Opinión

Muerte con delay

“Hasta Emelec supe de la vida de Carlos Luis hasta que me informaron de su deceso. No era un hombre mayor, tenía 55 años. Le dio un infarto mientras trataba de responder por sus actuaciones políticas ante la justicia”: Nicolás Samper

Es raro el sentimiento. De pronto, así al rompe, alguien pregunta que fulanito cuánto lleva de muerto y uno jura y perjura que, de quien se está hablando, está tan vivo como nosotros. Tienen que traernos el acta de defunción y la fotografía del cadáver para que constatemos la verdad: aquella que nos señala que aquel que creíamos saludable y vital, hoy reposa en un cajón largo a tres metros bajo tierra o en un cajón compacto metido dentro de un osario o condimentando las aguas de cualquier mar.  También pasa al contrario el que matamos pero que goza de gran salud, pero hoy nos vamos a ocupar de la primera situación.

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La muerte es así. Todos los días anda obrando pero en ocasiones nosotros, que estamos tan pendientes de ella, se nos esconde. Y la semana que pasó me ocurrió cuando Ricardo Alfonso, director de ESPN Radio Colombia, estaba haciendo ensayos previos para que saliéramos al aire. En una de esas Ricardo, preparando una sección de efemérides, empezó a pasar aquellos golazos de Arnoldo Iguarán contra Ecuador en las eliminatorias conducentes al Mundial de Italia. Fueron dos pepazos: el primero, levantándose por los aires y enviándola al ángulo superior de la mano izquierda del arquero; el segundo, con un cabezazo con pique al suelo imparable.

Entonces Ricardo hizo el quiz entre los integrantes del grupo sobre quién había sido el portero ecuatoriano aquella tarde. En mi cabeza la respuesta estaba de inmediato presente: ese día, de hecho, la figura de Ecuador en el Metropolitano fue él, el arquero Carlos Luis Morales. Morales se transformó en uno de los íconos de la posición en su país a finales de los años 80. Siendo un tipo muy joven se coló a partir de su talento entre los grandes de su país y con menos de 25 años ya era el dueño de la portería en la selección. Y no solamente eso porque, aunque Ecuador no consiguió el cupo mundialista -que quedó en manos de Colombia- se empezó a hablar de Morales, así como pasó con Alex Aguinaga y Raúl Avilés.

Había acertado el interrogante. Lo que me dejó sorprendido fue lo que vino después: Ricardo comentó que hace poco Morales había muerto. Y en estos tiempos de exceso de información a veces esa clase de cosas se pueden escapar. Entonces averigüé sobre que había pasado con la vida del guardameta después de esa jornada de eliminatorias en Barranquilla.

Claro, el portero hizo parte de aquel equipo del Barcelona de Ecuador que se coronó subcampeón de la Libertadores 1990 luego se fue a Independiente como suplente eterno de Luis Islas. De ahí a Palestino, Emelec y algunos otros equipos. Después vino su carrera como presentador de TV y en la política. Hasta Emelec supe de la vida de Carlos Luis hasta que me informaron de su deceso. No era un hombre mayor, tenía 55 años. Le dio un infarto mientras trataba de responder por sus actuaciones políticas ante la justicia por cuenta de presuntas irregularidades en la ejecución de contratos en su país por cuenta del COVID 19 como prefecto de Guayas. Los hijos del jugador acusaron de negligencia a los organismos de salud que atendieron a su padre: argumentaban que a Carlos Luis Morales no se le pudieron hacer maniobras de reanimación con electroshocks porque, por decisión judicial, portaba un brazalete electrónico que tenía que ser removido para darle entrada a los electrochoques. Al final la autopsia desestimó el reclamo de los familiares de Morales.

La conclusión de todo esto es que sigue siendo extraña esa sensación de toparse con la muerte en diferido y que no hay nada más sencillo para hacerse la vida difícil que volverse político. Que lo diga Morales.

@udsnoexisten

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