El mundo del fútbol está conmocionado por las compras que el fútbol de China está realizando. Hulk, Freddy Guarín, Ezequiel Lavezzi, entre otros nombres de relevancia en el pasado mercado de pases encendieron la alarma.
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Ahora, en la ventana invernal, la llegada de Carlos Tévez (quien ganará 80 millones de euros por dos temporadas) y del brasileño Óscar, comprado por el Shanghái SIPG al Chelsea en más de 80 millones de euros, despertaron el interés del gobierno de China quien advirtió que intentará ponerle freno a estas compras estrambóticas.
Recientemente, se supo de ofrecimientos a Cristiano Ronaldo por 300 millones de euros y a Pierre Emerick Aubameyang, por 150 millones. Ante tanto movimiento de dinero (el que se hizo y el que se puede hacer), la Administración General del Deporte de China aseguró mediante un comunicado en que regulará estas adquisiciones y señalará un “tope máximo en las compras de jugadores y en sus salarios”.
Asimismo, el Gobierno avisó que tendrá la lupa puesta sobre aquellos empresarios que han invertido cifras descomunales en equipos de fútbol europeo, tales como Inter, AC Milan, Aston Villa, entre otros. Para los chinos, la intención será que ese flujo de dinero sea distribuido en el país y ayude al desarrollo de la nación oriental.
Por otro lado, la Federación de Fútbol de China planea bajar el cupo de extranjeros de los clubes, de cinco a cuatro, posibilitando así la mayor cantidad de jugadores locales que fortalezcan a la selección nacional, que hoy en día se encuentra en la posición 82 del ranking FIFA. China participó en el Mundial de Corea y Japón 2002, aunque no tuvo grandes resultados.