La pregunta es inevitable: ¿cómo pretende ganarle Juan Fernando Mejía la presidencia del Comité Olímpico Colombiano a Baltazar Medina, que fue la cabeza dirigencial en los éxitos de Londres 2012 y Río 2016? Mejía, caleño con larga historia en el triatlón y dirigente deportivo desde hace más de 15 años, sonríe y sabe que ese es el cuestionamiento de muchos y la respuesta clave que puede definir las elecciones del comité ejecutivo del COC el próximo 10 de marzo.
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«Baltazar es una gran persona y un gran dirigente», dice Mejía, y a lo largo de la charla expone todo el tiempo su respeto por quien ha comandado a la máxima entidad del olimpismo en Colombia desde 2009, «pero siento que nos falta más proyección de su liderazgo internacional».
«Proyección»; esa es la palabra clave de las aspiraciones de este ingeniero industrial y empresario cuya pasión por el triatlón lo llevó de la práctica en alto rendimiento a la Federación Colombiana de Triatlón, y de allí al comité ejecutivo del COC, en el que actualmente es vocal, así como a ser el representante de la dirección de Coldeportes en la junta de Indervalle.
«Por supuesto que no es fácil (competir con Baltazar Medina) con los resultados que hay. El deporte colombiano ha llegado a unos resultados tan grandes que tenemos que proyectarnos mejor internacionalmente, y ahí es donde Colombia se está quedando corta», insiste Mejía.
De pronto, en plena conversación, sale la frase que es una bomba: «La dirigencia deportiva tiene que crecer al mismo nivel del deportista. Tenemos grandes deportistas, campeones mundiales, top 5 del mundo, y la dirigencia se está quedando corta. Ahí es donde nosotros tenemos que actuar».
Recapitulemos. En Londres 2012 Colombia logró ocho medallas repartidas en un oro, tres platas y cuatro bronces; una actuación histórica que fue superada en Río 2016 con tres medallas de oro, dos platas y tres bronces, sin contar con una buena cuota de diplomas olímpicos y el entusiasmo nacional en el deporte y sus deportistas. Pero el éxito de las medallas ha ocultado sombras.
Es inevitable no recordar el mal manejo que el COC le dio al tema del abanderado de Colombia en el desfile inaugural, con la polémica generada por los señalamientos de Caterine Ibargüen ante el patrocinador al que se le dio esta actividad; así que hay que recordar las críticas del también medallista olímpico Oscar Figueroa al manejo del presupuesto para el deporte de alto rendimiento, que es precisamente de lo que se encarga el Comité Olímpico Colombiano, pero tal vez el mayor lunar estuvo en el fiasco de los Juegos Nacionales de Ibagué 2015, que tuvieron que repartir actividades en sedes alternas del Valle, Cundinamarca, Antioquia y Chocó porque las obras nunca estuvieron, en uno de los ejemplos de corrupción en infraestructura más vergonzosos en la historia del deporte nacional.
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Tal vez por eso el proyecto de Mejía tiene en su primera página las palabras «honestidad» y «transparencia», porque, en sus palabras, «llegó la hora de tener un COC más empresarial y estructurado».
Sistema Nacional del Deporte
La transformación de Coldeportes en Departamento Administrativo en 2011 permitió que el deporte aumentara su presupuesto al nivel de un ministerio y eso se ha visto reflejado en los resultados de nuestros deportistas. «Claro, hay más recursos, más participación y más herramientas», admite Mejía: «el gobierno actual sí nos ha dado recursos que antes el deporte no tenía, y esa plata se vuelve proporcional a los resultados pues con esa plata los deportistas tienen la posibilidad de prepararse mejor, de salir a competir y evolucionar», acepta, pero para él las cosas se podrían hacer mucho mejor con un manejo más gerencial del tema.
