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Es un hecho: México tiene uno de los peores salarios mínimos de Latinoamérica. Según un informe de este años de la organización Acción Ciudadana Frente a la Pobreza, el país norteamericano ocupa el lugar 15 de 17 en Latinoamérica de los países con menor salario mínimo, con 129 dólares mensuales.
Costa Rica, que está al otro lado del listado, tiene 534 dólares.
Así ha sido desde hace más de doce años. Y Enrique Colón ha sido víctima de toda esta situación desde hace veinte años:
Enrique gana, actualmente, 74 pesos mexicanos diarios ( casi cuatro dólares). Tiene 47 años, es viudo tiene cuatro hijos. Dos todavía dependen de él. Jamás ha ganado algo por encima de 3 dólares y se gasta casi la mitad de este dinero en transporte público.
«No sé cómo he sobrevivido con este salario y sacado adelante a mis hijos. Han sido demasiadas dificultades. Tengo que pagar agua, luz, vivienda, inscripción a la escuela de mis hijas, útiles escolares y muchas otras cosas. ¿De verdad creen las autoridades que con 74 pesos diarios se puede pagar todo esto?»
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Su salario apenas sube unos pesos y nada más. Por eso inició una petición en «Change.org» para que puedan subir el salario mínimo de su país. «Estoy muy preocupado de que al retirarme, después de 20 años de trabajo, si me llego a enfermar, con este salario no podré pagar las cosas más básicas de mi día a día. Las autoridades tienen que entender que nadie puede vivir así», afirma.
Pueden firmar la petición aquí.
Un caso de esclavitud laboral
El año pasado, la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal, en México, detuvo a cinco personas por encadenar, golpear y someter a trabajos forzados a una joven, durante dos años.
De acuerdo con el testimonio de la afectada, una chica de 22 años fue contratada en una planchaduría donde al principio la trataban bien.
Sus patrones le ofrecieron un lugar donde vivir y un salario para mantenerse, pero después la acusaron de que se robaba cosas de la casa. Fue entonces que decidieron encadenarla y dejaron de pagarle. Esto provocó una severa anemia que ahora pone en riesgo su vida . Esta enfermedad la hace parecer de 14 años, mientras que sus órganos y funciones son de una mujer de 81 años.
Además de ser encadenada, la obligaban a trabajar y para que no dejara de hacerlo la golpeaban hasta que sangraba, “y cuando las heridas iban cicatrizando, le arrancaban las costras”. Su suplicio duró dos años, hasta que logró escapar y pedir ayuda.
Explicó que le daban de comer muy poco una vez al día, pero debido a que trabajaba incansablemente encadenada a la planchaduría, masticaba plástico con el que cubrían las prendas para mitigar el hambre. También la golpeaban y quemaban.
Las autoridades detuvieron a cinco responsables.