Como un teléfono roto, una pelota que nadie quiere agarrar, una pregunta que nadie quiere responder o un problema que no tiene doliente para solucionarlo, el enrolamiento de la Dimayor se ha convertido en un misterio que nadie relacionado al fútbol colombiano ha tenido la capacidad de responder con claridad.
Mientras el presidente de la Dimayor, Jorge Enrique Vélez, responsabiliza al Estado por incumplir y ser el culpable de que el proceso no esté siendo ejecutado, las administraciones municipales a cargo de los escenarios deportivos de fútbol comentan que no sienten responsabilidad de invertir en infraestructura para un evento que, dentro de su lógica, es para el beneficio de un privado y no debe tener la inversión de la administración pública.
El enrolamiento y/o carnetización es uno de los objetivos que se planteó el Estado colombiano para empezar a registrar, identificar, sancionar y judicializar (en el caso de se llegara a generar algún problema de convivencia), a la persona que hiciera parte de una base de datos para recolectar la información de las personas que asisten a fútbol en el país.
Por eso, desde 2009 se empezó a presentar toda la reglamentación legal para erradicar los problemas de violencia, seguridad y convivencia que estaban surgiendo a partir del fútbol como evento deportivo en las ciudades del país.
Todo inició por medio de la Ley 1270 de 2009, que ordenó la creación de un Comité Local de Seguridad, Comodidad y Convivencia en las ciudades donde se realiza fútbol profesional. Posteriormente, la Ley 1445 de 2011 (conocida como la Ley del fútbol) y el Decreto 1717 de 2010, dieron las pautas y procedimientos para empezar a reglamentar los comportamientos de hinchas y clubes en el territorio colombiano.
Posteriormente, nace el Plan Decenal del Fútbol 2014-2024, que plantea retos, estrategias y objetivos para mejorar todo el contexto de este deporte en el país, a través de una serie de encuestas que ubica el fútbol en Colombia. Este mismo documento, formado y presentado por el Ministerio del Interior, que encargó al
Centro Nacional de Consultoría a través de las fundaciones Colombianitos, Tiempo de Juego y Contexto Urbano su realización, informa que un 94% de los colombianos “considera que el fútbol es importante o muy importante” o que por ejemplo, la Selección Colombia es para el 96% de los encuestados “un elemento de unión entre los colombianos”.
Es a partir de todo esto que el Ministerio del Interior ordena a la Dimayor, como ente regulador del fútbol en Colombia, que se encargue de registrar e identificar a los hinchas para que “en el caso de presentarse desórdenes al interior o afuera del escenario, las autoridades reconozcan fácilmente a los generadores de desórdenes”, como menciona el documento en cuestión.
Y así empezó todo desde los meses de junio y julio de 2017, cuando las cinco principales ciudades del país iniciaron el proceso a través de los equipos que conforman el espectáculo de cada una. En Medellín, el Deportivo Independiente Medellín y Atlético Nacional; Bogotá con Independiente Santa Fe, Millonarios FC y La Equidad; Cali con América, Deportivo Cali y Cortuluá; Barranquilla con el Junior FC y Manizales con el Once Caldas.
Hasta el pasado 20 de febrero del presente año, cuando se decidió hacer una pausa al proceso de registro de hinchas, se enrolaron 243.466 personas, según cifras entregadas por TuBoleta, operador logístico de esta información. De esta cantidad de personas, solo habían sido entregados 182.205 carnets y faltaban por reclamar el suyo 55.132 personas.
Este proceso comienza con el hincha cuando se acerca a un punto de enrolamiento. En este, pagaba el costo del carnet, que es de $11.900 pesos, facilita sus datos, y en días posteriores podía reclamar su documento de enrolamiento. Sonaba fácil y sin inconvenientes, pero el proceso empezó a generar dudas cuando pasaban los días y los hinchas no utilizaban su carnet como requisito para ingresar al estadio, como le habían anunciado y advertido recién presentado el proceso.
Por eso la incertidumbre que tiene el hincha se ha justificado, ya que después de 5 torneos jugados en dos años y medio de competencia, los aficionados al fútbol han preguntado para qué pagaron por un documento que no están utilizando y, dada la desconfianza que ha generado la Dimayor como organización debido a diversas polémicas (la más reciente, la reventa ilegal de boletería para la Selección Colombia en la última eliminatoria), el imaginario de la gran mayoría de hinchas es que el enrolamiento fue una ‘estafa’ o un gran ‘robo’ por parte de la Dimayor.
En entrevista con el diario El País de Cali, Jorge Enrique Vélez, actual presidente de la Dimayor (y segundo en el cargo desde que inició este proceso, que inició con Jorge Perdomo, anterior presidente de la entidad) comentó lo siguiente: “Yo debo decir que me siento decepcionado en el tema de la carnetización: ¿Qué ganamos con tener un carné cuando en los estadios no existen mecanismos para hacer la
lectura? Los estadios en Colombia, a excepción el del Cali, son del municipio y el Estado no ha hecho ningún tipo de inversión en ese sentido”.
