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Las razones de los fracasos de Nacional en la Liga Águila

Le buscamos explicación a la debacle de uno de los favoritos a ganar la estrella de fin de año. Las navidades para ellos fueron anticipadas y con decepción.

1- Antipatía entre Juan Manuel Lillo y la afición

El español nunca cayó bien en el corazón de los verdolagas, quienes primero le achacaron su pasado en Millonarios. Con los días, ese detalle se olvidó y la principal crítica pasó por el juego de un equipo que sumó muchos puntos, pero que nunca terminó de convencer.

Para el final del semestre, la situación fue insostenible. La hinchada dejó de asistir al Atanasio Girardot, incluso en partidos relevantes. El entrenador en sus declaraciones no ayudó a la unión y muy extraño en la historia verdolaga, los aficionados pedían la salida del ibérico, sin importar el resultado.

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Por el momento Juan Manuel Lillo se sostiene, pero, ¿hasta cuándo?

 

2- Síndrome de panza llena

Atlético Nacional vivió hasta hace poco una de las mejores épocas de su rica historia. El ciclo inició bajo la batuta de Juan Carlos Osorio y fue Reinaldo Rueda quien tomó la posta del risaraldense.

Con un estilo más o menos atractivo, dependiendo el semestre, Nacional fue sinónimo de títulos y sus hinchas se jactaron de ello. Pelear por el campeonato local pasó a ser un trámite, acostumbrados a mandar en el ámbito internacional.

Sin embargo, luego de la debacle continental en la Copa Libertadores, el hincha sintió el impacto. Las tribunas comenzaron a vaciarse, un tanto por lo ofrecido por el equipo y otro tanto por lo que sufren los equipos acostumbrados a ganar: campeonitis.

Para la afición verdolaga es difícil ir al Atanasio Girardot a ver a un equipo que en el último semestre peleó por poco y nada. El promedio de asistencia en el estadio de Medellín cuando jugó Nacional pasó de 25.000 en la era Rueda, a 17.000 en la era Lillo. ¿y el resto?

 

3- La capitanía de Alexis Henríquez

El zaguero es un baluarte del equipo campeón de América, con membresía en la rica historia verdolaga. Sin embargo, confundió su capitanía con una cruzada sin cuartel que distrajo la concentración del club paisa.

Primero, fue la voz cantante del conflicto por las vacaciones, no solo por el plantel de Nacional, sino de la mayoría de equipos en el país. Su radicalismo (justo o no) de irse a vacaciones el 10 de diciembre sí o sí, cayó antipático en el mundo del fútbol.

Además, lideró la inmolación del plantel por su entrenador, viendo en una enemiga a la prensa. El jugador defendió a Lillo públicamente y se distanció aún más de la afición, la que necesitaban para seguir avanzando en Liga.

 

4- La directiva se conformó con poco

Luego de un año inolvidable en Nacional, el equipo no supo reinventarse. La gran culpable fue la directiva, que a principio de año presidía Juan Carlos de la Cuesta y luego pasó al mandato de Andrés Botero.

En los dos nombres, el gran pecado fue la austeridad. El Verde no dio el paso posterior y se conformó con la gloria alcanzada, pero no se trazó objetivos más allá, ni hizo un plan para lograrlo. Los directivos son parte fundamental del año gris.

 

5- Los que llegaron no rindieron

Siguiendo con la directiva, en conjunto con el cuerpo técnico, los jugadores que llegaron como refuerzos no estuvieron a la altura de los Orlando Berrío, Miguel Borja, Sebastián Pérez, Alex Mejía, Andrés Ibarguen, entre otros que emigraron,

Salvo Dayro Moreno, los nombres de Andrés Rentería, Raúl Loaiza, Jeison Lucumí, Gustavo Torres y el extranjero elegido por Lillo, Gorka Elustondo, no le dieron a Nacional el salto de calidad necesario. El ‘Verde’ se transformó en un equipo vulgar.

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