Opinión

Outsiders

Por Nicolás Samper

Hay que tener mérito para generar un recuerdo sin un premio a cuestas, más en estos tiempos en los que solamente vale estar de primero en el podio para que una idea -de cualquier tipo- sea validada o respetada. Si es segundo, mejor guarde su discurso que acá no nos interesan los primeros perdedores. Acá, en esta máquina de moler carne llamada mundo contemporáneo parece que lo que menos importa es el pensamiento; lo que guarda valor es qué tanta exposición se tiene -porque parece que “sonar” es mucho más válido que “soñar”- y cuántas copas se levantaron o cuántos premios te dieron.

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El Real Madrid juega en el pequeño Alfredo Di Stéfano, como si fuera una especie de entrenamiento planeado en los simuladores de Playstation y gana siempre, gracias al VAR. Pero la sensación futbolística es que pronto podremos olvidar el tramo postpandemia del blanco conducido por Zidane porque no dejó nada diferente al resultado. Se esmeró en conseguirlo y con eso cumplió la tarea. Pero futbolísticamente hablando no dejó nada legendario para evocarlo. Tampoco será llamativo imaginar a este Barcelona en el que es más fácil poner de acuerdo a los Pimpinella que a una horda de figuras capaces de anularse a ellos mismos.

En cambio hay equipos que sí dejaron una huella interesante, que despertaron más curiosidad que bostezos en tiempos de fútbol sin público y de tapabocas y que, sin grandes lujos, fueron capaces de hacer esperanzarnos en el fútbol, en la estética por delante del resultado y también en que las formas se pueden relacionar armónicamente con el fondo.

Atalanta aparece como el primero en la lista: nadie hace más goles que ellos, cuenta con un esquema y una solidaridad que hace que sea más fuerte la idea futbolística que los nombres. Y juega bien. Juventus, miró la pelota rodar al frente de sus narices sin poderla quitar. ¿Campeón? Parece difícil pero ¿A quién le importa? La manera de honrar el juego lo convirtió en uno de esos inolvidables sin corona. Tres en el fondo, cinco en el medio y dos adelante, el número telefónico de Gasperini.

Wolverhampton Wanderers. Juega bien y corre riesgos, como Atalanta. Cuenta con Jiménez como el goleador que resuelve lo que en el medio crean Neves y Pedro Neto. Juega con tres en el fondo -como Atalanta- a partir de la velocidad de sus wines y del traslado veloz de la pelota. Sufrió resbalones en la campaña que lo podrían dejar sin clasificación Europa, pero ¿a quién le importa? Honraron el juego Nuno Espirito Santo y sus muchachos.

Sheffield también podrá ser incluido en esa lista: con menos brillo -mucho menos, sin duda- que los dos casos anteriores, se las arregló para ocupar el ancho del campo creando una atarraya compleja de resolver para sus adversarios. Con argumentos menos estéticos pero con el agregado de la lucha como una de sus consignas, fue protagonista y está detrás del Wolverhampton en la tabla. Ah. Juega con tres en el fondo.

Ellos tres y Villarreal -que al contrario de los anteriores sí hace línea de cuatro férrea en defensa- pueden terminar su temporada en paz. Fueron capaces de romper el molde y de, a punta de fútbol y sin necesidad de dar vueltas olímpicas por doquier, tapar al Real Madrid adicto al 1-0 y al Barcelona que se la pasa entre llamas.

@udsnoexisten

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