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La cruda historia de vida de Anthony Zambrano, medalla de plata en el Mundial de Atletismo

Sus piernas llenaron de orgullo a toda Colombia. Solo necesitó 44:15 segundos para colgarse la plata en el Mundial de Atletismo de Doha. Pero allí no comenzó su historia, solo es un gran paso de los muchos que ha dado en los últimos 6 años de vida.

Hace apenas dos meses, Zambrano ‘voló’ en las pruebas de los Juegos Panamericanos de Lima 2019. El oro que se colgó en Perú lo hizo a conocer ante el país y ganarse el apodo de ‘La joyita’. Hoy disfruta del reconocimiento por el que se ha esforzado, pero antes de eso tuvo una cruda historia, producto de la violencia que azota a Colombia.

La cruda historia de vida de Anthony Zambrano

Nació en Maicao, La Guajira, el 17 de enero de 1998. Allá vivió apenas dos meses. Su mamá, Miladis, tuvo que marcharse de la península luego de que fuera asesinado el padre de Anthony. Por eso el atleta dice que se siente más barranquillero que guajiro.

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«Yo soy barranquillero. Así algunos narradores digan: Ahí va el guajiro», manifestó en una entrevista en 2015.

Ya en el Atlántico, Anthony fue un niño muy extrovertido y divertido. Allí comenzó a mostrar sus dotes como atleta, algo que lo llevó a destacarse en el Mundial de Menores de Cali, en 2015. A partir de allí su carrera fue in crescendo.

En sus primeros años sentía impotencia al no tener zapatos con qué competir. Así, con las suelas peladas y con la planta de sus pies tocando el asfalto, comenzó a ganarle a quien se presentaba como rival.

«No tenía para comprarme un par de zapatos nuevos. No tenía ingresos porque estaba comenzando, no era deportista apoyado por Coldeportes. Cuando uno quiere cumplir un sueño no se tiene que dejar de nada», asegura Zambrano.

Una vez se destacó en Cali, Coldeportes comenzó a ver en él a un potencial campeón. Con ese apoyo vinieron los triunfos en el Mundial Juvenil de Polonia 2016 y luego el salto a mayores.

A medida que se transformaba en profesional, Zambrano mostraba aún más carácter. Al final, el velocista se impuso a nivel sudamericano y panamericano, antes de destacarse en Doha.

La promesa que le hizo un día a su mamá Miladis, de llevar una medalla mundial, está cumplida. Sin embargo, su camino no se detiene allí. Como dijo una vez se bañó de plata en Doha: «esta es la mitad del camino», ahora va por Tokio 2020.

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