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Sesenta años después de su muerte, Argentina todavía llora a Evita

Buenos Aires 26 jul (EFE).- Sesenta años después de su muerte, Argentina aún llora a Eva Duarte, Evita, una figura mítica del peronismo, que ha recobrado plena vigencia bajo la Presidencia de Cristina Fernández y en medio de las graves divisiones internas del justicialismo.

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Las distintas familias peronistas conmemoraron hoy la fecha por separado con actos en todo el país.

Cristina Fernández eligió la provincia de Buenos Aires para asegurar, ante decenas de miles de personas, que su Gobierno retomó el legado de Evita que, dijo, es «eterna, irrepetible y única».

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«Un día volvimos para que ella, que había prometido volver y ser millones, cumpliera con su propia profecía de volver a una Argentina diferente», afirmó la presidenta.

«Díganme si no estamos haciendo las cosas para cumplir con el legado y ese mandato histórico que dejó para todo aquel que se sintiera peronista», arengó la mandataria a la multitud arrastrada por el oficialismo en la localidad bonaerense de José C. Paz.

También el líder de la mayor central sindical del país, Hugo Moyano, encabezó un homenaje a Evita en el que subrayó su «humildad» en contraste con la «soberbia», denunció, de la presidenta, antigua aliada y hoy una encarnizada enemiga.

En la capital, cientos de admiradores marcharán a la hora de su muerte, las 20.25 (23.25 GMT) hacia la Plaza de Mayo, e incluso la derecha, encabezada por el gobierno porteño, se sumó a la conmemoración con conferencias y hasta un desfile de moda.

La segunda esposa de quien fuera tres veces presidente de Argentina, Juan Domingo Perón, levantó pasiones y odios, pero nadie discute que marcó una época, abrió paso a las mujeres en la política y dejó un importante legado social.

Su prematuro fallecimiento, el 26 de julio de 1952, con sólo 33 años, víctima de un cáncer de útero, y la increíble peripecia de su cadáver hasta su traslado a un cementerio porteño, consolidaron su leyenda.

Su imagen preside la avenida 9 de Julio, la más importante de Buenos Aires, desde la fachada del ministerio de Salud, donde tenía su despacho, y su legado es reivindicado por las distintas facciones peronistas.

La presidenta argentina, Cristina Fernández, se ha convertido en la principal valedora del mito hasta el punto de comparecer en público en la Casa Rosada escoltada por una maqueta con la imagen de Evita.

Eva Perón «marcó no sólo la vida de los argentinos», sino que fue «un hito en la historia mundial», afirmó anoche Fernández, cuando anunció que la emisión de un billete de 100 pesos (unos 22 dólares) con su imagen.

Como Evita, Fernández defiende la política de ayudas sociales y apuesta por la industria local hasta el punto de frenar las importaciones.

Comparte también con Eva Duarte su gusto por la ropa de alta costura y los accesorios exclusivos, aunque son muchas las diferencias que separan a Evita y a Cristina.

A juicio del historiador Felipe Pigna, «no son figuras comparables. Evita es producto de una época y no tuvo responsabilidades de Gobierno».

No obstante, Pigna reconoce, en declaraciones a Efe, que ambas son mujeres de carácter, «de blancos y negros, sin grises», y han tenido que vencer las resistencias que suscita el protagonismo de femenino en las esferas públicas.

Nacida el 7 de mayo de 1919, en Los Toldos, a unos 200 kilómetros de Buenos Aires, hija natural de Juan Duarte, un terrateniente que tuvo 14 hijos con su esposa y cinco con Juana Ibarguren, la madre de Eva, esta niña frágil y de piel casi transparente, pronto tuvo muy clara su pasión en la vida: ser actriz.

Persiguiendo su sueño, la «cholita», como la conocían familiarmente, se trasladó a Buenos Aires con 15 años y llegó a triunfar en radionovelas y teatros hasta que el general Juan Domingo Perón se cruzó en su camino.

Se conocieron en un acto benéfico, cuando Eva tenía 23 años, y su relación sacudió a la alta sociedad de la época, que desde el principio vio con malos ojos los orígenes humildes de la actriz y rechazó su progresivo protagonismo político.

Tras su boda, en 1945, Eva actuó como una primera dama que rompió todos los esquemas.

Por primera vez, los argentinos vieron a una mujer en las fotos oficiales, acompañando al presidente en la campaña electoral y arengando a las masas por los derechos de los trabajadores y el sufragio femenino.

Pronto pasó de ser la «señora de Perón» a la «compañera Evita», para sus admiradores, o la «Perona» para sus detractores.

Fue ella quien mantuvo la interlocución con los sindicatos y manejó miles de millones de pesos en su trabajo social al frente de la Fundación Eva Perón.

Consciente de su protagonismo, llegó a reconocer que buscaba «ocupar un lugar en la historia», mientras su intensa labor social y su rol político aumentaba los recelos de la oposición, la Iglesia y el Ejército, que a la postre terminaría por derrocar a Perón, en 1955.

