A las 6:45 de la noche debió darse el puntapié inicial. Chapecoense viajó a Medellín con ese sueño: disputar la final de la Copa Sudamericana. Ese partido nunca se dio. Las camisetas verdolagas que habitualmente colman el Atanasio Girardot, no aparecieron. Las luces que durante 2016 dieron los jugadores paisas, tampoco. Anoche, todo fue blanco. Anoche, el calor lo pusieron las velas encendidas.
PUBLICIDAD
Lejos de ser una noche sombría e indiferente, la gente de Medellín le respondió a Chapecoense. No importaban los equipos, verdes, rojos, o de otro color, los paisas solo se unieron en el blanco insignia. En las tribunas, flamearon las banderas brasileñas y colombianas.
Desde muy temprano por la tarde, el “vamos, vamos Chapé”, se hizo presente. Lágrimas en uno, emoción en otros, todos miraban al cielo buscando la silueta de los jugadores de Chapecoense. Danilo, Cleber Santana, Tiaguinho, Kempes, y demás víctimas, seguro que desde arriba aplaudían. Medellín se rindió a sus pies.
La banda marcial entonó sus notas, dio la vuelta olímpica que ellos quisieron dar. En el evento se escucharon las palabras de las autoridades paisas. Gobernador y alcalde, le agradecieron a la gente, que jamás abandonaron al equipo brasileño y gracias a su solidaridad, seis vidas pudieron salvarse, tres de ellos jugadores. Ellos evitaron que esta tragedia hubiera sido aún más dolorosa.
José Serra, Ministro de Relaciones Exteriores de Brasil, hizo llorar a todos. Para él, Santa Catarina y Colombia serán hermanos por siempre, compartiendo el dolor, pero también la fraternidad y solidaridad humana.
Reinaldo Rueda se quebró. Él, en su carrera, ha tenido la influencia brasileña mñas que nada y Chapecoense le rindió tributo a ese ‘Jogo Bonito’.
«Gracias Brasil, gracias fútbol de Brasil por todo lo que no haz enseñado. Ese fútbol que hizo Chapecoense».
PUBLICIDAD
Globos fueron lanzados al aire. Gritos al cielo. Todo en un homenaje unísono. Aplausos para Chapecoense. El club que se robó el corazón de toda una ciudad, toda una región, todo un país. Jamás olvidados.