¡Cuánto esperaste, Perú! Cuánto lo quisiste, cuánto lo soñaste, y al fin se te dio. Los incas retornaron a una Copa del Mundo tras 36 años de ausencia y por eso no lo podían hacer mal.
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La actitud con la que el conjunto de Ricardo Gareca salió al campo de Saransk fue ejemplar. Desde el minuto cero, Perú buscó el arco contrario, generando claras ocasiones de gol, pero sin eficacia.
Dinamarca quiso salir del ahogo, sin mucha fortuna en la primera mitad. Todo era sudamericano y la alegría tuvo el momento de su recompensa, cuando Christian Cueva fue arrastrado en el área y luego, tras la consulta al VAR, se sancionó penalti. El mismo petiso tomó la pelota y remató de derecha. Afuera.
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Conmoción en la Bicolor. Perú sintió el sismo de haber errado el penal, en su estado anímico. El buen equipo de Gareca le dio oportunidad a los escandinavos de encontrar un resquicio por donde envalentonarse y hacer daño. Así fue.
Dinamarca aprovechó los momentos groggy de Perú y rompió el celofán. Youssuf Poulsen Yurary, hombre del Leipzig, definió con frialdad ante la salida de Pedro Gallese, que nada pudo hacer.
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El cachetazo hizo que Perú reaccionara. Al campo Paolo Guerrero, quien sorpresivamente no fue titular. Con él, el ataque inca se revitalizó y volvió a inclinar la cancha sobre el arco de Kasper Schmeichel.
El portero danés comenzó a tener su momento. Acostumbrado a las heroicas, como en su título de Inglaterra con el Leicester, Schmeichel se convirtió en un frontón. Perú entró en la frustración y no salió de allí.
