Háblenos de Sin filtro, su stand-up en Comedia a la carta
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Es básicamente una obra en la que trato de hablar un poco de todos los temas de este milenio, como la desigualdad entre hombres y mujeres, de muchos trucos y secretos del hombre en la cama y lo bestias que somos. También hablo mucho de los millennials, de esta generación que se está apoderando del mundo y que creció sin chancleta, básicamente. Crecieron con otros estilos de educación y es una generación que es temida, casi, por los padres. Los de mi generación pasamos de temerle a los padres a temerle a los millennials. Hablo un poco de eso, del mundo y de todo lo que nos tiene aterrorizados con la forma en que está cambiando el mundo.
Y así resulta irónico que muchas de sus presentaciones se puedan ver por Netflix, que es bastante millennial.
Sí, claro. No solamente Netflix, YouTube. Por todos lados. Entonces el concepto y todo el nuevo material que vemos por estas plataformas son una nueva forma de consumir comunicación, que antes simplemente estaba por medios masivos como televisión y prensa, pero hoy en día tenemos muchas fórmulas y opciones, y mucha libertad para comunicarnos con la gente. Antes teníamos que pasar por muchos filtros porque el gerente del canal tenía que aprobar lo que uno dijera, y habían «dueños de la verdad», hoy en día todo el mundo es dueño de la verdad.
¿Cómo elige sus temas?
Los comediantes tenemos casi una responsabilidad de reírnos a partir de nosotros mismos, de lo que nos está afectando a nosotros. Yo no podría hablar de lo que es ser un millennial, pero sí puedo reírme de lo que yo siento sobre cómo ellos afectan al resto del mundo. Entonces, igual sucede cuando hablo de lo bestias que somos en la cama; necesitamos aprender muchos trucos para que nos entiendan. Pero lo importante es hablar desde lo que le pasa a uno.
¿Por qué es tan importante aprender a reírse de uno mismo?
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Sí, porque es la única solución que tenemos, básicamente. Lo otro, es que cada uno tiene un punto de vista y cada punto de vista vale y a veces ahí es donde nos ponemos demasiado serios. Nos ponemos a defender unas posiciones muy radicales y creo que dentro de todo esto tenemos que ser tolerantes y creo que la tolerancia está basada en reírnos de nosotros mismos, en entender que no somos perfectos, que tenemos errores, que tenemos mucho que aprender de otros seres humanos. Entonces, el truco empieza por reírse de uno mismo.
El comediante con el que comparte fecha es Daniel Samper, ¿cómo es su relación con él detrás del escenario?
Daniel es un gran ser humano, es muy generoso y es un tipo con mucha cultura, mucho país y mundo. Además tiene la herencia de su padre que tiene un sentido del humor muy negro. Me divierto mucho.
¿Qué trae este stand-up en comparación con el del año pasado?
Creo que esta vez hablo con más claridad y sin filtros, esa es un poco la idea. La idea es hablar de lo que todo el mundo está pensando a partir de uno mismo. A todos nos está dando miedo el fin del mundo, están todas las señales bíblicas: desbordamientos de los mares, terremotos, incendios forestales, huracanes, guerras, hambrunas y reguetón, creo que son los siete (risas)
¿De verdad le parece tan malo el reguetón?
No (risas) a mí me gusta cierto reguetón. Me gusta J Balvin, pero es que hay otros que son increíbles en un mundo donde el feminismo y las mujeres buscan igualdad pero se están dejando denigrar por unas letras que son bastante absurdas, y a veces bailan a ese son como si no estuvieran oyendo lo que dicen.
Volviendo al tema, ¿para usted qué hace que una comedia sea buena?
No me atrevería a decir que una comedia es buena o mala, una comedia va acorde con la química que la gente percibe. Hay comedias para ciertas personas, hay otras para otras. Uno no tiene que buscar ser un «buen» comediante, sino un comediante honesto, y de ahí a la gente que le guste y la que se sienta acorde lo seguirá.
Aun cuando los comediantes quieren ser honestos, ¿cree que hay algunos límites dentro del humor que no se deberían sobrepasar?
Yo creo que lo primero es respetar a los otros. Y en lo que más se pueda, burlarse de uno mismo más que de los otros.