«Evita terminó de una vez y para siempre con la imagen pasiva de la mujer en la historia argentina», afirmó Perón, quien en más de una ocasión se atribuyó el «éxito» de Eva al asegurar que fue una «creación» suya.

Aunque, tal como apunta Pigna, «Perón hubiera existido sin Eva, pero Eva no habría existido sin Perón», es difícil saber cómo habría sido el peronismo sin Eva Duarte.

Su muerte prematura no hizo más que agrandar su popularidad y las torpezas de la dictadura que tumbó a Perón terminaron por alimentar el mito.

Su cuerpo, embalsamado por el español Pedro Ara, fue secuestrado, escondido y enterrado en Italia con el nombre supuesto de María Magis de Magistris por orden de la dictadura.

No fue hasta 1976 cuando otra dictadura, la encabezada por Jorge Rafael Videla, entregó el cuerpo a la familia Duarte, que lo depositó en una tumba en el cementerio porteño de la Recoleta, hoy visita obligada para millones de turistas.

Buenos Aires, 26 jul (EFE).- Los homenajes a Eva Duarte dejaron hoy en Argentina mensajes tan singulares como el de Cristina Fernández, que proclamó que el kirchnerismo resucitó el legado de Evita, o el del líder sindical Hugo Moyano, que utilizó a la «abanderada de los humildes» en su «guerra» contra la presidenta.

Sesenta años después de su muerte, Evita, uno de los grandes mitos del imaginario argentino, vuelve a ser pretexto para disputas internas entre las distintas familias peronistas, como lo fue en la década de los setenta, cuando el grupo guerrillero Montoneros se proclamó heredero de su legado y popularizó el eslogan «Si Evita viviera, sería Montonera».

Hoy, Cristina Fernández se refirió a Evita como «eterna, irrepetible y única», y aseguró que logró cumplir su profecía, «volveré y seré millones», gracias al Gobierno que estrenó su esposo y antecesor, el fallecido Néstor Kirchner.

«Un día volvimos para que ella, que había prometido volver y ser millones, cumpliera con su propia profecía de volver a una Argentina diferente», afirmó Fernández ante las más de 100.000 personas que, según medios oficiales, acudieron al homenaje oficial a Eva Duarte.

«Díganme si no estamos haciendo las cosas para cumplir con el legado y ese mandato histórico que dejó para todo aquel que se sintiera peronista», arengó la mandataria a la multitud arrastrada por el oficialismo en la localidad bonaerense de José C. Paz.

Según Fernández, Evita se ha reencarnado en las más variopintas acciones de su Gobierno: desde los dos millones de netbooks entregados a los estudiantes de enseñanza pública hasta los fondos privados de pensiones nacionalizados durante su gestión.

«Díganme si esta maravillosa Tecnópolis no es una moderna ciudad de los niños», se preguntó la presidenta para comparar el recinto tecnológico inaugurado por ella con el innovador proyecto infantil que creó la segunda esposa del general Juan Domingo Perón y que fue declarado Monumento Histórico Nacional.

Fernández ve el espíritu de Evita incluso en la aprobación de la ley de matrimonio entre personas de mismo sexo promovida por su Gobierno porque, «¿Dónde se creen que estaría Evita? ¿Con quién habría votado ella?» se preguntó.

Pero, «donde la veo más clara es en los cientos de miles de jóvenes argentinos que se han incorporado a la política y que la llevan en su corazón, en sus banderas, en sus remeras (camisetas)…», admitió la presidenta, que revalidó su mandato el pasado octubre con un contundente triunfo electoral, apoyada en organizaciones juveniles kirchneristas, como La Cámpora.

Aunque visiblemente emocionada por la evocación a Evita y a su fallecido esposo, Cristina Fernández no perdió la oportunidad de cargar contra sus adversarios políticos y dirigió mensajes claros al líder de la poderosa Central General del Trabajo (CGT), Hugo Moyano, su antiguo aliado y hoy encarnizado enemigo.

«Puedo entender que no nos quieran o que nos desprecien, pero me cuesta entender que uno venido de abajo se junte con los que siempre nos atacaron para socavar la unidad de este movimiento», dijo sin mencionar al líder sindical.

Minutos después fue Moyano, en un homenaje paralelo a Eva Duarte, quien utilizó la figura de Evita en su guerra contra Fernández: «Evita tenía lo mayor que puede tener el ser humano, la humildad».

«Ojalá la imitaran en la humildad (…) desgraciadamente es difícil cuando alguien tiene esa soberbia, es difícil imitarla», agregó el líder sindical, que no tuvo empacho hoy en autocalificarse como «opositor».

«Si estar del lado de los trabajadores es ser opositor, entonces soy opositor», dijo.

Desde su papel de primera dama, Eva Duarte rompió moldes en la política argentina, se convirtió en interlocutora con el movimiento obrero y abrió paso al sufragio femenino antes de su prematura muerte, el 26 de julio de 1952, a los 33 años, víctima de un cáncer de útero.

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