Un hombre pedalea por la Toscana italiana, se dirige hacia Florencia y dentro del marco de su bicicleta lleva documentos muy importantes que salvarán la vida a cientos de personas. Durante los años que duró la Segunda Guerra Mundial, un héroe anónimo pero no desconocido, figura del ciclismo, dio las pedaladas más importantes de su carrera y de las que poco quiso hablar. Gino Bartali, quien en ese momento ya tenía en su palmarés dos Giros y un Tour, ferviente católico como todo campesino italiano de su época, salvó la vida a aproximadamente 800 personas llevando identificaciones falsas a través de las líneas enemigas Nazis. Bartali usó el estatus de celebridad y sus dos piernas como las mejores armas de la resistencia. Pasó de ser un capo del ciclismo a ser un gregario que transportó la esperanza de decenas de familias judías.
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Davide Martinelli, ciclista profesional del equipo Astana, recorre las carreteras de la Lombardia en Italia llevando la medicina a decenas de ancianos que no pueden salir a causa del confinamiento por el Coronavirus. «Tengo una bicicleta, dos piernas, una máscara, guantes y una mochila, así que descubrí que podía ser útil para las personas mayores en el pueblo que no pueden moverse», escribió en su cuenta de Instagram.
La última portada de la famosa revista ‘The New Yorker’ es una ilustración en honor a los bicimensajeros que no paran de trabajar a pesar de estar en uno de los mayores focos de la pandemia: New York. Como ellos, miles de bicimensajeros alrededor del mundo salen a las calles, unos por necesidad y otros pocos por solidaridad a ayudar a quienes lo necesitan en estos momentos de incertidumbre mundial.
La bicicleta, un aparato que se ha convertido nuevamente en una herramienta para sobrellevar una crisis más, ese medio de transporte que nos recuerda a los seres humanos como animales gregarios y que siendo de uso personal, paradójicamente, sirve para hermanarnos mucho más. Existe ese viejo dicho que popularizó la película de Batman: «La noche es más oscura antes del amanecer” y, como en la portada de “The New Yorker”, justo ahí, en las sombras y bajo una luz tenue de esperanza, está la bicicleta.
Gino Bartali no dio sus mejores pedaleadas en los tres Giros que ganó, tampoco las dio en los dos Tour que conquistó. Sus mejores registros los ofreció en las carreteras salvando vidas en momentos de crisis. Los bicimensajeros, los gregarios de nuestra sociedad, ya sea por necesidad o por aportar algo en la crisis, nos están regalando sus mejores pedaladas en este momento. Porque eso sí, siempre podremos contar con los grandes seres humanos y, por supuesto, con la bicicleta, un invento tan simple como maravilloso.
Por: Camilo Téllez @acerocaballito