Según Vélez, la ley exige que se enrolaran a los hinchas. La Dimayor cumplió. Pero también menciona que era el Estado quien se encargaría de instalar los equipos de identificación para estos, pero no cumplió.
El tema se pone complejo, ya que, al consultar con los responsables de los estadios del país, se da una versión completamente distinta del enrolamiento en cada ciudad, o como cuenta al inicio de esta nota, se forma un teléfono roto, como cuenta René Chinchilla, administrador del Estadio El Campín, que recibe a Millonarios y Santa Fe.
“Yo conozco la historia, y aquí, esto es un teléfono roto en el sentido que la Dimayor y la Federación dicen que la culpa es de nosotros por no tener la implementación, pero nosotros como secretaria de seguridad hemos trabajado para implementarlo y actualmente estamos haciendo pruebas con varias empresas para saber cuál llenan nuestros requisitos y expectativas, y que sea acorde con lo que pide la Dimayor, lo que piden los clubes. Porque después de hacer una inversión para que digan que no sirve es como ilógico”, comenta René.
En Medellín, el panorama en seguridad y convivencia en el estadio cambia completamente gracias a que la Alcaldía de Medellín presentó Cultura del fútbol, un proyecto de cultura ciudadana en el fútbol, dentro de su plan de desarrollo municipal. Transformado en una política pública por acuerdo municipal, es la hoja de ruta en los temas de seguridad, convivencia y pedagogía del fútbol en la ciudad.
Medellín ya realizó las inversiones necesarias para leer estos equipos y más datos, pero Mateo Escobar, coordinador de Cultura del fútbol, cuenta cuál ha sido el principal problema de este proceso: “Hemos tratado de acogernos a las normas que implementó la Dimayor con el tema de la carnetización, y es por esto que adquirimos unos torniquetes donde la persona ingresa el carnet y el sistema nos arroja si la persona está sancionada o no. ¿Qué pasa? Que la Dimayor quiso implementar esto en todo el país, y el único estadio que cumple con las condiciones para tener control somos nosotros (Estadio Atanasio Girardot)”.
En Cali la situación es similar a lo que sucede en Bogotá. Según nos cuenta Silvio López, secretario de recreación y deportes de la capital del Valle del Cauca: “La Dimayor tomó la decisión del enrolamiento unilateralmente para los equipos de fútbol, y en eso, pues por lo menos en lo que fue a la administración municipal, no se le consultó. No es un tema que se haya convenido con la administración municipal, con la Secretaria del Deporte, con nosotros en el Comité de Seguridad y Convivencia en el fútbol, para nada. Nosotros tenemos un acercamiento con la Dimayor, es que constantemente hablamos con ellos para los partidos, pero de ese
tema puntualmente no se ha hablado, es unilateral de la Dimayor y nosotros en ningún momento se nos ha preguntado, qué opinamos al respecto”.
Silvio plantea también algo muy relevante en esta discusión. ¿Por qué el Estado debe implementar una infraestructura que es para el uso de un privado como la Dimayor o los equipos de fútbol?:
“Esto es una dinámica privada muy millonaria porque los equipos valen mucha plata, tienen unas nóminas valiosas y es un espectáculo. En ese orden de ideas, esto que es un negocio privado, que son unos eventos y unas dinámicas privadas, también tienen cómo apoyar al estadio, porque estos son unos estadios que se les alquilan a ellos a unos precios bastante razonables. El América no paga más de 10 millones y medio por el alquiler del estadio, entonces yo creo que ahí podría contribuir muchísimo todo este sector del fútbol, que es un negocio rentable y que pueden apoyar esto, porque son sus aficionados los que deben comportarse bien”.
Esta visión va por la misma línea de René Chinchilla en Bogotá: “Nosotros como alcaldía queremos hacer una gran inversión, pero la verdad, está la plata, ¿pero por qué no hacemos una alianza con Dimayor, Santa Fe y Millonarios en este caso de Bogotá? Nosotros le arrendamos el escenario a ellos, nos pagan un porcentaje de la boletería, no tienen una tarifa fija para el arrendamiento del estadio”.
Todo trata un poco de cómo la administración municipal de cada escenario deportivo intenta desde sus capacidades públicas hacer más fácil el uso del estadio por parte de los equipos, que al final son una entidad privada, como explica René en el caso de Bogotá:
“Nosotros lo hemos propuesto, porque ellos se quejan de que es demasiado, y exactamente nosotros solo cobramos el 11.78% de la taquilla, y nosotros decimos que si desean les ponemos una tarifa fija a los partidos, pero obviamente a ellos no les conviene, ejemplo Santa Fe, si les ponemos una tarifa fija pues ustedes saben que las entradas no van a ser las mejores para ellos. Millonarios de pronto sí le serviría. Lo que se piensa entonces es, sentémonos y porqué no los clubes también se vinculan a este tema”.
