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¿Por qué Nacional juega tan mal? Cinco razones para entenderlo

La expulsión de John Duque evitó otro resultado adverso del equipo de Jorge Almirón. Sin embargo, la campaña es frustrante y el conjunto no funciona, ¿qué pasa?

Opaco inicio de Atlético Nacional en la temporada. Perdió la Superliga, cambió de presidente, se le cayó el fichaje de Giovanni Moreno y muchos yerros más que han hecho de este comienzo de semestre un auténtico tormento.

Sin embargo, el hincha verdolaga lo que más cuestiona es la puesta en escena en el campo. Seis partidos oficiales en el año, con igual número de victorias, empates y derrotas, pero con un factor común: el mal juego.

¿Qué sucede en el interior de un equipo que marcó época en Colombia? ¿Por qué Jorge Almirón, el DT subcampeón de América, no le encuentra la vuelta al equipo? ¿Por qué Nacional no da la sensación de imbatibilidad que hasta hace meses atrás? Intentamos explicar las razones del proyecto verdolaga, que debe mejorar o si no emulará al Titanic.

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  1. Los caprichos de Almirón

Nadie duda del conocimiento de Jorge Almirón, que llevó a un club chico como Lanús a estar a un paso del título continental. El juego del equipo granate fue admirado en toda América, pero en el Verde no lo puede replicar.

El entrenador vino con el librito bajo el brazo y se niega a escuchar ideas diferentes. Almirón se muestra intransigente a la hora de cambiar su 4-3-3, a pesar de tener una nómina que le da posibilidad de jugar de otra manera.

En todos los encuentros, el argentino repitió su esquema, pero no así a los intérpretes, sin poder repetir una formación durante dos juegos consecutivos. La hinchada no reconoce a sus jugadores, incapaz de recitar un equipo de memoria, o al menos a seis de los once titulares.

Además,

  1. Mala conformación del plantel

La nómina de Atlético Nacional es una de las más bastas del país. Tiene dos jugadores por puesto y en ocasiones hasta tres o cuatro. Sin embargo, para el equipo que pretende Jorge Almirón, algunos jugadores especialistas en ciertos puestos hacen falta.

El gaucho no tranza el 4-3-3, más allá de no tener los jugadores idóneos para ello. Los laterales izquierdos (Cristian Mafla y Edwin Velasco) no lo convencen, por lo que trajo a Rafael Delgado, con el que comparte patria.

Sin embargo, el principal problema está en el mediocampo. Almirón juega con un volante de marca, pero ninguno de los cuatro que usó lo convence. Raúl Loaiza y Aldo Leao Ramírez no sienten la recuperación, mientras que Diego Arias no tiene el juego que al DT le gusta.

El que más lo llena es Jorman Campuzano, pero su falta de experiencia en los partidos calientes atenta contra su titularidad. El exjugador del Pereira combina marca y juego, pero no tiene la ayuda de los volantes interiores, que el Verde Paisa no los tiene definidos.

Almirón usó a Gonzalo Castellani, Vladimir Hernández, Raúl Loaiza, Aldo Leao y luego de solucionar el conflicto, a Macnelly Torres. Todos le generan el juego que pretende, pero no colaboran en la fase defensiva, por lo que el equipo queda partido.

Ninguno de los cuatro siente la función de volante interior, por lo que improvisan y el equipo lo resiente.

Por los extremos, Almirón usa a Jeison Lucumí y Andrés Rentería. El segundo no es un jugador de banda, pero se ha acoplado bien y por el momento es uno de los futbolistas que saca buena nota en la era Almirón.

  1. Suficiencia de los jugadores (actitud)

El síndrome de la panza llena se vive en Nacional. Varios de los jugadores parece haber perdido el apetito y aunque cumplen con su responsabilidad, no muestran esa hambre que se vio en el ciclo de Reinaldo Rueda.

El penalti que disparó Dayro Moreno fue un reflejo de lo que se vive por estos días en el seno verdolaga, una falta de exigencia debido a la catarata de títulos que en el último lustro cosechó uno de los equipos más populares del país.

  1. El clima administrativo

Lo que sucede en las oficinas verdolagas no debería repercutir en lo deportivo, pero la realidad es que sí. Años atrás, se vivía una paz en el club y se reflejaba una estabilidad empresarial que hoy no se respira.

Dos cambios de presidentes en un año. Proyectos que pasan de austeros a ostentosos, hacen que la institución no tenga una política deportiva desde arriba.

Con Juan Manuel Lillo se apostó por la cantera, más allá de algunos refuerzos. Seis meses después se sacó la billetera para comprar los jugadores que exigió Almirón, pero sin analizar si eran necesarios o no.

La llegada de Juan David Pérez pretende darle orden al vaivén que se volvió el club en el último año. Sin embargo, varios problemas institucionales harán que la tarea no sea nada fácil.

  1. Falta de autocrítica

Por último, Atlético Nacional peca de un pecado capital: la soberbia. La embriaguez de títulos bien ganados que tuvo en la década en curso, los puso con un ápice de arrogancia.

Directivos, jugadores e hinchas se sintieron intocables y poco miran hacia adentro. En la era Lillo se evidenció tal semblante, lo que derivó en un fracaso estrepitoso, en cuartos de final de la Liga Águila, en manos de Tolima.

El semestre es naciente, pero el Verde de la montaña parece estar repitiendo los errores del pasado. Por el momento, la Superliga se esfumó, la liga le presenta problemas y la Copa Libertadores está por llegar. Si no sale de su soberbia, puede sumar una frustración internacional más, como sucedió en la Copa anterior.

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