La primera vez que Riquelme se llevó las manos a las orejas fue exactamente hace 13 años. A partir de ese momento, el festejo revolucionó al mundo y muchos quisieron imitarlo.
El día que marcó ese gol en el clásico contra River, se fue corriendo al frente de los palcos y festejó mirando a Mauricio Macri, entonces presidente de Boca Juniors. Algo andaba mal y así lo hizo saber.
Al finalizar el partido y al ser cuestionado sobre su particular celebración, Riquelme solo atinó a decir: “¿El festejo? No fue nada, es para mi hija Florencia que le encanta el Topo Gigio”.
Su explicación no convenció del todo, pero ahora es muy usado por muchos para mostrar su inconformismo y también callar hinchas.
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