Perder es ganar un poco, inmortalizó Francisco Maturana allá por la década de los 90. Ahora, créalo o no, es posible que para la Selección Colombia sea mejor empatar que perder frente a Polonia, el próximo domingo en Kazán.
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¿Una locura? Matemáticamente es un absurdo. Sin embargo, a la hora de analizar la tercera fecha y los encuentros de los otros equipos, una ventana de ilusión se abre.
Para los entendidos, una igualdad entre polacos y colombianos no es nada descabellada. El empate no debe ser visto con malos ojos, siempre que Senegal supere a Japón, en el encuentro previo. Los africanos son favoritos en el encuentro contra los nipones.
De darse el resultado lógico entre senegaleses y japoneses, la tricolor enfrentaría a un equipo clasificado en la jornada decisiva. Esto no es garantía de nada, pero ante un cruce de octavos de final contra Bélgica o Inglaterra, dos candidatos, tal vez Senegal ponga suplentes en el encuentro versus los de Pékerman.
En el otro duelo, Polonia sería candidato frente a Japón. Aunque los nipones tendrían la primera opción, por plantilla y por juego, los europeos deberían sacarle un triunfo o al menos un empate a los asiáticos, algo que le convendría a Colombia.
No obstante, la intensidad de jugar contra un equipo que tiene oportunidades de clasificar no es la misma que contra otro que aseguró su lugar en octavos de final. Eso sí, el combinado nacional tendría que anotar un gol más que aquellos que Polonia le convierta a Japón, siempre y cuando los polacos se queden con el triunfo.
En cambio, aunque la victoria a Colombia le otorgue tres puntos, no dejará clasificada matemáticamente a los senegaleses, algo que obligará a los Leones de Turanga a poner en cancha lo mejor que tiene contra Pékerman y compañía. Un triple empate entre Senegal, Japón y Colombia amenaza a los africanos, que apelarían a poner a Sadio Mané y Kalidou Koulibaly para asegurar la clasificación.
Todo es especulativo, pero las ilusiones tricolores no morirán ante un eventual empate frente a Polonia. La fe está intacta y las matemáticas avalan, hay que dejar de lado el pesimismo.