El caso se vive en Atlético Nacional, pero es un ejemplo para cualquier equipo. No es un secreto que el club más grande del país, el que hoy ostenta más títulos, el que cuenta con una organización sólida y una inmensa hinchada, el cuadro con más proyectos deportivos para el futuro dentro del marco del éxito, vive una etapa de transición en su fase directiva. El club verdolaga es un ejemplo. Gana y gana y les lleva un buen trecho de distancia a los demás equipos del fútbol colombiano.
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Guste o no, el verde antioqueño hoy es el mejor. Pero dentro de ese marco hay fisuras –pasa en toda gran organización–. Una de ellas ha sido el tema del manejo de las comunicaciones y la prensa. En eso Nacional ha fallado y, más grave aún, puede seguir fallando.
Nacional pertenece a la Organización Ardila Lülle, que como dueña de su producto busca un éxito en lo deportivo que a la vez redunde en la parte financiera. Nadie va a conservar o a invertir en algo que por años le dé pérdidas. Los Ardila, con paciencia y pulso, llevan más de 15 años poniendo fe en el verde paisa y en los últimos años han visto sus esfuerzos recompensados. Mejor aún, siguen invirtiendo en el futuro para que la macroorganización que ya es Nacional se mantenga en el pedestal. Porque algo es claro: Atlético Nacional ya no es un simple equipo de fútbol, es algo que va más allá.
Durante años las comunicaciones de Nacional han estado a la cabeza de Ramón Pinilla, docente, investigador acucioso, escritor y, ante todo, un hincha y un apasionado de los colores verde y blanco del equipo maicero. Pinilla ha encabezado la investigación y escrito varios libros de colección con relación a la hinchada, la historia y los ídolos de Nacional. Pero en el equipo, según comenta con frecuencia el gremio de periodistas que cubre la fuente verdolaga, la gestión de prensa ha sido deficiente: maltrato, grosería, trabas, burocracia, más trabas y poca comodidad para establecer ese vínculo sagrado entre prensa-jefe de prensa-entidad.
Hablando dentro del marco de una estrategia comunicativa, Nacional vive del día a día. No se percibe un plan de medios, un trabajo de redes en el que se establezca una interrelación con los hinchas (sus redes son las de más seguidores de fútbol del país, ello gracias a la pasión de sus fanáticos), ni un plan internacional de medios ni, repito, un plan de medios. Aspectos para mostrar en el extranjero, en donde los demás colegas reciban un producto en el que se muestren fichas técnicas, estado de la plantilla, presente, breve historia y palmarés del club. Son detalles.
Nacional, creo yo, puede tener mejores productos comunicativos para la hinchada y el periodismo. Una mejor revista, un mejor periódico (yo apuntaría a una gran revista y quitaría el periódico), un mejor programa radial. Incluso me enfocaría en un programa a través de internet y mantendría el nivel de los productos televisivos, que son bastante buenos.
Es fácil hablar desde la barrera, lo sé, y evaluar el trabajo de otros a veces es mezquino. Pero hablamos de las comunicaciones del mejor equipo del país. El mejor debe tener lo mejor, sobre todo cuando Nacional vive un muy importante proceso de internacionalización y debe tener un departamento de comunicaciones que copie las cosas buenas de equipos como el Manchester, el Barcelona, el Real Madrid y otros gigantes.
El punto es que hay que agradecer la gestión de Ramón Pinilla, con errores y virtudes. Y parte de sus virtudes me dan pie para hablar de lo que debe tener un jefe de prensa en sus mandamientos. Más aún un jefe de prensa o director de comunicaciones de un club de fútbol.
Ante todo: pasión por el club. Ser hincha del equipo. El líder de comunicaciones lidera los mensajes que salen por y para el equipo. Expide comunicados, dicta el discurso del club frente a medios, hinchas y demás. Debe exudar la filosofía del equipo. No es un empleado automatizado que ejerce su trabajo y ya, no: el jefe de prensa de un equipo de fútbol debe transpirar lo que es esa institución. La debe sentir, amar… en una palabra, debe ser ¡hincha! No cabe en la cabeza un jefe de prensa de River que sea hincha de Boca, o viceversa. Uno no puede recibir un sueldo por trabajar en el Inter cuando el corazón está vestido de los colores del Milán. No, repito, no se puede tener trabajo en Nike y vestirse de Adidas, o al contrario; salir de trabajar de la fábrica de Coca-Cola para abrir en casa una nevera llena de Pepsi… Es una cuestión de coherencia en el discurso, es una cuestión de principios y moral, de respeto.
Luego viene la razón de ser del jefe de prensa: ayudar, contribuir y hacer lo que esté a su alcance para que los demás periodistas puedan cumplir con su labor. Lo anterior, mediado por un valor que no se negocia: el respeto. Debe trabajar 24 horas, los siete días de la semana por mantener, defender y contribuir al buen nombre de la institución con criterio, con carácter y respetando las reglas de juego, sin atropellar, sin negar todo ni aceptarlo todo. Un jefe de prensa que sea ‘el rey del no’, fracasa. Uno que sea ‘el rey del sí’, fracasa dos veces.
Y el resto: escribir bien, hablar bien, ser amable, decente, innovador, proactivo, estratégico, moderno y demás características que van dentro del marco del buen profesional. Pero repito: un jefe de prensa o un director de comunicaciones de un equipo de fútbol que no tenga su corazón puesto en el equipo para el que trabaja, tiene un choque de sentimientos.
Ojo con eso, Atlético Nacional. El más grande no puede tener ese tipo de errores.
Por Andrés ‘Pote’ Ríos / Twitter: @poterios
*Las opiniones expresadas por el columnista no representan necesariamente las de PUBLIMETRO Colombia S.A.S.