Antes de ser Francisco I, incluso antes de trasladarse al Vaticano, Jorge Mario Bergoglio ya era un loco fanático de San Lorenzo de Almagro. El fútbol en Argentina es religión y Dios quiso que el hombre destinado a ser el papa número 266 de la historia, se hiciera hincha del equipo más santo del país gaucho.
PUBLICIDAD
Su afición no es solo verbo. El sumo pontífice se hizo socio del ‘Ciclón’, en el peor momento de uno de los clubes más populares de Buenos Aires. El carnet de asociado número 88235N así lo corrobora.
El fútbol es su pasión y a la vez la tentación que sí hace flaquear a Francisco. Aunque su misión es inspirar bondad al mundo, cuando de San Lorenzo se trata no duda en ‘desearle el mal al prójimo’, sobre todo si se trata de Huracán y Boca Juniors, los más acérrimos rivales del equipo azulgrana.
“Díganles que rezo para que se pinche ‘El Globo’, que sigo siendo malo”.
Por supuesto, el tono utilizado por el sumo pontífice fue de broma. No obstante, su fanatismo por los ‘Cuervos de Boedo’ hacen que esta frase tenga un tanto de verdad.
Casualidad o no, a San Lorenzo le empezaron a salir mejor las cosas desde la asunción de Francisco al lugar de privilegio del Vaticano.
Los hinchas cuervos deliraron con el primer milagro que les hizo el papa, cinco días después de haber sido elegido en la Basílica de San Pedro. El equipo del que es hincha jugó ante Colón de Santa Fe por el campeonato argentino y para homenajear al nuevo papa, colocó una aureola en el escudo del club para ese encuentro.
PUBLICIDAD
¿Ganar sin patear al arco es posible? Sí, si lo es. El equipo no generó un solo remate a portería de Colón de Santa Fe y por momentos los postes lo salvaron. Sin embargo, sin pisar el área rival, un centro encontró la cabeza de un defensor contrario y el balón se incrustó en el área propia.
Ese fue el primero de los milagros que los feligreses, de la fe católica y de los cuervos de Boedo, le adjudican al papa. Un año después llegó el gran milagro: la Copa Libertadores de América.
En su historia, San Lorenzo era relegado por los demás equipos históricos de Argentina justamente por no obtener el máximo trofeo continental. Tanto se lo pidieron al papa Francisco, que el 13 de agosto de 2014 llegó la gran noche, venciendo a Nacional de Paraguay, con gol de penal de Néstor Ortigoza.
La popularidad del sumo pontífice tras los que para unos fueron milagros hechos en vida y en el mundo del fútbol, hizo que varios de los planteles del mundo quisieran conocerlo en la santa sede y recibir su bendición en las canchas.
El próximo evento fue el Partido de la Paz. Allí, varios de los mejores jugadores del mundo se reunieron en el estadio Olímpico de Roma, para rendirle homenaje a su santidad y dar ejemplo de tolerancia al mundo.
Figuras como Gianluigi Buffon, Gabriel Heinze, Diego Maradona, Roque Santa Cruz, Iván Zamorano, Andriy Shevchenko y los colombianos Iván Ramiro Córdoba y Carlos Valderrama, estuvieron en cancha, no sin antes pasar por el Vaticano.
Francisco los recibió y a todos ellos les pidió ser mensajeros de la paz. Sus estatus de figura pública los hacía encomendarse a ser portavoces del mensaje de Dios y con este mensaje lo refrendó:
“El deporte es una herramienta para comunicar los valores que promueven el bien de la persona humana y ayudan a construir una sociedad más pacífica y fraterna. Pensemos en la lealtad, la perseverancia, la amistad, el compartir y la solidaridad”.
Todos aceptaron la misión y el argentino Javier Zanetti recibió la unción de liderar una misión que vaya por las canchas de fútbol, buscando algo más que los tres puntos.
“Reuniremos a futbolistas de todas las religiones para hacer entender, con un gesto simbólico, que es posible construir un mundo en paz, hecho de diálogo, de respeto por los otros, por quienes, aunque tengan ideas diferentes de las mías, no son mis enemigos, sino ocasión de crecimiento y de riqueza” Javier Zanetti.
El último plantel en visitar la santa sede fue Chapecoense. El equipo brasileño que vivió una tragedia a finales del 2016, con un accidente fatal del que el mundo habló. Los representantes renovaron su fe de la mano de Francisco, quien les pidió fortaleza y humildad para reconstruirse desde la fatalidad que les tocó vivir.
Francisco I tiene la misión divina de llevar paz, amor y tolerancia a toda la humanidad. Entre muchas de las maneras que tiene a disposición una de sus preferidas es el fútbol.
Él, cuervo de pura cepa y fanático del deporte más popular del mundo, entiende que a través del deporte su mensaje puede llegar más claro y vaya que lo ha hecho, a pesar de que en ocasiones su primer mandato sea “que gane San Lorenzo”.