En Colombia se estima que por lo menos 563 mil familias son productoras de café, ese preciado grano que durante años fue uno de los principales motores de la economía nacional y que en la última década experimentó una mala racha en su productividad debido a múltiples factores, como las condiciones climáticas, la tasa de cambio, el precio en la bolsa de Nueva York, los costos de producción y la productividad.
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Aunque en el último año el sector mostró signos de recuperación y terminó con una cosecha de 14,2 millones de sacos, una de las grandes preocupaciones para los cafeteros sigue siendo el alto costo de producción que dificultan la rentabilidad de esta actividad agrícola.
Así, según el último informe de Comportamiento de la Industria Cafetera Colombiana, el costo medio de producción en el año 2015 se mantuvo estable alrededor de 600 mil pesos por carga, ofreciendo un margen de rentabilidad estrecho al productor.
De acuerdo con Hernando Duque, gerente técnico de la Federación Nacional de Cafeteros (FNC), si bien la heterogeneidad de las fincas cafeteras y de la producción hace difícil calcular este valor, sí se pueden desglosar los rubros más significativos para los productores, de los que, aproximadamente, 60% equivale a la mano de obra, 16% a fertilizantes y 24% se destina a otros gastos varios, como la administración, la renovación de cafetales, el control de malezas y el control sanitario.
De estos costos, que incrementan anualmente, a los caficultores les inquieta además la disponibilidad de mano de obra, pues en las regiones productoras se siente cada vez más la ausencia de recolectores, con el agravante de que, como bien lo afirma el gerente técnico de la Federación, “todo lo que es escaso se encarece”.
El alto precio de los fertilizantes, el agroquímico fundamental para la producción que debe adquirirse entre dos y tres veces al año en pagos únicos, es el otro gran dolor de cabeza para los caficultores. Según la FNC, «su costo relativo para cada productor depende de la cantidad de hectáreas cultivadas, de la densidad y de la producción, es decir, de la productividad del cultivo, así como del precio interno del café».
“Los costos de producción son altos porque hay un axioma económico: si tienes más arrobas por hectárea, que es la productividad, lo lógico es que el costo por arroba sea menor. Tratando de apuntarle a este costo es que pensamos que la productividad debe ser el camino”, asegura Duque.
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La rentabilidad, como en cualquier negocio, depende de maximizar los ingresos y reducir los costos de producción. El problema es que en la caficultura esta es vulnerable a factores externos, como el precio internacional y la tasa de cambio, por lo que la estrategia debe ser robustecer las fincas cafeteras.
En la medida en que no incremente la productividad de sacos por hectárea, aumentando la densidad de árboles sembrados, el margen de ganancias seguirá siendo limitado. Un desafío que el país busca sortear aumentando la productividad, con un incremento de 18 a 20 sacos de café por hectárea.