El 26 de julio de 2015 fue el día más triste para Carolina Soto, pues su hermanita Sofía sufrió un accidente en una de las piscinas del hotel Hilton Dalaman Resort en Turquía. El cabello de la pequeña de 11 años quedó atrapado en una rejilla de la piscina mientras nadaba el sábado 18 de julio de 2015.
PUBLICIDAD
Un empleado del hotel se dio cuenta de lo que sucedió y con unas tijeras le cortó el cabello a la niña para lograr sacarla, y la pequeña fue trasladada a la unidad de cuidados intensivos en un hospital privado.
Carolina viajó hasta Turquía para acompañar a su hermanita, que daba señales cuando alguien se le acercaba. Mientras tanto, Soto le pedía a sus seguidores hacer cadenas de oración para que la pequeña lograra recuperarse.
La familia decidió Sofía debía ser trasladada a Israel para mejorar su tratamiento, pero después de varios exámenes le diagnosticaron muerte cerebral.
Lo que nunca había dicho
Carolina expresó que el viaje a Turquía partió la vida de toda la familia en dos. Cuando la llamaron a contarle lo que había pasado no pensaba que fuera tan complicado. «Nunca me imaginé la dimensión de lo que estaba pasando allá. Jamás imaginé que mi hermanita se fuera a morir».
Con el paso de los días y sentir por teléfono la angustia de su madre, decidió viajar. Cuando llegó a Turquía, Carolina revela que se encontró con su familia destrozada. «Llegué al hotel, me mostraron la piscina y logré ver la dimensión de lo que había pasado. Fueron momentos durísimos… siguen siendo duros». Con lágrimas y un nudo en la garganta dice: «siendo mamá no entiendo cómo mi mamá sigue viviendo».
PUBLICIDAD
«Yo nunca perdí la fe, juraba que Sofi se iba a recuperar», agregó. La familia decidió trasladarse para Israel confiando, ya que algunos médicos decían de que se podía recuperar.
Cuando llegaron a Israel se encontraron con un hospital que tenía todos los equipos y al otro día, luego de múltiples exámenes, decretaron la muerte cerebral de la niña.
Llegó el momento de desconectarla y Carolina decidió no entrar. «Yo no fui capaz de ir. No quise entrar, me quedé con la última imagen que tuve de ella en el hospital».
En sueños, dice Carolina, que la pudo ver. «Siento que tengo una conexión grandísima. Así no esté presente siento que me escucha todo el tiempo. Le digo a mi mamá: te juro que no estoy loca».
Recuerda a su pequeña hermana con una niña madura. «Ella era como una niña grande. Siempre me admiraba mucho y me pedía que la recogiera en el colegio para que todos los niños del colegio le creyeran que era mi hermanita».
Todos en la familia se enfrentaron a sus creencias y dudaron de Dios. «Pasamos un momento de rabia con Dios, nos preguntamos ¿qué hemos hecho mal?. Somos una familia trabajadora no le hacemos mal a nadie, entonces no entendíamos por qué nos pasaba esto?. Sin embargo, afirma que todos entendieron cuál era la misión de la pequeña Sofi.
Los órganos de Sofía fueron donados en Israel. «Al niño que recibió el corazón de Sofi lo queríamos conocer, habíamos postergado el viaje y justo el año pasado nos informaron que falleció».