No, no se espera que la literatura o la música clásica no encanten masas. No lo hicieron en 1940 (la radio pasaba bambucos y otro tipo de música en esa época) y mucho menos ahora. Y no, tampoco se espera que estas dos manifestaciones lleguen a tener el mismo furor que un reality de modelos o una serie de abogados. Pero, ¿por qué ronda en el aire la impresión de que el Hay Festival y el Festival de Música de Cartagena son siempre lo mismo, con los mismos y para los mismos? ¿Por qué no se puede salir de esa percepción de que estos eventos solo son “raras avis” entre la oferta cultural colombiana? ¿Por qué siempre se les aborda, desde los medios, de la misma manera?
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Por supuesto, no se espera que cualquiera de los escritores llegue a permear el pop y a generar interés como una J.K. Rowling o autores menos “valorados” por la crítica, aunque amados por las masas. Pero que sean dos eventos para quien pueda pagarlos en el lugar más elitista de Colombia, encerrado en su burbuja de murallas segregacionistas, hace muy difícil mirarlos como algo a lo que alguien iniciado en el asunto o que tenga curiosidad pueda llegar siquiera a notar. O que pueda valorar. Y que siempre se les dé la misma cobertura lo hace peor.
Cada año vemos siempre un despliegue impresionante de los medios sobre los dos temas. Sobre los dos temas que no les importan a casi nadie, realmente. Solo a los interesados en la literatura y la música clásica, contados. ¿Qué lecturas de los dos eventos se pueden ofrecer más allá de un nicho que a primera vista es excluyente? ¿Qué otras maneras de abordar la cultura pueden tener dos eventos con invitados extraordinarios, pero siempre con lo mismo cada año?
Porque es bastante irónico leer quejas sobre televisión o cultura pop en redes : “Ese reality es una porquería, la gente debería leer un libro”. “Kim Kardashian no interesa a nadie, la gente debería leer un libro”. “El reggaetón es basura, la gente debería escuchar música de verdad” Genial. En el Hay Festival te mostramos libros que se están leyendo a nivel mundial. En el Festival de Música te mostramos que el “Don Giovanni” de Mozart sigue estando vigente a pesar de los siglos. Sí, te lo mostramos porque también incluimos a toda la gente. Y damos boletas. Y tenemos información.
“Pues qué aburrido eso”, es la respuesta común. “Despacio, cerebrito”, dirán otros, en su eterno resquemor hacia lo intelectual o “los intelectuales” (odiarlos es deporte nacional). Esos que en su mayoría se encierran en festivales hechos para ellos, sin poder conectar con una sociedad que los deja lejos de sus posturas académicas que solo ellos pueden entender. Y esa es la brecha cultural y social que muestran los dos eventos, que en sí mismos no tienen la culpa de contrastar tan duramente en una sociedad donde leer es el peor plan del mundo.
Muy pocos saben, eso sí, que por ejemplo en el Festival de Música de Cartagena tiene clases magistrales y proyectos con comunidades vulnerables, o que el Hay Festival trabaja con la Fundación Plan y hay un Festivalito. ¿Dónde están todas esas historias? ¿Cómo han cambiado la vida de personas que se acercaron a la cultura y vieron otras posibilidades de existencia? ¿Por qué no vemos eso?
A muchos nos gustaría saber por qué estos festivales son importantes para muchos si se cuentan así. Por qué la cultura en sí es importante para un país. Es menester visibilizar cómo se acerca, sí, a ciertos lugares, pero también es necesario que esta salga de la burbuja en la que está metida actualmente. Para que “lo intelectual” sea visto con menos desprecio y “los intelectuales” vean que sí son necesarios, más allá de los prejuicios de siempre.