La Navidad es capitalina. La ciudad que por más de veinte años sufrió de una sequía de títulos entre sus dos máximos exponentes, hoy tiene el orgullo de decir que Santa Fe y Millonarios disputarán la finalísima del fútbol colombiano.
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En un fin de semana para la historia, El Campín se vistió primero de rojo y luego de azul, dándole alegría a miles de hincha en una Bogotá que desde ya puede gritar campeón. Cardenales y albiazules se quedarán dentro de una semana con la gloria, que ya es exclusivamente bogotana.
Con el corazón, Millonarios resistió y eliminó al América
Capítulo dos de una rivalidad icónica del fútbol colombiano. La ventaja de Millonarios era tan efímera como importante. En los clásicos, los resultados sorpresivos están a la orden del día y el equipo embajador no se podía confiar ante un América envalentonado.
El partido en Cali caminó entre la realidad y el espejismo, con un equipo escarlata cosechando menos de lo que mereció. Ahora, en El Campín, quería demostrar que no fue casualidad su rendimiento en el Pascual Guerrero y por qué no, conseguir el milagro de la clasificación.
El conjunto albiazul se mostró tenso. Su fútbol no fluyó, como paralizado por la responsabilidad de clasificar a la final. La ventaja era un bálsamo pero en los 45 minutos iniciales hizo muy poco para ampliarla.
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En cambio, el trámite era escarlata. Sin el apoyo de su gente, América empujó con pocas ideas y por momentos rozó el empate de la serie, aunque sin mucha lucidez en los metros finales. Con uno que quería y no podía, y otro que no sabía qué hacer con la pelota, se acabó el primer tiempo.
La segunda mitad comenzó con la misma tónica, pero el estado físico comenzó a hacer lo suyo. En medio de una cancha pesada, producto del agua que cayó en Bogotá, el trajín del día anterior con el juego de Santa Fe y los retazos del concierto de Bruno Mars jornadas atrás, la grama del Campín atentó contra la voluntad americana.
Poco a poco, el fuelle escarlata se fue quedando y aunque con valentía atacaba, atrás dejaba muchos espacios. Así fue como de la nada Millonarios se encontró con un penalti bien cobrado. Sin embargo, Carlos Bejarano atajó el remate de Ayron Del Valle y mantuvo viva la esperanza roja.
El portero de los diablos fue la figura en los últimos minutos, atajando las llegadas locales. Nicolás Vikonis no se quedó atrás en el conjunto local. El portero le dio ilusión a sus compañeros, pero ellos no hicieron lo necesario. Millonarios sufrió, pero la final es 100% bogotana.