A un año del inicio de la pesadilla global, el fútbol no estuvo exento de los estragos de la COVID-19. Como nunca antes, el deporte más popular, junto al resto de disciplinas, se vio obligado a cerrar. Por más de dos meses no hubo actividad en casi todo el planeta, hasta que los alemanes enseñaron la manera de volver a jugar.
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Pero aunque la pelota haya vuelto a rodar, las consecuencias de la pandemia iban a ser inevitables. La principal de ella, la económica. Para evitar una hecatombe, Fifa prorrogó de manera extemporánea el préstamo de jugadores y los contratos de aquellos que quedaban libres. Ese gesto de buena voluntad no evitó todo lo que se vino a partir del 30 de junio de 2020.
¿Por qué, a diferencia de la mayoría de clubes, Chelsea gastó y fichó sin problema durante la pandemia?
El mercado de transferencias se desplomó. Cerca de 1.000 traspasos dejaron de hacerse, en relación al año anterior. De los 5,80 billones de dólares gastados en 2019, se bajó a 3,92 billones en 2020. Esto contando los alrededor de 275 millones de dólares que gastó Chelsea, el único club que rompió el mercado.
¿Cómo lo hizo? Penalizado por la FIFA en la campaña 2018-19, los Blues tenían dinero ahorrado y la pandemia no los golpeó. Así, para ellos la recesión fue la oportunidad ideal para volver a la vitrina mundial.