De acuerdo al diagrama del estadio, ese que es tan recurrente a la hora de que un potencial cliente compre la boleta de entrada a un partido de fútbol, estaban delimitados 28 sectores desde la A hasta la Z. Y la última letra del abecedario fue aquella que marcó también el último momento de la vida de 39 personas en Bélgica, en el estadio de Heysel.
PUBLICIDAD
Aquella franja de hormigón era el final de la curva del estadio de Heysel en su sector norte. Haga de cuenta era ese pedacito de gradería que une la tribuna alta norte con la de occidental general, si tomamos como ejemplo en el estadio El Campín en Bogota. Ahí los hinchas de Juventus pensaron que sería un buen lugar para ir con sus familias a ver uno de los partidos más importantes de la historia de su club. Era decidir el trofeo de la antigua Copa de Campeones de Europa ante el Liverpool, uno de los grandes adversarios en este tipo de torneos.
La trampa para los hinchas estuvo lista: es que de acuerdo al diseño del estadio aquellos que estaban ubicados en aquel fatídico sector Z, que era en teoría una tribuna familiar, quedaron unidos a las graderías X y Y que estaban atestadas de fanáticos del Liverpool. Pero no eran fanáticos de cualquier índole: eran temidos hooligans, de esos que no entienden razones y cuentan hasta 10 para reflexionar.
Y el sabor a sinsalida se sentía porque apenas culminaba la construcción de la tribuna Z había un vacío, un foso y una reja que se transformó en una celda en la que se quedaron encerradas muchas ilusiones. Solo fue que la invasión de frenéticos se diera hacia el punto Z se fraguará ante la debilidad policial y a esas mallas de contención endebles. Fueron 39 los muertos aquella vez en la que se tuvo que jugar aquel encuentro por miedo a que la tragedia -de por sí pavoroso- alcanzara mayores dimensiones.
El pasado 29 de mayo se conmemoraron 35 años del partido de fútbol más triste de la historia en competiciones europeas.