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El autor de “Cloaca”, Wim Delvoye, toma el Louvre y las salas imperiales

París, 30 may (EFE).- La obra del artista conceptual belga Wim Delvoye (Gand, 1965), conocido por su instalación «Cloaca», compleja máquina de digerir y defecar que se exhibió por primera vez en 2000, ocupa a partir de hoy algunos espacios emblemáticos del Museo del Louvre como los apartamentos privados de Napoleón III.

La muestra comienza bajo la pirámide de vidrio que da acceso al museo con una monumental flecha neogótica de once metros de altura, construida con acero inoxidable cortado con láser.

Se trata de «Suppo», una pieza con un título «abyecto y poco noble» a la que el autor dio una forma «elegante, aerodinámica y fálica» que el visitante descubrirá desde su primer contacto con el Louvre.

En sus entrañas, el centro exhibe una treintena de obras recientes de Wim Delvoye: vidrieras, porcelanas, piezas neogóticas, cerdos «tapidermizados» (con piel de tapiz), neumáticos tallados y bronces, todas ellas reflejo de sus múltiples investigaciones sobre las técnicas informáticas y también sobre la escultura del siglo XIX.

La idea de invitarle a ocupar esos apartamentos imperiales, que el visitante medio del Louvre suele pasar por alto, fue del presidente de la institución, Henri Loyrette.

«Yo no tengo la capacidad para elegir y hacer un recorrido. Me dolería el corazón, hay tantas salas que querría hacer», explica Delvoye a Efe.

Para el artista trabajan ocho personas, el mínimo y el máximo «para pagarlos, con la nueva situación», precisa este enemigo del minimalismo y de carácter «kitsch».

Lo «kitsch» es algo que no es verdad, aquí «al menos esto es un «kitsch» elevado, un poco aristócrata», y no el que se hace ahora para todo el mundo, reflexiona el artista.

«Yo ya hice la prueba, hice la cloaca, ahora quiero también probar que sé hacer una obra de arte», añade.

Salvo «Suppo», al que Delvoye también llama «supositorio», el artista asegura no haber inventado nada para el Louvre, pues ya tenía todas las obras, expuestas tan discretamente que localizarlas exige un esfuerzo especial por parte del visitante.

Algo intencionadamente buscado por un Delvoye deseoso de que «la gente se pierda el 50 por ciento» de su exposición: «Que pasen y que no hayan visto nada, que encuentren normales sus extrañas obras o demasiado pequeñas para verlas» en estos tiempos en que «todo debe ser grande».

«Todo el mundo está contento con el «suppo», pero yo estoy muy satisfecho con la pequeña galleta de Nymphenburg, dice refiriéndose a «Bustelli Twisted», pareja de porcelana estilizada en plena contorsión, creada por ordenador e inspirada en la original de Franz Anton Bustelli, del siglo XVIII.

Polémicos cerdos tatuados se encuentran en perfecta armonía con los exquisitos tapices de los salones imperiales Carlos Luis Napoleón Bonaparte (1808-1873), donde se encuentran tres de ellos.

Una estancia, también con piel de tapiz persa, preside la entrada del comedor cuya inmensa mesa rectangular se adorna hasta el próximo 17 de septiembre con una serie de crucifijos deformados en forma de anillos asimétricos de cobre plateado.

«Son como una especie de caracoles», por la «idea de cenar juntos», alrededor de la mesa, explica el artista, quien se declaró agnóstico pero inevitablemente católico por su educación, y quien se muestra convencido de que «no hay connotación cristiana» en su obra, pues suele trabajar con símbolos de diferentes religiones.

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