La rutina está cambiando. Domingo es el día en el que –de acuerdo a mi rutina– me levanto a escribir la columna de Publimetro. El despertador suele ser mi hija, que como buen niño chiquito, siempre abrirá los ojos temprano demostrando que las baterías están impecables y que funcionarán hasta altas horas de la noche.
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Entonces ya para ese tiempo he pensado en un par de ideas que aparecen el sábado en la tarde. A veces ocurre que en la mañana del domingo surge una mejor que tumba las dos anteriores y por ahí me voy, por ese lado me siento frente al computador para escribir hasta que se cumple con la extensión sugerida del texto –que desde la primera vez que hice una columna acá, con Astrid Harders como directora, y que no se modificó con Claudio Garrido y tampoco con Alejandro Pino– suele ser de 500 palabras más o menos. Con esa base se escribe la columna que usted lee en el impreso y en internet.
Este fin de semana parece muy distinto al de todos los que he hecho este mismo rito dominical porque el asunto de interés es otro: al momento de ubicarme frente a la pantalla se reportaron 10 casos más de COVID-19 que engrosan la lista de colombianos contagiados. Pero lógico, en el instante en el que usted reciba esta columna, de golpe la cifra habrá sufrido una modificación sustancial, porque los valores de aumento de la pandemia parecen inminentes.
De ahí que se haya cerrado todo, que las calles son territorio fantasma y que los domiciliarios se coticen al alza. De ahí que no haya nada para ver más que los noticieros con el fin de continuar haciendo el seguimiento de casos confirmados. ¿Fútbol? Ni pensarlo, aunque hubiera inescrupulosos como Jorge Enrique Vélez que querían jugar –o hacer jugar a los que juegan porque como él no se va a contagiar, le importa un carajo el resto– igual que Marcelo Tinelli, alto dirigente del fútbol argentino que quiere sancionar a River Plate por no presentarse a disputar el duelo de la Copa de la Superliga –¿será posible arriesgarse por cuenta de un torneo de porquería como ese?– ante Atlético Tucumán.
Gente insensata es lo que existe en el mundo. Vélez y Tinelli deberían ser inmunes a cualquier enfermedad por esa maravillosa capacidad de lavarse bastante las manos al día, y lo más difícil es que nosotros tenemos que sobrevivir al lado de ellos.
Bueno, en Turquía están jugando –una locura dirigencial de esas que dan grima– pero cuando estaba viendo el apasionante Trabzonspor-Istanbul Basaksehir, la transmisión se dañó. ¿Castigo divino?