La pesadilla llegó a su fin. América está de regreso, pero no sin dolor y sufrimiento hasta el final. Este domingo, 27 de noviembre, se recordará como el instante en que los ‘Diablos rojos’ dejaron atrás el infierno del ascenso y volvieron a su hogar habitual: la primera división. Frente a un aguerrido Quindío, que también buscaba el sueño de la A, América despertó de una pesadilla a la que no quiere regresar jamás.
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El partido inició a las 3:15 de la tarde, con un estadio Pascual Guerrero vestido de rojo. Solo un sector clausurado, la tribuna norte por consecuencia de los violentos de siempre, se vio deshabitado. El resto del Pascual Guerrero fue una marea escarlata. Ante ese ambiente, América estaba obligado a no defraudar y los primeros 15 minutos fue empujado por su gente. Así, los locales impusieron condiciones desde el arranque.
Deportes Quindío no hacía pie. Por todos los lados era superado por los jugadores vestidos de rojo y cuando recuperaba la pelota, no sabía qué hacer con ella. La supremacía era abrumadora.
A los 20 minutos se hizo justicia. Un centro de Jeison Lucumí, jugador de los mejores del semestre, encontró a otro de los destacados en América, el argentino Ernesto Farías. El ‘Tecla’ mostró su destreza al controlar el balón y rematar de zurda, inatajable para el portero cuyabro. Ventaja escarlata y tranquilidad en las graderías del estadio olímpico.
El ascenso un paso más cerca, pero la hora del sufrimiento estaba por llegar. Una de las pocas incursiones de los de Armenia al ataque derivó en un tiro de esquina. En ese cobro, un cabezazo encontró el pie de Johnny Mosquera, que con infortunio empujó la pelota en su propio pórtico e igualó el juego. Sin mucho mérito, en ese momento el ascendido era el Deportes Quindío.
América entró en pánico. El silencio se apoderó de las tribunas y el equipo lo resintió en el terreno de juego. Los cuyabros dominaban a placer las vicisitudes del partido, aunque continuaban con una actitud mezquina y temerosa. Ese temor se evidenció en un agarró infantil en la propia área, sujetando a jugador escarlata y el réferi, Wilmar Roldán, dio penalti.
Cristian Martínez Borja, el encargado de aumentar la diferencia. Un remate de derecha fue inatajable para el portero de los visitantes, colocando otra vez la ventaja roja. Al descanso, América se fue más cerca de volver a la A.
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Pareció que la ventaja le hizo mal a los dirigidos por Hernán Torres. En el segundo tiempo, las piernas pesaron y los escarlatas cedieron la iniciativa a los visitantes. El conjunto de Armenia se apoderó de la pelota, aunque le faltaron ocasiones de gol para complicar al guardameta Bejarano. Los nervios se apoderaron de los jugadores rojos.
La estrategia fue hacer tiempo. Por fuerte que suene, los jugadores locales se valieron de esta treta para ganar aire y hacer expirar los minutos, a la vez. Jugadores tendidos, arquero protestando, recoge pelotas poco ágiles, todo era válido para conseguir el sueño. Wilmar Roldán decidió dar 4 minutos de descuento.
La jugada esperada por los cuyabros llegó, pero el arquero Bejarano se hizo grande y ahogó el grito de gol. Eso fue lo último del Quindío. América esperó que el árbitro pitara el final y sí, luego de cinco años, llegó el pitazo que decretó el regreso de los ‘Diablos rojos’ a la A. América es de Primera División.