«Es importante que tengamos claro que la tercera parte de los fondos para el deporte la genera Coldeportes, pero las dos terceras partes las generan los municipios y departamentos, y esas platas, que terminan siendo $1.3 billones, es plata muy valiosa que tenemos que integrar y administrar en un sistema único del deporte para identificar si la estamos invirtiendo eficientemente. Acá no tenemos esa visión y muchas veces se invierte mal lo que perjudica al deportista, al deporte y al país».
Para Mejía el deportista tiene que ser la razón de ser del Comité Olímpico Colombiano y por eso mismo se necesitan dirigentes que estén a la altura. «Necesitamos capacitaciones en idiomas, dirigentes que tengan salidas internacionales, participación en las organizaciones internacionales… ahí siento que nos falta mucho».
Y la coyuntura del ciclo olímpico hacia Tokio 2020 es perfecta, según Mejía, para generar esa transformación: «Tenemos que proyectar más a nuestros deportistas. Brasil hoy ha ido cinco veces a Tokio a concretar instalaciones, ciudades y estructura para llevar a sus deportistas, para que se preparen, para que estén acostumbrados a lo que van a enfrentar en los Olímpicos. Nosotros tenenos que anticiparnos, proyectarnos internacionalmente y como dirigentes tenemos que prepararnos para darle la posibilidad al deportista y al deporte que crezca».
En este punto Mejía, que tuvo la posibilidad de residir y estudiar en Bélgica en su juventud, se vuelve enfático y habla de la extraña relación que tenemos en Colombia entre las universidades y el deporte de alto rendimiento:
«Las Universidades en muchos casos se nos convierten en cementerios del alto rendimiento. El interés nuestro es que los deportistas se preparen para que cuando terminen su carrera deportiva estén preparados y capacitados para tener una nueva carrera. Si comparamos con EEUU, por ejemplo, las universidades son las encargadas de potenciar el alto rendimiento a partir de becas y actividades; acá no. Hay regiones que han logrado integrar a las universidades al alto rendimiento, como el Valle o Antioquia, pero en Bogotá es muy poco»
Y esto le da paso a Mejía para explicar sus planes de proyección para el deporte y las federaciones. Porque no se trata sólo de proyectar a los deportistas; para él, si queremos deporte de élite, tenemos que tener entrenadores de élite: «Necesitamos mucha más capacitación y probablemente mucha más participación de nuestros entrenadores afuera, para que vean qué está pasando en los grandes países: o traer gente de afuera para que nos enseñe, o llevar nosotros a nuestros entrenadores», dice.
Y el tema de los jueces también es clave en su proyecto: «Tenemos una falencia enorme en jueces internacionales. Entonces, en los deportes de combate, por ejemplo, donde hace tanta diferencia tener jueces -y no necesariamente porque el juez nuestro vaya a estar en la competencia de los nuestros, sino porque la organización sabe que estás ahí- eso nos perjudica. Vea el ejemplo del boxeo: los países que son grandes contendientes por medallas y títulos mundiales tienen jueces en esos campeonatos y Colombia no».
Mejía dirimirá con Baltazar Medina la presidencia del Comité Olímpico Colombiano el próximo 10 de marzo. En la asamblea también se elegirán secretario general, vicepresidentes, vocales y el representante de los deportistas, cuya votación es diferente. Para ser presidente del COC se necesitan 25 votos de un global de 48 electores (las 46 federaciones, el voto de los atletas y el de Luis Alberto Moreno, quien es miembro del Comité Olímpico Internacional (COI). Mejía dice tener los 25 votos y confía que cale su propuesta de pulcritud administrativa, gerencia e integración de la empresa privada al deporte nacional.
«El COC tiene que ser un integrador de todos los entes, tenemos que meternos con Coldeportes, los Inderes y todas las entidades, los colegios y universidades. el COC maneja sólo el alto rendimiento, pero tiene claro que si no hay talentos y desarrollo de esos talentos no va a haber alto rendimiento».
La cifra
25 votos es el mínimo necesario para ser presidente del COC. Hay 48 votos totales: 46 de las federaciones, un voto de los deportistas y un voto de Luis Alberto Moreno, colombiano miembro del Comité Olímpico Internacional