Era el momento de Brasil. Luego de una decepcionante presentación contra Suiza, frente a la humilde Costa Rica no había excusas que valieran.
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Atrás quedó el susto de la lesión de tobillo de Neymar, quien comandó el ataque de la verdeamarelha, pintada de azul en San Petersburgo. Sin embargo, la decepción se fue apoderando del estadio del Zenit, ante una Brasil inoperante.
El Scratch hizo crack. Brasil no tuvo segunda marcha en todo el primer tiempo, resintiendo la fatiga de la exigente temporada europea en varios de sus jugadores. Los ticos se sintieron muy cómodos y cuando eran superados por el talento sudamericano, Keylor Navas tuvo su tarde sublime.
El portero del Real Madrid fue el encargado de sumir en la depresión a los brasileños. La frustración se fue apoderando de Neymar y compañía, ante un arquero pletórico y una defensa que con pocos recursos, hizo lo que pudo.
El sueño costarricense pareció destruirse en el minuto 77, cuando el árbitro holandés Bjorn Kuipers pitó un penalti sobre el diez canarinho. Neymar se proponía a pegarle desde los doce pasos, pero el VAR reversó la jugada, por exageración del crack del PSG.
Se le acababa el tiempo a Brasil. El reloj marcó el minuto 90 y el 0-0 era inamovible. Keylor, inexpugnable. Pero, la Verdeamarelha no quiere pasar sin pena ni gloria por Rusia y a lo prepotente atropelló a la defensa tica, consiguiendo el gol gracias a Philippe Coutinho.
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Para el postre, la cereza la puso Neymar también el la adición. El parto fue tanto, que Neymar terminó entre lágrimas, sacándose el peso de un posible fracaso de Brasil, que no será tal porque la Verdeamarelha sigue viva y es peligrosa.
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