Es una comedia de fantasía. Es una idea que se originó con Fernando Arévalo, los dos pensamos: ¿por qué no contar una historia colombiana, un mito como lo es la historia del Rey Arturo en Europa, de la cual se han hecho comedias?. Pensamos en hacer lo mismo con El Dorado. Empezamos a escribir esto y lo llamamos comedia de fantasía porque tiene aspectos ficticios pero al mismo tiempo se habla de muchos temas colombianos a través de la risa. Es como un Romeo y Julieta criollo. Tienes un hijo de españoles nacido en Colombia en 1534, que se enamora de una indígena que es la hija del cacique. Ahí viene el conflicto porque sus familias no los dejan estar juntos.
¿Cómo hicieron para revisitar de forma novedosa un tema que se ha tratado infinidad de veces?
Es cambiar la visión de El dorado, que es un oro, una leyenda. Cuando uno pregunta que dónde está El dorado le dicen que está en la 26 (risas), o te dicen que se lo robaron. Está ligado con la codicia de alguna manera, pero nosotros transformamos esto al decir que el tesoro es, simplemente, todo lo que nos impulse en la vida. A algunas personas las impulsa la fama, a otros los valores. El Dorado puede ser el saber de los pueblos. Cada uno tiene que definir cuál es su Dorado. Cambiamos la historia, en la nuestra los españoles pierden. También usamos mucho la palabra “indios”, porque para mí fue un choque darme cuenta que esta palabra puede ser usada despectivamente, y me parecía un poco ridículo. Hay una hipocresía sobre esto, y aquí revalorizamos totalmente a los indios. De hecho el criollo de nuestra historia quiere volverse más indio, para recuperar valores que su papá no tiene por estar ligado a la codicia.
Con esta obra más de uno se hará una serie de preguntas sobre sus orígenes, ¿es esta es la idea?
La idea es que se rían de sí mismos cuando usan todos esos clichés, y que valoren su historia. Yo siento que el colombiano tiene muchos problemas para revisitar su historia. A mí siempre me ha impactado que en Colombia se pone por encima al europeo, al extranjero. Yo siempre pregunto si no se dan cuenta de lo que tienen, y de las cualidades que tienen. Esta obra va por esa línea, pero en comedia.
Cuéntenos de su personaje en ¿Y dónde está El Dorado?
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Yo hago a dos personajes (risas). El comendador, una persona que aparece al inicio que es el dueño de una encomienda que es una mina de sal, y después hago un personaje español que es el consejero real. Hay una proyección en la que hay un viaje a España y yo soy el consejero real, que finalmente es el más codicioso y el que quiere encontrar El dorado.
¿Cuál es el mayor reto con este personaje?
El acento español (risas). Igual, a veces los personajes se ríen de ellos mismos, entonces en ciertos momentos hay distanciamiento. Yo sé que no tengo el acento español. Primero, me tocó meterme en cómo se escriben las palabras y después cuidé la ‘S’ y la ‘Z’, que son diferentes al español colombiano.
¿Hay elementos de la actualidad en esta obra a pesar de ser de época?
Claro, por ejemplo el personaje de Fernando, por situación de la obra, cree que viene un visitador a verificar el maltrato sobre los indios, entonces va a cambiar y volverse amigo de los indios. Al cambiar ese diálogo comienza a decirles “minorías”, y a usar palabras así, que hacen reír al público. Son guiños a varios temas de la actualidad.