Medellín, ya con la capacidad tecnológica de seguridad con la que cuenta su estadio, comenta por medio de Mateo Escobar: “Nosotros hemos tratado de estar un paso adelante. Obviamente los torniquetes no solo los compramos por temas de seguridad y Dimayor, sino que también porque los torniquetes viejos del estadio eran propiedad de TuBoleta, y era el privado el que arrojaba todo el tema de ingreso al estadio. El impuesto del estadio se saca del número de personas que ingresan, entonces queríamos tener un control más propio y no que los equipos nos rebotaran la información. (…) Al ver que el sistema de carnetización no tiene un futuro cierto, lo que vamos a hacer es una implementación de lectura de cédula del torniquete, para tener que evitar un carnet, porque eran muchas las quejas que
presentaban los hinchas eran ‘¿Para qué un carnet si yo ya tengo cédula que me identifique?’”.
Para finalizar, Silvio López termina de aclarar el panorama del proceso en la ciudad de Cali: “Nosotros garantizamos el espectáculo. Garantizamos el estadio. Apoyamos a la ejecución de los privados que son los clubes de fútbol y en esto debería haber aportes de lado y lado. El tema del enrolamiento, como te digo, fue un deseo de la Dimayor. Y sobre el particular, pues nosotros intervenciones adicionales en el estadio no tenemos, porque la gente está entrando común y corriente, el comportamiento ha sido el adecuado y la responsabilidad del enrolamiento, entendemos, es de la Dimayor”.
También es claro a la hora de hablar sobre la infraestructura con la que cuenta el estadio para esto: “No tenemos equipos adicionales ni tecnología que pueda ser adquirida. No tenemos ningún proyecto para considerar el tema, y en su momento, cuando hablé a finales del año pasado un par de minutos con el presidente de la Dimayor, él habló de la intención de ellos de adquirir más que elementos, unos servicios para que los estadios gozaran de la tecnología para poder identificar e individualizar las personas”.
Mateo Escobar cerró también el momento en que el Estadio Atanasio Girardot se encuentra actualmente en temas de seguridad relacionado con la Dimayor: “Hoy estamos quietos con ese tema, no lo estamos exigiendo porque ya no depende de nosotros como tal. Lo hemos exigido varias veces manualmente, ni siquiera con el torniquete, solo se pedía que la gente estuviera enrolada y ya. Pero como la Dimayor tuvo un cambio de administración, hay una visión de frenar esa carnetización y hacer otro sistema enfocado más a los fanáticos y demás. Pero no sabemos nada puntual”.
Por último, René Chinchilla, administrador del Estadio El Campin cierra su declaración resaltando el desconocimiento del panorama actual del proceso, pero también el siguiente paso que prepara la Alcaldía de Bogotá para mejorar la seguridad del escenario deportivo: “Este enrolamiento lo hizo la Dimayor, asumió los costos, lo hizo con la empresa TuBoleta, les cobraron a los hinchas, y nosotros no sabemos qué pasó. Sabemos que tenemos la carnetización, efectivamente a veces en algunos partidos el que no tenga carnet no entra, pero más que todo para las barras populares y no para un control de nosotros. Para que nosotros como Alcaldía tengamos una base de datos, toca que tengamos la implementación de los biométricos, y se está trabajando en eso, se están haciendo los pliegos, los estudios, se están realizando pruebas en el Estadio El Campín, han ido varias empresas a mostrarnos las cámaras, domos, infraestructura, todo”.
En definitiva, el enrolamiento se ha convertido en un problema no solo de la Dimayor sino también de las administraciones municipales de cada ciudad que se encuentra en el proceso. Sin una respuesta clara o un norte trazado, los hinchas siguen con las dudas sobre el proceso, que además, según lo que respondieron las
personas encargadas en cada ciudad, todo indica un desorden y falta de dirección dentro del enrolamiento.
Muestra de ello es que en el contacto que se tuvo con la Dimayor para responder a este reportaje, y por temas de agenda no se pudo concretar la respuesta de las únicas dos personas a cargo del tema: Jorge Enrique Vélez, presidente de la entidad; e Iván Novella, gerente de Dimayor. No hay un equipo de trabajo, no hay una oficina, no hay nada. El enrolamiento de la Dimayor tiene muchas preguntas y nadie que las responda.
Por: Andrés Felipe Alzate López / @andresellopez
Trabajo académico presentado en la Universidad Católica Luis Amigó